Kaka se ocultó detrás de una acacia y quedó congelado por el terror. El adolescente regresaba a casa después de recoger leña una tarde de julio de 2020. Al mirar enfrente, vio a un grupo de hombres en un pozo de agua, la mayoría con ropas del Ejército nigeriano.
Se pararon sobre una fila de niños tirados boca abajo en el suelo, que lloraban por sus madres, recordó Kaka. Cerca, varios adultos yacían boca abajo, incluidas madres con bebés atados a la espalda. Oyó unas voces que clamaban a Dios.
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Dos o tres hombres ya estaban muertos, los soldados le dispararon a tres más. Luego mataron a las mujeres y después a los niños, cortando sus gritos con una lluvia de balas, dijo Kaka. Las tropas arrastraron los cuerpos a una fosa excavada previamente, los cubrieron con tierra arenosa y se marcharon.
Presa del pánico, Kaka partió hacia Kukawa, la ciudad más cercana en el noreste de Nigeria donde vivía. El joven, que ahora tiene poco más de 20 años, fue una de las cinco personas que relataron a Reuters los detalles de la redada del Ejército y el asesinato de al menos 10 niños y varios adultos ese día.
La masacre, de la que no se había informado anteriormente, es apenas uno de los casos en que el Ejército nigeriano y fuerzas de seguridad aliadas han asesinado a niños durante su guerra de 13 años contra rebeldes islamistas en el noreste del país, según una investigación de Reuters.
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Soldados y guardias armados empleados por el gobierno dijeron a Reuters que los comandantes les ordenaron repetidamente "eliminar" a los niños, porque se suponía que colaboraban con militantes de Boko Haram, una rama del Estado Islámico, o que habían heredado la sangre contaminada de padres insurgentes.
Los asesinatos de niños ocurrieron en toda la región en los últimos años, según testigos entrevistados por Reuters.
Más de 40 fuentes dijeron que vieron al Ejército nigeriano atacar y matar niños o vieron los cadáveres de menores tras una operación militar. Entre las fuentes hay padres y otros testigos civiles, así como soldados que dijeron haber participado en decenas de operativos en los que se masacraba a niños.
Juntos, sus relatos suman miles de niños asesinados.
Reuters no pudo verificar de forma independiente cada uno de esos relatos. Pero los reporteros investigaron seis incidentes específicos y encontraron, según versiones de testigos, que al menos 60 niños murieron en esos episodios, el más reciente en febrero de 2021. Cada uno de esos incidentes, incluida la masacre del pozo de agua, fue confirmado por al menos dos fuentes que vieron los asesinatos o las acciones posteriores.
La mayoría de los niños en las seis acciones dirigidas por el Ejército recibieron disparos, algunos en la espalda mientras huían. Pero los soldados usaron una variedad de métodos para matar. Los testigos detallaron casos específicos en los que los soldados nigerianos también envenenaron y asfixiaron a niños.
Yagana Bukar, de unos 20 años, dijo que después de que ella y un grupo de otras mujeres y niños escaparan de los combatientes de Boko Haram, dos soldados le quitaron a sus gemelos de 4 meses y los asfixiaron delante de ella.
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"Los soldados dijeron que mataron a esos niños porque son hijos de Boko Haram, no son seres humanos", dijo Bukar, cuyo relato fue corroborado por otro ex cautivo. "Me amenazaron con que si no tenía cuidado y no me callaba, también me matarían".
Este reportaje se basa en entrevistas con 44 testigos civiles que vieron los asesinatos y desapariciones de niños. Reuters también entrevistó a 15 miembros de las fuerzas de seguridad que dijeron haber participado o visto asesinatos selectivos de niños.
Todas las fuentes, excepto unas pocas, como Yagana Bukar, que ahora vive fuera del país, hablaron con Reuters bajo condición de anonimato, ya que temen represalias de las autoridades nigerianas. Algunos aceptaron ser identificados por un solo nombre de pila o un apodo familiar.
¿Qué dice el Ejército nigeriano?
Los jefes militares de Nigeria dijeron a Reuters que el Ejército nunca ha atacado a niños. Sostienen que la información de este artículo es un insulto a los nigerianos y es parte de un esfuerzo del exterior para socavar la lucha del país contra los insurgentes.
"Nunca ha sucedido, no está sucediendo, no sucederá", dijo el mayor general Christopher Musa, que encabeza la campaña de contrainsurgencia en el noreste. "No está en nuestro carácter. Somos muy profesionales. Somos seres humanos, y estos son los nigerianos de los que has estado hablando".
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El general Lucky Irabor, jefe del Estado Mayor de Defensa de Nigeria, no respondió a las solicitudes de comentarios. En tanto, el mayor general Jimmy Akpor calificó los reportes de Reuters de asesinatos de niños como "acusaciones fabricadas", según el comunicado.
En el noreste, los niños a menudo han sido arrastrados por la violencia de la guerra y sufrieron de manera desproporcionada las consecuencias, incluido el desplazamiento, la detención ilegal, la desnutrición y las enfermedades, según las Naciones Unidas y otros grupos humanitarios.
Amnistía Internacional informó en 2015 que el Ejército nigeriano y las fuerzas aliadas habían cometido ejecuciones sumarias de más de mil 200 hombres y niños capturados en el conflicto. Nigeria finalmente abandonó una investigación sobre las acusaciones de ejecuciones extrajudiciales y otros crímenes de guerra de Amnistía, al no encontrar pruebas suficientes para verificar los abusos cometidos por sus funcionarios.
El fiscal de la Corte Penal Internacional concluyó en 2020 que existían motivos para abrir una investigación sobre posibles crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos tanto por las fuerzas de seguridad nigerianas como por insurgentes, pero el tribunal no ha abierto ninguna.
La fiscalía de la CPI se negó a comentar sobre los hallazgos de Reuters.
La investigación de Reuters encontró que los soldados nigerianos atacaron a niños de todas las edades porque el ejército supuso que eran o se convertirían en extremistas contra el territorio.
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Los soldados seleccionaron bebés y niños pequeños para matarlos después de rescatarlos junto a sus madres de los militantes islamistas; reunieron a jóvenes para interrogarlos y matarlos en allanamientos de casas y mercados; o masacraron a niños junto con adultos civiles en operaciones antiterroristas que tenían la intención de no dejar sobrevivientes.
Cuando los comandantes ordenaron que se despejaran las ciudades de presuntos insurgentes, los soldados dijeron que entendían, y que veces se les decía explícitamente, que no se debía perdonar la vida de los niños.
Los ataques en Nigeria
Los soldados a menudo citaban como motivo para matar niños la creencia de que si sus padres fueran insurgentes, ellos crecerían para serlo también. Los asesinatos también son vistos como una forma de que algunos oficiales venguen las bajas en los combates con los islamistas o de que los soldados descarguen su ira por la muerte de sus camaradas.
"No los veo como niños, los veo como Boko Haram", dijo un soldado, quien afirmó a Reuters que su mejor amigo fue asesinado a tiros por los insurgentes. El oficial dijo que él mismo había matado niños. "Si les pongo las manos encima, no les dispararé, les cortaré la garganta (...) Lo disfruto".
Otros soldados dijeron que habían adoptado una actitud de matar o morir hacia los niños porque los insurgentes los usaban como combatientes, informantes y terroristas suicidas.
La agencia de las Naciones Unidas para la infancia, UNICEF, ha alegado que "grupos armados" en Nigeria han reclutado a miles de niños, algunos como "bombas humanas". Sostuvo que Boko Haram se había atribuido la responsabilidad de algunos de esos ataques, en los que obligaron a los niños a llevar explosivos.
Los asesinatos selectivos de niños a menudo han sido encubiertos por los militares, develó Reuters. Con frecuencia, los asesinatos ocurrieron dentro y alrededor de pueblos pequeños y remotos donde hay poca comunicación. Testigos y familiares callaron por miedo y los cuerpos fueron enterrados o quemados, según múltiples fuentes.
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Matar intencionalmente a civiles en un conflicto armado es un crimen de guerra. Si el asesinato ocurre en el contexto de ataques contra civiles, se trata de un crimen contra la humanidad, dijeron a Reuters dos expertos en derecho internacional.
Los niños no tienen protecciones separadas bajo la ley, pero su corta edad y vulnerabilidad pueden tenerse en cuenta en la sentencia, dijo Melanie O'Brien, profesora asociada de derecho internacional en la Universidad de Australia Occidental.
Nigeria, como parte del Estatuto de Roma de 2002 de la Corte Penal Internacional, cae dentro de la jurisdicción de la CPI.
Abortos en Nigeria
Reuters informó el 7 de diciembre que el Ejército también llevó adelante un programa de abortos en el noreste que interrumpió los embarazos de miles de mujeres y niñas, muchas de las cuales habían sido capturadas y violadas por los insurgentes.
La investigación de Reuters, basada en documentos militares, registros de hospitales civiles y decenas de relatos de testigos, encontró que los abortos se practicaban rutinariamente sin consentimiento, a veces con violencia. Los abortos forzados también pueden constituir crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, dijeron O'Brien y otros dos expertos legales.
El 9 de diciembre, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió a las autoridades nigerianas que investiguen los hallazgos del informe sobre abortos de Reuters.
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Los líderes militares nigerianos dijeron a Reuters que el programa de abortos no existía.
Los asesinatos de niños parecen carecer de la organización detallada y la infraestructura elaborada del programa de abortos. Pero como lo describen las fuentes, los asesinatos y los abortos se complementan entre sí, con el objetivo no solo de eliminar a extremistas, sino también de acabar con una supuesta línea de sangre insurgente.
Boko Haram comenzó como un movimiento fundamentalista islamista en el noreste de Nigeria, transformándose en una insurgencia armada en 2009.
Dado que el gobierno perdía terreno, en 2013 el entonces presidente Goodluck Jonathan puso a cargo al Ejército nigeriano y estableció un nueva unidad, la División 7, para encabezar los operativos. La unidad se ha mantenido como la principal fuerza de contrainsurgencia durante la actual presidencia de Muhammadu Buhari, un general retirado.
El Ejército comenzó a trabajar con la Fuerza de Tarea Conjunta Civil (CJTF), una alianza flexible de milicias locales cuya misión declarada es apoyar la contrainsurgencia.
Bello Danbatta, un portavoz de la CJTF, dijo a Reuters que las fuerzas militares y de la CJTF no atacaron a civiles. "No están peleando contra las mujeres", dijo en una entrevista. "No están peleando contra los niños".
A fines de 2014, los militantes habían expulsado a las fuerzas gubernamentales de muchas ciudades importantes en los estados de Borno, Adamawa y Yobe. A partir de 2016, el Ejército nigeriano había recuperado el control de muchas de estas ciudades, pero la lucha continuaba en el campo.
Ese mismo año, Boko Haram se dividió en dos grandes facciones. El grupo disidente, la Provincia de África Occidental del Estado Islámico, se ha convertido en la fuerza insurgente dominante de la región. Aún así, muchos soldados y civiles nigerianos se refieren a ambos grupos como Boko Haram.
El reporte de bebés asfixiados y niños envenenados
Algunos de los niños que el Ejército asesinó eran bebés, bastante pequeños para cargar un arma. Los soldados los mataron justo cuando sus madres pensaban que habían caído en buenas manos.
Yagana Bukar dijo que estaba escondida entre arbustos, con otras siete mujeres y nueve niños, después de escapar de los insurgentes hace unos cuatro años. Cuando los soldados se acercaron al grupo, al principio temió que fueran de Boko Haram.
Pero la tranquilizaron, dijo: eran del Ejército nigeriano y habían venido para reunir al grupo con las familias de las que habían sido secuestrados. Bukar había estado en manos de los insurgentes durante más de un año y estaba ansiosa por regresar a Baga, su ciudad natal a orillas del lago Chad. Subió a los camiones de los soldados con las otras mujeres y los niños.
Tras conducir una cierta distancia, las tropas se detuvieron. Un soldado le pidió a Bukar que le entregara a Sani, uno de sus mellizos de 4 meses, diciendo que quería comprobar si estaba sano. Con una mano, dijo, el soldado bloqueó la boca y la nariz del bebé y sus piernas comenzaron a patalear.
Un segundo soldado se llevó a su otro gemelo, Musa, porque según dijo quería jugar con él. Le dio la espalda a Bukar y ella no pudo ver lo que estaba haciendo.
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Ambos bebés fueron devueltos a sus camitas. Los hombres "dijeron que estaban durmiendo", dijo Bukar. "Los niños no dormían y comencé a llorar porque vi lo que les habían hecho".
Sin embargo, algunos de los niños a los que se dirigían el Ejército eran bebés y niños pequeños, demasiado pequeños para cargar un arma. Los soldados los mataron justo cuando sus madres pensaron que habían aterrizado en buenas manos.
En otro episodio hace unos años, Felerin, madre de dos niños pequeños, dijo que ella y otras madres que habían escapado de los insurgentes fueron detenidas en el cuartel de Giwa en Maiduguri, la capital del estado de Borno. Los soldados les dijeron que sus hijos necesitaban inyecciones para la malaria y otras enfermedades.
Los soldados vacunaron a varios de los niños y los llevaron a otra habitación, cerrando la puerta detrás de ellos. Después de un tiempo, Felerin, entonces de 28 años, se preocupó. "¿Dónde están mis dos hijos?", recordó haber preguntado a los soldados.
Los agentes le bloquearon el paso, dijo. Felerin podía escuchar a su hijo de 2 años, Sadiq, gritar a través de la puerta: "¡Mamá, mamá!".
Felerin dijo que finalmente pudo entrar a la fuerza en la habitación. Allí encontró a Sadiq, retorciéndose de dolor. Su hermano Ibrahim, de 3 años, yacía a su lado, ya muerto, relató.
Sadiq "todavía me estaba llamando", dijo. Trató de acunar el cuerpo moribundo de Sadiq, pero los soldados no se lo permitieron. "Son niños de Boko Haram de todos modos", recordó que dijo un soldado. "¿De qué sirven?".
Al menos 10 niños estaban en la habitación, muertos o agonizantes, dijo Felerin. Una amiga que dijo que fue rescatada junto con Felerin dijo a Reuters que los soldados se llevaron a los niños, incluido su propio hijo pequeño, para lo que las mujeres creían que eran vacunaciones. Su hijo murió después de que se lo devolvieran. La mujer, Acayu, estaba en otro cuarto cuando Felerin volvió, sollozando.
Luego de su liberación de la custodia del Ejército, Felerin le contó de los asesinatos a su hermana y a otra mujer que conoció en un campamento para desplazados, según ambas mujeres.
Felerin también sufrió otras pérdidas. Dijo que se vio obligada a dejar atrás a su hijo mayor, entonces de 5 años, durante su escape de un campamento insurgente que estaba siendo atacado por los militares. Y en el cuartel de Giwa Barracks, días antes de que mataran a sus otros hijos, los soldados le dieron una inyección y pastillas, poniendo fin a su embarazo de seis meses.
Los agentes arrepentidos con tormento
Algunos de los soldados dijeron a Reuters que están atormentados por su participación en el asesinato de niños, especialmente de los más pequeños.
Un soldado describió la primera vez que le ordenaron matar a un niño cerca de la ciudad de Biu, en el estado sureño de Borno. "Nunca lo olvidaré", dijo. El niño le dijo que no era leal a los insurgentes y que estaba en la ciudad simplemente para comprar tomates. Sabía que era inocente, dijo, pero rechazar la orden significaba correr el riesgo de ser arrestado.
"Le disparé en la cabeza", dijo. "Lloré toda la noche".
Un soldado que estaba un el pozo de agua en Kukawa dijo que usa drogas como el opiáceo tramadol para tranquilizarse. Lo vuelven indiferente a la muerte, afirmó.
"Cuando tomo mis tabletas y estoy en combate, pienso, muramos los dos", dijo.
Varios soldados, guardias y militantes dijeron que la culpa de las atrocidades contra los niños recaía en los altos mandos del Ejército. Pero algunos también dijeron que en el campo se les dio un amplio margen de maniobra para responder a las brutales tácticas empleadas por los insurgentes.
"Queremos demostrar que podemos llegar más lejos incluso que el enemigo", dijo un soldado. "Tenemos discreción para hacer cosas ilegales, esa es la única forma de explicarlo".
Hoy, 13 años después de iniciado el conflicto, algunos civiles que alguna vez buscaron protección de los insurgentes en los soldados ahora consideran al Ejército como una fuerza más amenazante.
Fátima, de unos 20 años, dijo a Reuters que su hijastro de 5 años murió quemado en la operación Nuevo Marte el año pasado, cuando los soldados incendiaron la habitación en la que dormía.
"Los soldados nos han causado más daño que Boko Haram", dijo. "Matan a cualquier niño que capturan".