El presidente estadunidense, Donald Trump, cargó su agenda de mítines y su discurso de alarmismo durante semanas con miras a las elecciones legislativas del próximo martes, para las que ha rescatado la estrategia basada en el miedo que hace dos años le llevó al poder.
Consciente de que los comicios de medio mandato se consideran un referendo sobre el presidente en ejercicio, el republicano se fijó el objetivo de hacer más campaña por los miembros de su partido que ninguno de sus predecesores recientes, y se ha asegurado el protagonismo mediático con mensajes que rozan lo apocalíptico.
Su discurso electoral, articulado en más de 20 mítines en los últimos tres meses, ha espoleado los temores de su base sobre la inmigración y la animadversión a los medios de comunicación, además de advertir de que, si retoman el control del Congreso, los demócratas convertirán la economía de Estados Unidos en “la de Venezuela”.
“El Partido Demócrata está alentando a millones de inmigrantes ilegales a que rompan nuestras leyes, violen nuestras fronteras y arrollen nuestro país”, alertó Trump durante un mitin el a finales de octubre en Murphysboro (Illinois).
Trump ha encontrado en la caravana de miles de migrantes centroamericanos que avanza hacia EU una potente imagen para azuzar ese miedo, hasta el punto de afirmar, sin pruebas, que entre ellos puede haber terroristas, además de enviar a miles de militares a la frontera para hacer frente a la inminente “invasión”.
Ese discurso encaja con los cálculos de la Casa Blanca, que tras revisar las encuestas en los distritos más competitivos, llegó a la conclusión de que la inmigración y la seguridad fronteriza eran los temas más eficaces para movilizar a los votantes.
“Avivar los miedos sobre una 'invasión' de inmigrantes es una herramienta útil para culpar a los demócratas y presentar a los republicanos como los protectores de los estadunidenses (en particular de los blancos)”, señala Bruce Miroff, experto en política presidencial de la Universidad de Albany.
“Pero está por ver si enciende lo suficiente a los votantes de Trump como para evitar que los demócratas ganen terreno” en el Congreso, añade.
Trump sabe que compite contra una poderosa tendencia histórica, la que establece que la gran mayoría de los presidentes pierden asientos de su partido en el Congreso durante las elecciones legislativas de su mandato, especialmente si son impopulares.
Solo dos mandatarios en la historia moderna de EU, Bill Clinton (1993-2001) y George W. Bush (2001-2009), lograron ganar escaños en unos comicios de medio mandato, y ambos eran mucho más populares que Trump, cuyo índice de aprobación ronda el 44 por ciento.
Trump apuesta por el miedo para movilizar a sus seguidores en elecciones intermedias
La aldea
En los últimos tres meses, realizó más de 20 mítines por EU en proselitismo para los republicanos.
Washington /
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