En 1891, mientras Seattle se reconstruía tras un incendio catastrófico que había destruido casi todo su distrito comercial central, Frederick Trump llegó buscando fortuna.
El inmigrante alemán de 22 años adquirió un restaurante, su primera incursión en el mundo de la hostelería, en el que atendía a clientes del sórdido pero bullicioso barrio conocido ahora como Pioneer Square. Más tarde, después de que los buscadores hablaran de las riquezas de oro en el Yukón, Trump se unió a la estampida de miles que se dirigieron al norte.
El legado de la fiebre del oro del Klondike ha perdurado durante generaciones, dando forma a Seattle, al resto de la Costa Oeste y a la riqueza inicial de la familia Trump. En la actualidad, en las mismas calles en las que Trump vivió y trabajó, el único parque nacional de la ciudad documenta ese periodo con exposiciones sobre las tribulaciones de los buscadores de oro y un recorrido a pie en el que las guías cuentan la historia del barrio, señalando normalmente los antiguos lugares frecuentados por Trump.
Pero el futuro de ese parque ahora está en peligro, ya que el gobierno del nieto de Trump, Donald, busca formas de recortar el gasto público. Los funcionarios, espoleados por su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), han propuesto rescindir el contrato de arrendamiento del edificio que alberga el Parque Histórico Nacional de la Fiebre del Oro de Klondike.
“Si no tienes el edificio, no tienes el parque”, dijo Rob Smith, quien dirige la oficina del Noroeste de la Asociación para la Conservación de los Parques Nacionales. Cuando el Congreso creó el parque hace 50 años, los legisladores especificaron que se ubicara en el barrio de Pioneer Square.
La bonanza
El parque se ubica en el Hotel Cadillac, construido en 1889, una de las primeras estructuras levantadas tras lo que se conoció como el Gran Incendio de Seattle. A principios de este mes, decenas de niños de primaria revoloteaban por las exposiciones, expresando su sorpresa ante las condiciones primitivas que soportaban los arriesgados buscadores. Aprendieron cómo la época de la fiebre del oro sentó las bases de la historia empresarial de Seattle, generando lo que con el tiempo se convirtió en Filson, el robusto fabricante de ropa, la cadena de farmacias Bartell Drugs y el gigante nacional de los grandes almacenes Nordstrom, fundado por John Nordstrom, tras unirse a la fiebre del Klondike.
Pioneer Square tenía una historia de negocios menos agradables y llegó a ser conocido como lugar de casas de juego y burdeles. El restaurante de Frederick Trump, el Dairy, se anunciaba como “uno de los restaurantes que mejor pagan” de Seattle. El anterior dueño anunciaba “habitaciones privadas para señoritas”, lo que algunos interpretaron como guiño a la prostitución, pero Rob Ketcherside, que escribe sobre Seattle e investigó la época de Trump en la zona, dijo que el mismo término parece haber sido utilizado por muchos negocios honrados de la época.
Pero entonces llegaron los rumores sobre el oro. En 1893, Trump se había trasladado a la ciudad minera de Montecristo, al norte de Seattle, donde inversionistas como John D. Rockefeller preveían ricas vetas de minerales por descubrir. En un libro sobre tres generaciones de miembros de la familia Trump, la escritora Gwenda Blair escribió que Trump presentó un reclamo dudoso relacionado con un terreno de Montecristo que ya había reclamado a otro hombre. Trump declaró que planeaba buscar minerales ahí, pero en lugar de ello creó una pensión para atender a los numerosos buscadores de oro que inundaban la zona.
Pronto surgió una oportunidad aún mayor de riqueza en la región canadiense de Klondike, donde se había descubierto oro. Seattle se promocionó como puerta de entrada para las bandadas de aspirantes a mineros que se dirigieron al norte. Bajo los malecones construidos a lo largo de las calles sin asfaltar, los tenderos almacenaban tiendas, tocino y sierras para vender a los viajeros. La población de la ciudad se duplicó en una década.
Trump también decidió mudarse y dirigirse al norte, una vez más con un plan de negocios. El libro de Blair documenta el penoso viaje de Trump a Alaska y luego a Canadá y cómo abrió el Restaurante y Hotel Nuevo Ártico en 1898, donde servía lujosas comidas de pato, caribú y fruta fresca. Pero, escribió Blair, “la mayor parte del flujo de caja procedía de la venta de licor y sexo”, ya que el establecimiento ofrecía espacio para prostitutas (Donald Trump ha afirmado que eso es falso).
Mientras que muchos regresaban a casa de la fiebre del Klondike con las manos vacías, en 1901 Frederick Trump partió convertido en un hombre rico y acabó estableciéndose en Nueva York.
Optimización de edificios
El dinero es ahora la cuestión central sobre el futuro del parque Klondike. El equipo de recorte de gastos del presidente puso fin a una amplia gama de arrendamientos federales y presionó a los organismos para que busquen formas adicionales de reducir la huella federal.
Los defensores de los parques y los miembros del Congreso han compartido una lista de más de 150 edificios del Departamento del Interior que la Administración de Servicios Generales está considerando cerrar, incluidos edificios administrativos cercanos a parques e instalaciones de centros de visitantes, como uno en el Área Recreativa y Fluvial Nacional del Misisipi, en Minnesota. La lista también incluye el parque Klondike de Seattle.
En un comunicado, la Administración de Servicios Generales dijo que la agencia estaba revisando todas las opciones para optimizar la utilización de los edificios, incluida la rescisión de contratos de arrendamiento. “En la medida en que estas rescisiones afecten a instalaciones abiertas al público y/o a inquilinos existentes, estamos trabajando con nuestros socios para garantizar un espacio alternativo adecuado”, dijo la agencia.
Kji Kelly, director ejecutivo de Seattle Histórico, que ostenta la propiedad del edificio donde está el parque Klondike, dijo que el gobierno federal firmó el año pasado una prórroga del contrato de arrendamiento del emplazamiento del parque hasta el otoño de 2030, aunque ahora parece estar en riesgo. Dijo que nunca imaginó que tendría que escribir a su delegación en el Congreso para hacer cumplir un contrato de arrendamiento con el gobierno federal.
El parque, dijo Kelly, es un valioso activo para la región, que enseña a niños y visitantes no solo la historia de Seattle, sino también la historia que dio forma al Oeste.
“Cuando el gobierno toma medidas para eliminar la historia y la comprensión del país es solo un canario más en una oscura mina de carbón”, dijo Kelly.
c.2024 The New York Times Company