Hace 10 años, Japón vivió uno de los días más catastróficos de las últimas décadas. Un terremoto de magnitud 9.0 y luego un tsunami devastador, destruyeron poblados enteros.
El terremoto fue uno de los más grandes de la historia, con seis minutos de duración, casi 16 mil personas fallecidas y unos tres mil desaparecidos. El desastre natural también dañó la central nuclear de Fukushima.
La energía liberada fue tan grande, que las olas arrastraron un bote escolar hasta Crescent City, en California, donde la nave llegó dos años después de navegar a la deriva en el Océano Pacífico.
Era abril de 2013. Un día, un bote misterioso llegó a la costa; estaba cubierto de percebes y otros escombros incrustados. Habían pasado dos años desde el desastre en Japón.
Las autoridades costeras llamaron a expertos que limpiaron la nave y descubrieron que unos caracteres en japonés: "Takata High School". Una búsqueda rápida en Internet mostró que la escuela secundaria estaba al otro lado del océano, en una ciudad llamada Rikuzentakata.
La escuela japonesa había resultado dañada por el tsunami ocurrido dos años atrás. El bote, llamado "Kamome" (gaviota, en japonés), pertenecía a los estudiantes en la clase de ciencias marítimas. Pero la nave fue la menor de todas sus pérdidas, pues 22 alumnos fallecieron en la catástrofe.
Luego de distintas llamadas internacionales se acordó que California devolvería el bote a la secundaria en Japón. La historia unió a las secundarias de Rikuzentakata y Crescent City, y sus estudiantes han viajado para visitar la otra.
Los jóvenes conocen sus culturas durante estas visitas, exploran el idioma, cocinan alimentos y conocen sus tradiciones. Hoy, las dos ciudades mantienen una fuerte conexión, todo gracias a un pequeño bote que cruzó el vasto océano.
evr