La evidencia de la disposición al éxito de Rodolfo Hernández, dicen algunos, se revela en que se ha ganado un apodo singular, “el viejito de Tik Tok”, porque a sus 77 años ha hecho de las redes sociales un muy eficaz vehículo de su campaña.
Otros señalan que nadie antes de él había logrado barrer en primera vuelta tanto a la derecha como al centro-derecha, suplantándolos como opción política e incluso alineándolos detrás de él en la aspiración compartida y primordial de evitar que la izquierda llegue al poder.
Y todos coinciden en que la confirmación de sus capacidades llegará sólo si consigue, este domingo 19, descarrilar efectivamente la candidatura más exitosa que han presentado los sectores progresistas de Colombia, la de Gustavo Petro, y preservar la hegemonía histórica en las derechas. Aunque sea en su propia versión de la derecha, difusa, vigésimosecular, en parte sospechosa, pero al menos ajena a cualquier aroma de izquierdas.
Su propuesta política está plagada de mensajes indefinidos y sencillos, tomados de aquí y allá. La derecha mexicana podría encontrar resonancias incómodas en su insistente trinidad de “no robar, no mentir y no traicionar”.
Hay quien presiente un descuidado reborujo masónico en su propaganda marcada por la letra griega π (Pi) y su lema“Lógica, Ética y Estética”. La recurrencia a valores empresariales con los que gerenciaría Colombia no terminan de tranquilizar a quienes los agradecerían si no los presentara inconexos y desordenados.
Si bien creó el movimiento Liga de Gobernantes Anticorrupción, su único desempeño administrativo como alcalde de Bucaramanga, capital del departamento de Santander, está señalado por la adjudicación ilegal de contratos, el cobro de comisiones millonarias a través de su hijo, en el escándalo Vitalogic, y porque llegó a dirigir esa ciudad prometiendo casas para los pobres, que construyeron sus propias empresas, con créditos otorgados por ellas mismas, y fueron entregadas con buen aspecto exterior pero en obra negra por dentro.
“La ley no importa”: esta frase, con la que trata de explicar que las normas se aplican sólo a quienes no tienen el poder de manipularlas, la ha repetido en privado y en público. Quedó registrado en audios en los que instruye a sus subalternos a saltarse las reglas e incluso en uno en el que despide a su asesora en comunicación de mala manera, ilustrándola a gritos sobre el uso extraintestinal que hace de los papeles constitucionales.
Tiktokero
No es ese Hernández el que se muestra en las redes. No es el de la ira y los frecuentes exabruptos, el que ha dicho que el lugar de las mujeres está en la casa y que deberían dedicarse a criar hijos, el que golpeó a su propio concejal frente a una cámara de video, el que expresó admiración por Adolf Hitler y después aseguró que fue una confusión, que en realidad quiso decir Albert Einstein.
El personaje del “viejito de Tik Tok” es un empresario afable que habla como la gente común y sostiene sus perspectivas y sus rencores contra la clase política corrupta que él, supuestamente ajeno a las componendas de la élite, se dispone a combatir. Es florido en promesas e imágenes paradisiacas para los pobres.
Más recientemente ha adoptado un discurso que –exhibiendo lagunas e incomprensiones– pretende reconciliarlo con las mujeres. Si en el pasado aseguró que el delito de feminicidio era una fabricación del gobierno a partir de un problema inexistente, ahora ofrece penalizar la violencia de género. En el padrón de 39 millones de votantes, unos 20 millones son mujeres y las encuestas indican una preferencia mayoritaria por Hernández, sobre todo entre amas de casa.
Lo que ya ha logrado es un hito: enfrentadas al reto del izquierdista Petro, las fuerzas de derecha se reunieron en torno a un candidato, Federico Fico Gutiérrez (respaldado por el expresidente Álvaro Uribe), y las de centro y centro-derecha propusieron a Sergio Fajardo, pero ambos fueron superados en la primera vuelta del 29 de mayo por esta figura inesperada, a quien algunos comparan con Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro. Obtuvo un 28 por ciento al que aspiraban que se sumara el 24 por ciento de Fico, para asegurar en segunda vuelta un 52 por ciento, más que suficiente para derrotar cualquier crecimiento que pudiera obtener Petro a partir de su 40 por ciento inicial.
Así pareció que ocurriría en los sondeos del 31 de mayo, cuando Hernández se colocó ocho puntos por delante. Se abrió entonces, sin embargo, una tendencia hacia la baja que le hizo caer cinco por ciento mientras Petro subía tres, y llegaron empatados al 11 de junio, último día en que se podían publicar encuestas.
El hábil empresario tiktokero ya hizo historia al superar a las derechas. Ahora podría vencer la más poderosa apuesta izquierdista. O ser detenido en seco al pie de la Presidencia. Si es que la ley, después de todo, sí importa.
EHR