El presidente de China, Xi Jinping, se reunirá el viernes en Beijing con su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que está de visita en el país para tratar de impulsar los lazos entre las dos naciones.
La reunión se produce en el segundo día de la visita de Lula al socio comercial más importante de Brasil y un aliado en su intento de desafiar a las instituciones económicas dominadas por Occidente.
La visita incluyó la toma de posesión el jueves de la expresidenta brasileña Dilma Rousseff como jefa del Nuevo Banco de Desarrollo, respaldado por China, que financia proyectos de infraestructura en Brasil y en otros países en desarrollo.
La institución financiera se presenta como una alternativa al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, que suelen imponer condiciones de préstamo que los países en vías de desarrollo critican calificándolas de punitivas.
El gobierno brasileño señaló que se espera la firma de al menos 20 acuerdos bilaterales, lo que supone una mejora en las relaciones entre Brasilia y Beijing desde que Lula reemplazó a su antecesor, Jair Bolsonaro, en enero.
China es el mayor mercado de exportación de Brasil y cada año compra decenas de miles de millones de dólares en soya, carne de res, mineral de hierro, carne de ave, pulpa, caña de azúcar, algodón y petróleo. Además, Brasil es el país latinoamericano con más inversión china, según los medios estatales chinos, aunque Lula se ha mostrado crítico con que compañías chinas tengan una participación directa en empresas brasileñas.
La visita de Lula a China sigue a los viajes del mandatario a Argentina y Uruguay en enero, y a Estados Unidos en febrero, en un indicio de la importancia que otorga a los asuntos internacionales, al contrario que Bolsonaro.
Una pieza clave de la estrategia de Lula en el extranjero es su propuesta de que Brasil y otros países en desarrollo, incluida China, medien para alcanzar la paz en Ucrania. Sin embargo, su propuesta de que Ucrania renuncie a Crimea para facilitar la paz ha molestado a Kiev y a sus defensores más acérrimos.
China también ha intentado jugar un papel para poner fin al conflicto, aunque de una forma muy cercana a Moscú. Se ha negado a condenar la invasión, criticado las sanciones económicas sobre Rusia y acusado a Estados Unidos y la OTAN de provocar el conflicto.
Rusia y China declararon una relación “sin límites” en un comunicado conjunto en 2022 y Xi reiteró esa cercanía reuniéndose con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, el mes pasado en Moscú.
La propuesta de paz china presentada en febrero tiene elementos en común con la de Lula, como el cese de las hostilidades y el inicio de negociaciones, aunque no menciona la devolución de los territorios ucranianos tomados por Rusia y sus aliados separatistas.
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