El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, se convirtió en uno de los principales rostros de la guerra contra Hezbolá en el Líbano, determinado a devolver a sus casas a los miles de habitantes del norte desplazados por los disparos del movimiento armado del país vecino.
Gallant ha reiterado en las últimas semanas su objetivo de repeler a los combatientes de Hezbolá de las zonas fronterizas con el norte de Israel para hacer la zona segura y permitir el regreso de los desplazados.
Unas 60 mil personas huyeron por los proyectiles lanzados casi a diario por Hezbolá desde el 8 de octubre, cuando el grupo libanés abrió un frente contra Israel en apoyo a su aliado palestino Hamás en la guerra en Gaza estallada tras su mortífero ataque contra el sur del Estado hebreo.
"La acción militar" es "el único medio de garantizar el regreso de las comunidades del norte de Israel a sus hogares", dijo Gallant el 16 de septiembre al emisario estadunidense Amos Hochstein.
El "centro de gravedad" de la guerra "se desplaza hacia el norte", declaró un día después en referencia al frente de Hezbolá, que desde entonces acaparó gran parte de la importancia frente al conflicto contra Hamás en Gaza.
"Tomar la iniciativa"
"Estamos al comienzo de una nueva fase de la guerra, que exige de nuestra parte coraje, determinación y perseverancia", insistió este general retirado y una de las principales figuras del gobierno de Benjamin Netanyahu.
Y el lunes 30 de septiembre, durante una visita a soldados de una unidad de artillería desplegada en el norte del país, realizó una declaración premonitoria:
"Emplearemos todas las capacidades de las que disponemos".
Unas horas después, el ejército lanzaba una ofensiva terrestre contra Hezbolá, después de una semana de intensos bombardeos contra el movimiento islamista armado, que dejó cientos de muertos.
Muchos israelíes estiman que la guerra era inevitable dado el desarrollo de las capacidades militares de Hezbolá.
"Gallant fue uno de los primeros en respaldar la idea de que Israel tenía que tomar la iniciativa en el norte, unos días después de los ataques del 7 de octubre", afirma Michaël Horowitz, experto en geopolítica por el gabinete de consultoría en seguridad Le Beck, con sede en Oriente Medio.
"El razonamiento era el siguiente: en una guerra, es preferible combatir primero al enemigo más poderoso y la fuerza de Hezbolá supera de lejos a la de Hamás", añade Calev Ben-Dor, exanalista del ministerio israelí de Relaciones Exteriores.
Ahora, se considera que Gallant, "con razón o sin ella, fue previamente consciente de esa situación porque apostó por la capacidad de Israel de tomar la iniciativa", concluye Horowitz.
"Cohesionador"
A ojos de Ben-Dor, el ministro de Defensa emerge como una figura "responsable", incluso entre los israelíes "que no comparten necesariamente sus opiniones políticas".
"Se percibe que se concentra en la victoria y en el interés nacional (...) más que en la política de bajo nivel", resume este exanalista.
Esta popularidad lo hace más "cohesionador" que su antiguo aliado y primer ministro Netanyahu, apunta Horowitz.
Aunque se unió en 2019 al mismo partido conservador de Netanyahu, el Likud, Gallant entró en política en una formación de centroderecha (Kulanu) y ambos dirigentes han estado a menudo en desacuerdo.
El ministro de Defensa, por ejemplo, se declaró claramente partidario de cerrar un acuerdo de tregua con Hamás que permitiera obtener la liberación de los rehenes en Gaza.
Los israelíes recuerdan todavía el periodo en que fue comandante en jefe de la región sur, que incluye los alrededores de Gaza, en los años 2000.
Fue entonces cuando lideró la operación "Plomo Fundido" en Gaza a finales de 2008 y comienzos de 2009 que causó la muerte de mil 440 palestinos y 13 israelíes.
Desde entonces explica que él buscaba una victoria total contra Hamás y que lo frenaron, señala Horowitz. Esto "puede haber contribuido a esta imagen de hombre militar fuerte, que retrospectivamente tenía razón a la luz de los ataques del 7 de octubre".
MO