El 15 de octubre de 2008, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemoró por primera vez el Día Internacional de las Mujeres Rurales, para visibilizar su contribución al desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.
En México, 93.5% de las mujeres rurales vive en una situación de vulnerabilidad, al no tener acceso a educación, salud y seguridad social, de acuerdo con datos del Coneval en 2018.
Asimismo, el informe Situación general de las mujeres rurales e indígenas de México, publicado por la Coalición Internacional por el Acceso a la Tierra, da cuenta de las condiciones de rezago y desigualdad de este sector de la población: a pesar de que representan 51.5% de los 26 millones de personas rurales en México, apenas 21% son mujeres ejidatarias, en contraste con 79% de hombres.
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El informe recoge el testimonio de Rosenda Maldonado, una abogada otomí de Veracruz, quien afirma que “la Ley agraria es muy limitante, sobre todo al estar redactada en términos masculinos. No hay artículo en específico que diga que las mujeres pueden ser titulares de derecho. No establece de qué manera pueden adquirir tierras por el simple hecho de vivir en una comunidad o en un ejido”.
A pesar de la aportación de mujeres y niñas en la agricultura, la gestión de recursos naturales y el cuidado doméstico, la brecha de género representa un coste real para la sociedad en términos de producción agrícola, seguridad alimentaria y desarrollo sostenible, de acuerdo con la FAO. En 2011, este organismo publicó que sería posible alimentar a 150 millones de personas más en el mundo, si las productoras y trabajadoras agrícolas tuvieran las mismas condiciones que los hombres.
Para conocer más sobre la situación actual del agro mexicano y las acciones para reducir la brecha de género en el sector, no te pierdas el foro “Juntos por el campo mexicano”, el próximo 16 de octubre a las 9:00 horas.