La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advirtió que las personas mayores son las que han padecido de manera más profunda los impactos sanitarios de la pandemia del covid-19, tanto en términos de salud física, como mental, y han sufrido efectos muy negativos sobre su calidad de vida.
Esto es importante porque se estima que para 2050 habrá 2.1 veces más personas mayores que en 2022 y eso requiere acciones de políticas públicas.
“Enfrentan barreras de acceso a los servicios de salud, al mundo del trabajo, la protección social y las tecnologías digitales; para dar respuesta a los impactos de la crisis, necesitamos contar con una nueva generación de políticas públicas para transformar y darle un giro al actual modelo de desarrollo que, junto a la transformación de los sistemas económicos y productivos, priorice el cuidado de las personas y del planeta”, dijo el secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs.
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Durante la inauguración de la Quinta Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento y Derechos de las Personas Mayores, organizada por la Cepal, explicó que el envejecimiento poblacional es uno de los principales fenómenos demográficos en América Latina y en el mundo; en la región, en 2022 viven 662 millones de personas; de ellas, 13.4 ciento (88 millones), corresponde a personas mayores de 60 años.
“En el 2030 esta proporción aumentará a 16 por ciento, 16.5 por ciento para ser más preciso, de la población total; y en el 2050, las personas mayores representarán nueve puntos porcentuales más, hasta llegar a un cuarto de la población (25 por ciento) de la población total; y dentro de la población de 60 años y más, el grupo de edad que crece con mayor dinamismo es de las personas de 80 años y más”, apuntó el titular de la Cepal.
Añadió que en los próximos 30 años, este grupo triplicará su proporción, al pasar de 1.8 de la población total en el 2022, al 5 por ciento en el 2050, cuando se llegará a 37 millones de personas de 80 años y más, pues un gran logro de la región ha sido el aumento de la esperanza de vida, que ha pasado de 48.6 años para ambos sexos en 1950 a 75.1 años en 2019.
No obstante, por el impacto de la pandemia, la esperanza de vida experimentó un retroceso de 2.9 años en el 2021 respecto a 2019, pero para el futuro se espera que la esperanza de vida vuelva a aumentar y llegue a 77.2 años en 2030 y a 80.6 años en 2050.
José Manuel Salazar-Xirinachs resaltó que el incremento en la proporción de personas mayores, así como la prolongación del curso de vida, supone nuevas oportunidades y retos para las sociedades y múltiples desafíos en términos de políticas públicas.
Acciones
Así, aseveró que se debe universalizar el acceso a las personas mayores a la protección social y los servicios de salud de calidad, ya que demasiadas personas mayores no logran acceder a ellos o reciben prestaciones insuficientes; por ejemplo, en 2020, la proporción de personas de 65 años y más en América Latina que recibían pensiones con montos insuficientes, que incluye a quienes no reciben pensiones o al recibirlas tienen montos menores al valor de una línea de pobreza, era de 40.1 por ciento.
El secretario ejecutivo de la Cepal alertó que esta situación es más acentuada entre las mujeres (42.8 por ciento) que entre los hombres (37.6 por ciento) y resulta particularmente preocupante que en ocho de 14 países analizados, más de la mitad de las personas mayores reciben pensiones insuficientes.
Además, agregó, urge también poner énfasis y especial atención al tema de los cuidados, ya que la pandemia del covid-19 además de profundizar los nudos estructurales de la desigualdad de género, ha puesto en evidencia la injusta organización social del cuidado de las personas mayores.
Por tanto, la Cepal hizo un llamado a transitar hacia una sociedad del cuidado y a garantizar los derechos de las personas que necesitan cuidados, así como de las personas que los proveen, que mayoritariamente son mujeres; además, es necesario visibilizar los efectos multiplicadores de la economía del cuidado que entre otros efectos será una de las mayores fuentes de empleo en el futuro.
“Implementar políticas que consideren el tiempo los recursos, las prestaciones y los servicios de calidad, y eliminar la precarización de los empleados relacionados con el sector de los cuidados y los desafíos del envejecimiento atañe también a los mercados laborales, en los cuales las personas mayores tienen dificultades para insertarse en trabajos decentes tanto por los problemas estructurales de nuestras economías, como por la discriminación por edad”, destacó la Cepal.
Agregó que también es necesario abordar en serio la educación a lo largo de la vida, con énfasis en el entrenamiento y el cierre de la brecha digital, y que las personas mayores tengan mayor acceso a internet y puedan hacer uso de las nuevas tecnologías de información y comunicación, así como de las redes sociales.
A esto se suma que las personas mayores demandan mejores entornos de vivienda, servicios básicos y medios de transporte que sean accesibles y amigables, contribuyendo así a su autonomía y plena participación en la sociedad.
“Todo esto significa que debemos impulsar la inclusión del envejecimiento en las agendas de gobierno, mediante la adecuación y modernización legislativa y el fortalecimiento de las instituciones responsables de la coordinación de las políticas nacionales de atención al envejecimiento. Es indispensable fortalecer la capacidad técnica de los países con respecto a los desafíos que conlleva el cambio demográfico y esto incluye reforzar los mecanismos de recolección de información sociodemográfica desagregada por edad, así como por sexo pertenencia, étnico, racial, morbilidad y condición de discapacidad entre otras dimensiones”, dijo Salazar-Xirinachs.
Aunado a reforzar el trabajo colaborativo y el intercambio de experiencias entre las instituciones que atienden los temas que las personas mayores y amplían la participación de las propias personas mayores en el desarrollo de propuestas para mejorar su situación y ejercer sus derechos, finalizó.
AMP