Como lo hace desde que migró a Holanda para asumir la dirección global de asuntos corporativos de Heineken, Blanca Juti, visitó México para reunirse en enero pasado con un grupo de productores de cebada del Bajío para intercambiar con ellos experiencias y conocimientos sobre agricultura.
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La cervecera prevé que para finales de este año 90 por ciento de la cebada que usará en el país será de origen nacional. Para lograrlo es necesario que los productores que trabajan con ellos eficienten también sus procesos, porque además la empresa trabaja con un enfoque sustentable y los métodos de siembra deben estar apegados a la estrategia.
Hasta ahora 40 por ciento de los insumos que usa la cervecera proviene de Estados Unidos y Europa. En México se producen 250 mil toneladas.
“Tenemos tecnología satelital que les puede ayudar a identificar un pedazo de la parcela donde hay un problema; cosas que a ojo no puedes ver, sí lo puedes ver desde el satélite. Problemas de absorción de agua, de plagas o de lo que sea”, explicó la directiva a medios días después de su reunión con los agricultores.
Heineken es una de las muchas trasnacionales que emplean la agricultura 4.0, una combinación de herramientas, aplicaciones, inteligencia artificial, lectura satelital, drones y big data sobre suelos, agua, ecosistemas y clima para eficientar sus procesos.
“Hay tecnologías increíbles como la agricultura de precisión, en donde se va guiando vía satélite. Tú ves el campo planito, lo ves igual, pero el tractor empieza a operar y con precisión satelital te pueden decir cómo está el campo, si hay que soltar más o menos semilla”, detalló Marco Mascarúa, vicepresidente de asuntos corporativos en México de la cervecera.
Con este tipo de tecnologías, dicen los directivos, los agricultores se vuelven más precisos, la producción más eficiente y se protege al medio ambiente.
“Es probable que las nuevas tecnologías agrícolas provoquen mayores reducciones de costos, como por ejemplo se puede mejorar la disponibilidad de información para que los agricultores tengan mejores decisiones, también se pueden mejorar las ganancias de productividad, desarrollar prácticas agrícolas más sostenibles y comprender mejor las cadenas de valor”, considera el análisis Agribusiness, Maximising Value, elaborado por Deloitte.
En América Latina, la agricultura industrial basada en robotización y nuevas tecnologías es liderada por Argentina y Brasil, países con mayor avance de la automatización y digitalización, de acuerdo con datos de Grupo ETC, organismo dedicado a monitorear el impacto de las tecnologías emergentes y las estrategias corporativas sobre la biodiversidad, la agricultura y los derechos humanos. En la lista les siguen Uruguay, México, Colombia, Paraguay, Chile, Bolivia.
De acuerdo con este mismo organismo, los países donde más activamente se promueve la integración a la agricultura 4.0 son México y Costa Rica, con participación directa de los gobiernos de ambos países, instituciones universitarias y otras.
Deloitte afirma que los agricultores del mañana lidiarán con más competencia, por lo que la tecnología será clave para su supervivencia, de ahí que estén dispuestos a pagar por soluciones integradas, lo que es una gran oportunidad para el desarrollo de los agronegocios.
Además, dice la firma, las condiciones climáticas cambiantes y su probable efecto sobre la calidad del suelo y la calidad de producto harán de la tecnología una herramienta insustituible.
ESPERANZA
Aunque la agricultura 4.0 tiene sus principales detractores centrados en el rechazo al uso de transgénicos, sus defensores creen que resolverá los problemas de seguridad alimentaria del futuro.
El Informe mundial sobre las crisis alimentarias 2019, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Programa Mundial de Alimentos, concluye que alrededor de 113 millones de personas en 53 países experimentaron inseguridad alimentaria aguda en 2018.
Aunque la cifra de 113 millones fue ligeramente inferior a los 124 millones que se registraron en 2017, se trató del tercer año consecutivo en que la cifra se situó por encima de los cien millones de personas. Además, otros 142 millones estaban en la antesala de igual destino. En total, 821 millones de personas sufrieron hambre de forma crónica en 2018.
Los resultados obedecieron en gran parte al cambio climático.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo, aunque se han dedicado esfuerzos considerables al desarrollo de tecnologías y prácticas que puedan ayudar al sector agrícola a adaptarse a los impactos del clima, “la absorción de estas tecnologías y prácticas amigables con el clima, permanece baja”.
CLAVES
PAÍSES LÍDERES
Los países donde más activamente se promueve la integración a la agricultura 4.0 son México y Costa Rica.
RETO DE LA INDUSTRIA
En 2018, 113 millones de personas en 53 países experimentaron inseguridad alimentaria aguda.
NECESIDADES
Las condiciones climáticas cambiantes y efecto sobre la calidad del suelo harán de la tecnología una herramienta insustituible.