Amazon está en búsqueda de su nueva sede

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Amazon continúa con la búsqueda de su segunda sede HQ2, en medio de acusaciones de evasión fiscal y favoritismo de varios senadores.

"No hay garantía de que la nueva generación de candidatos progresistas que ganen las elecciones en noviembre sea tan amistosa con las grandes empresas
Rana Foroohar
Ciudad de México /

A medida que Amazon se dirige a una valoración de un billón de dólares, la compañía, por lo general, habla suavemente y lleva un gran garrote. El director ejecutivo, Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, se mantiene callado, ya que Donald Trump acusó a su compañía de todo, desde evasión fiscal hasta la destrucción del servicio postal de Estados Unidos (EU). 

Pero la crítica de progresistas como Bernie Sanders es otra historia. Hace dos semanas, Sanders dijo que muchos de los trabajadores de la compañía están en asistencia pública, y que planea introducir una legislación para que las grandes compañías, como Amazon, paguen por la reducción del costo de los bajos salarios al Estado. Amazon respondió que los comentarios del senador de Vermont eran “engañosos”, y alentó a los empleados a compartir sus historias con él. 

Y deberían, porque esto ayudaría a abrir la caja negra del minorista en línea. La compañía está por cumplir un año buscando su segunda sede HQ2, un concurso muy publicitado, pero opaco entre las ciudades que buscan albergarla. 

Amazon dice que planea elegir una ciudad sobre una base de parámetros, que incluyen la calidad de la infraestructura, el capital humano y el transporte. Sin embargo, rechazó muchas ciudades que tienen una buena calificación en esas áreas y exigió a los funcionarios que firmen acuerdos de confidencialidad sobre los detalles de sus ofertas. La lista actual de finalistas parece inclinarse hacia ubicaciones con importantes senadores estadounidenses, y las que incluyeron miles de millones de dólares en créditos fiscales y otros subsidios en sus ofertas. 

Mientras tanto, Amazon aseguró un acuerdo de adquisición muy inusual con los gobiernos locales de EU, en el que comprará todos los suministros de oficina y aulas para 1,500 agencias públicas, pero no tendrá que garantizar los precios fijos de los productos. Las compras se realizarán a través de “precios dinámicos”, en los cuales los cargos finales dependen de las ofertas que presenten los proveedores en la plataforma de la tienda en línea. 

Es un impresionante ju-jitsu corporativo, al tener en cuenta que el objetivo de un contrato de compra a granel es garantizar los precios competitivos para el sector público, agrupando la demanda. 

Amazon afirma que ofrece descuentos, pero un estudio que realizó el Instituto para la Autonomía Local, concluyó que un distrito escolar de California habría pagado entre 10 y 12% más si hubiera comprado en Amazon

Esto suma tres cosas. En primer lugar, empresas como Amazon, que pueden aprovechar los datos y el efecto de la red no solo para jugar en el mercado sino para convertirse en el mercado, son como la casa de un casino de Las Vegas. Ellos siempre ganan.

Las ciudades que ofrecen subsidios para atraer grandes sedes pueden ver ganancias a corto plazo, pero el resultado final casi siempre es negativo. Un estudio reciente encontró que 70% de ese tipo de subsidios caen en la categoría de desgravaciones fiscales a la propiedad y créditos fiscales para la creación de empleo. Las grandes empresas pagan menos por sus bienes inmuebles y el capital humano se ve socavado. 

La competencia por la HQ2 de Amazon se realiza en un momento en que los estados están menos preparados para una desaceleración económica; es el momento equivocado para que los líderes locales hagan que sus arcas de impuestos mueran de hambre para enriquecer a una empresa tan rica. 

En segundo lugar, veo paralelismos en el comportamiento de Amazon con las prácticas de créditos de algunos grupos financieros antes del colapso de 2008. Utilizaron precios dinámicos, en forma de préstamos hipotecarios subprime a tasa variable, y explotaron las enormes asimetrías de información en la venta de valores, respaldados por hipotecas y complejos acuerdos de deuda con inversionistas incautos. 

De hecho, veo cada vez más paralelismos entre las tiendas en línea y las instituciones financieras. Al igual que un gran banco de inversión, Amazon puede crear un mercado y participar en él. 

Estas empresas necesitan una regulación sistémica para evitar que aprovechen injustamente esas ventajas. El reciente documento técnico del Senador Mark Warner sobre la regulación de la tecnología de plataforma apunta a “deseconomías de escala: externalidades negativas que soportan los usuarios y la sociedad como resultado del tamaño de estas plataformas”. La comparación me recuerda el problema de riesgo moral que plantean los bancos “demasiado grandes para quebrar”. 

Finalmente, el comportamiento de Amazon sugiere que sus líderes viven en una burbuja cognitiva. La compañía llegará a un acuerdo con un político desesperado en una de las ciudades candidatas a su segunda sede HQ2. Pero las viejas maquinarias políticas están muriendo. No hay garantía de que la nueva generación de candidatos progresistas que ganen las elecciones el próximo mes de noviembre sea tan amistosa con las grandes empresas. 

Amazon tiene un gran garrote. Pero el que tengan los populistas en los próximos años puede ser más grande.



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