Tal vez conozcas a alguien así, o quizá te haya sucedido que un buen día tienes unas ganas incontrolables de comprar algún objeto. Son tantas y tan fuertes que comienzas a pensar mucho tiempo en esa cosa o en la compra misma; duermes menos y hablas solo de eso cada que puedes, y después, cuando la compras, te sientes como un cazador que atrapó a su presa: la adrenalina corre por tus venas y nada más importa, solo ese objeto. Estás en un estado de frenesí.
Después, esa sensación pasa y te das cuenta de que aquello que conseguiste fue un gasto innecesario o que no cuentas con dinero suficiente para liquidar fácilmente esa compra, entonces viene la culpa y luego la desesperación y tristeza profundas por haber cedido al impulso.
Si te has identificado con la situación anterior, podrías catalogarte como comprador compulsivo y estar viviendo con oniomanía. Este es el término que se utiliza para designar a las personas que no pueden controlarse al momento de comprar, les es difícil parar.
- Te recomendamos Las ofertas que más te convienen en el Buen Fin Buen Fin
Este trastorno se ve influenciado por la idea de que “tener más es mejor” y “mientras más tienes, más vales”. Simplemente basta con ver la cantidad de publicidad en la que las personas sonríen y son felices con productos que difícilmente utilizaríamos en la vida cotidiana, pero estas imágenes incrementan la sensación de que lo necesitamos, aunque no sea así.
La necesidad que se genera puede compararse con la adicción al juego. Lo descrito al inicio de este artículo es similar al ciclo por el que pasan las personas que viven con ludopatía, pues anhelan y solo piensan en el juego, entran en frenesí para conseguir dinero y gastarlo y, posteriormente, se recriminan por haberlo hecho de nuevo; paran un tiempo y después vuelve a suceder, es un asunto cíclico.
Se estima que las mujeres son quienes más pueden presentar estos episodios en comparación con los hombres; sin embargo, a ambos les pasa. La diferencia significativa es que las mujeres suelen comprar zapatos, ropa o servicios de belleza, mientras que los hombres, generalmente, adquieren aparatos electrónicos o gadgets.
Lo dice
"Comprar no es un problema cuando se realiza con medida y contando con los medios para liquidar las deudas sin que se presente un sacrificio".
¿Cómo identificar si estás viviendo con una situación así?
Antes que nada, tienes que auto observarte; si notas que tienes pensamientos constantes, involuntarios, irresistibles y que parecen no tener sentido acerca de un objeto o la acción de comprar algo que no necesitas, dándote cuenta de que tomas demasiado tiempo para estar en esos pensamientos y te pierdes de situaciones laborales o sociales y familiares, es una enorme señal de alerta.
También pon atención a lo que la gente cercana te dice, si algún familiar o amigo comenta que te ha notado distante o con poco interés por las actividades sociales o que solo hablas de comprar y “ya hartas con ese tema”, también es un enorme cartel de precaución.
Comprar genera placer inmediato, y en muchas ocasiones nada más hace que las personas llenen sus viviendas con objetos que no necesitan, pero los guardan o terminan, en el mejor de los casos, devolviéndolos a las tiendas. A veces no es posible.
¿Qué hacer si crees que estás viviendo con oniomanía?
Lo primero es reconocer que esta situación puede convertirse en un problema mayor, si aún no lo es. Acércate a una persona profesional de la salud capacitada en psicología y con especialidad en adicciones para que, en conjunto, realicen una valoración y generen un plan de tratamiento. En nuestro país hay diversas instituciones que brindan este servicio.
Si detectaste que esto te sucede o conoces a alguien que lo viva, acércate a las instituciones de salud mental gubernamentales o privadas. Considera que también algunas universidades cuentan con clínicas de atención a la población.
Comprar no es un problema cuando se realiza con medida y contando con los medios para liquidar las deudas sin que represente sacrificar otros aspectos importantes del ingreso personal o familiar; sin embargo, hacerlo descontroladamente sí que lo es.
Recuerda: cuidar tu salud también es cuidar la de las personas a las que amas.