El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que la frecuencia y la gravedad de los desastres provocados por el cambio climático podría poner en peligro la estabilidad financiera mundial, por lo que está prestando cada vez más atención a los riesgos de este elemento y tiene como objetivo impulsar los esfuerzos en torno a las pruebas de estrés del cambio climático en todas las economías.
De acuerdo con lo planteado en el Reporte sobre la Estabilidad Financiera Mundial, se pronostica que las futuras emisiones de gases de efecto invernadero conducirán a un calentamiento de aproximadamente tres grados centígrados para fines de siglo.
Se espera que el cambio climático inducido por este nivel de calentamiento afecte negativamente el stock mundial de activos naturales, provoque un aumento significativo del nivel del mar y aumente la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos.
Además, los fenómenos meteorológicos extremos, o los riesgos climáticos, pueden convertirse en desastres que causan la pérdida de vidas y existencias de capital, así como interrupciones en la actividad económica.
Desde la perspectiva del riesgo físico, indicó el FMI, el cambio climático puede afectar la estabilidad financiera a través de dos canales principales; primero, un peligro climático puede convertirse en un desastre si ocurre en un área donde la exposición es grande y la vulnerabilidad es alta.
Tal desastre afecta a los hogares, las empresas no financieras y el sector gubernamental a través de la pérdida de capital físico y humano, causando choques económicos que posiblemente pueden ser significativos.
En tanto, las empresas del sector financiero están expuestas a estos choques a través de su actividad de suscripción (aseguradoras), actividad de préstamos (principalmente bancos) y las tenencias de cartera de valores afectados (todas las empresas financieras).
Las instituciones financieras también podrían estar expuestas al riesgo operativo (como en los casos en que sus estructuras, sistemas y personal se ven directamente afectados por un evento) o al riesgo de liquidez (si un desastre desencadena un retiro considerable de los depósitos de los clientes).
En segundo lugar, abundó el FMI, los inversionistas forman creencias sobre el riesgo físico, con el resultado de una combinación de riesgos climáticos, exposiciones y vulnerabilidades, así como la cobertura del seguro (y la distribución de riesgos de manera más amplia, incluso a través del gobierno) en varios horizontes de tiempo en el futuro.
La teoría estándar de fijación de precios de activos, señaló el organismo, sugiere que los inversionistas deberían exigir una prima por mantener activos expuestos a un aumento futuro del riesgo físico inducido por el cambio climático. En otras palabras, estos activos deberían tener un precio más bajo en comparación con los activos con características similares pero no expuestos a este cambio en el riesgo físico.
Sin embargo, debido a que la naturaleza del riesgo es a largo plazo y depende de interacciones complejas entre variables climáticas y desarrollos socioeconómicos que son difíciles de modelar, es posible que los mercados no valoren correctamente el riesgo físico futuro, lo que podría conducir a una mala asignación de capital e ineficiencia económica.
Quizás más importante desde una perspectiva de estabilidad financiera, un cambio repentino en la percepción de los inversores de este riesgo futuro podría conducir a una caída en los valores de los activos, generando un efecto dominó en las carteras de los inversionistas y los balances de las instituciones financieras.
srgs