Para acelerar la adopción del hidrógeno verde en México, en el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen) 2023-2037 se plantea la conversión progresiva, entre 2033 y 2036, de mil 24 megavatios (mw) de capacidad de ciclos combinados para que empleen una mezcla de 70 por ciento gas natural y 30 hidrógeno verde para generar electricidad con el propósito de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de este tipo de centrales.
De acuerdo con información del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), refleja la necesidad del gobierno mexicano de cumplir con su compromiso de generar el 35% de la energía eléctrica a partir de fuentes limpias.
Los ciclos combinados son una parte importante de los sistemas de generación en México, de acuerdo con la Secretaría de Energía (Sener); por tecnología, los ciclos combinados son los mayores generadores eléctricos con una capacidad instalada de 25 mil 627 mw.
¿Cómo funciona un ciclo combinado?
De acuerdo con la empresa Iberdrola, para que se pueda producir electricidad en una planta termoeléctrica, se requiere tener una fuerza que mueve las aspas de una turbina, misma que acciona el rotor de un generador. La energía mecánica que se imprime a la turbina es transformada en energía eléctrica. La fuerza inicial que se requiere para dar movimiento a la turbina puede ser proporcionada por combustibles como carbón, combustóleo, diésel, gas, gas natural o uranio.
Las plantas de ciclo combinado se inscriben en la categoría de termoeléctricas, con la diferencia de que su proceso combina dos ciclos que operan de manera consecutiva: el de una turbina de gas natural y el que opera con una turbina de vapor.
“La primera turbina se mueve gracias a la combustión de gas natural, que permite activar el generador; derivado de esta energía, se produce el calor necesario para obtener vapor, mismo que mueve la segunda turbina que activa de nuevo el generador”, explicó la empresa.
Iberdrola señaló que el rendimiento en las centrales de ciclo combinado es superior al 60 por ciento frente a una central convencional o de combustóleo, lo que significa que con un menor consumo de energía primaria (gas natural) se logra una mayor producción de energía eléctrica.
Además existen menores emisiones de contaminantes altamente dañinos para el ambiente y el ser humano, derivado de que el gas natural es un combustible más limpio que el carbón, combustóleo, diésel y demás derivados del petróleo usados en muchos casos para producir electricidad.
En comparación con una planta tradicional a base de combustibles fósiles, las de ciclo combinado le ahorra al ambiente y a los seres humanos 100 por ciento de las emisiones de dióxido de azufre (SO2), óxido de nitrógeno (NOx) y 50 por ciento de las de dióxido de carbono (CO2).
“Adicionalmente, el transporte y suministro del combustible principal para estas plantas se hace a través de un gasoducto enterrado, por lo que se evita el impacto derivado de la circulación de camiones o trenes de aprovisionamiento de carbón o combustóleo”.
Pese a los beneficios señalados tanto en eficiencia como en medio ambiente, en ningún país los ciclos combinados se consideran como una fuente de generación de energía limpia, y aunque existen eficiencias en el proceso de generación y el gas natural es conocido como un combustible de transición, continúa siendo fósil.
EDD