El consumo fue un importante factor de la recuperación para la economía mexicana en los últimos años, apuntó el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (Ceesp); pero también mostró señales de debilitamiento a lo largo de 2023.
En su reporte semanal, el grupo apuntó que después de reportar tasas de crecimiento cercanas a 10 por ciento a finales de 2022, tanto las ventas al menudeo como el indicador de servicios iniciaron una tendencia a la baja. En noviembre, mes con las cifras más recientes, se observaron avances de 3 y 2 por ciento, respectivamente.
Las remesas familiares, que son una parte importante del ingreso y del consumo de muchas familias, también parece desacelerarse. Hacia finales del 2023 su ritmo de crecimiento se ha reducido de manera importante.
Medidas en dólares, las remesas crecieron a una tasa anual de 2.1 por ciento, su segundo avance más bajo (después del reportado en noviembre) desde mayo de 2020. Medidas en pesos, registraron una caída de 10.5 por ciento, con lo que acumularon diez meses consecutivos con tasas negativas.
Un aspecto positivo es el hecho de que a pesar del leve repunte de la inflación en enero su tendencia se mantiene a la baja; sin embargo, podría tardar más de lo previsto para lograr la inflación objetivo de Banxico (3 por ciento).
La evolución de los principales indicadores macroeconómicos anticipa un menor dinamismo para el presente año que ya se refleja en las expectativas de los especialistas. Los pronósticos más recientes anticipan un crecimiento del PIB de 2.4 por ciento para 2024 y de 2 por ciento para 2025.
El escenario para el presente año es complejo, en especial por la actividad electoral que habrá durante la primera mitad del año y que generalmente propicia una mayor cautela de la actividad productiva, lo que finalmente podría reflejarse en un avance más modesto, que se extenderá al 2025, primer año del siguiente gobierno y un año de aprendizaje.