En 1859, Charles Dickens señaló en su novela Historia de Dos Ciudades que la Revolución Francesa se sentía como el mejor y el peor de los tiempos para estar vivo, ya que fue una era tanto de sabiduría como de ignorancia, “la época de creer… la época de la incredulidad”. Una descripción similar podría aplicarse al periodismo occidental en la actualidad, ya que navega por revoluciones paralelas: la tecnológica —el internet— y la política —el populismo—.
Los aspectos del peor de los tiempos son evidentes
Durante la última década, los medios de comunicación se han enfrentado a un fuerte impacto económico, ya que las plataformas digitales pusieron de cabeza sus modelos de publicidad y de negocios del siglo XX. En 2006, los periódicos estadounidenses tradicionales generaron 49,000 millones de dólares (mdd) en ingresos por publicidad, después de varias décadas de aumentar las ganancias, de acuerdo con Pew Research Center.
En la actualidad, los ingresos se redujeron a la mitad, ya que los anunciantes cambiaron del mundo impreso al digital, el cual no solo incluye a los nuevos rivales (como el sitio web de noticias e información, Axios), sino tambíen a las plataformas y motores de búsqueda. Pew Research calcula que plataformas como Facebook, Google, Twitter y Amazon se quedan con dos tercios de todos los dólares de publicidad.
Los periódicos trataron de compensar esto al moverse para estar en línea y aumentar los ingresos por suscripciones. Para algunos, esto funcionó, pero la circulación de la información impresa se redujo a la mitad desde su punto máximo de alrededor de 60 millones en 1990 a casi 30 millones en la actualidad.
Si bien el consumo digital de noticias se disparó, el campo cada vez está más abarrotado. No sorprende que eso desató una feroz reestructuración de empleados, y redujo la fuerza laboral de alrededor de 70,000 en 2008 a casi 40,000 en la actualidad.
El Dato.65%
de las personas en EU y Europa dijeron que confiaban en los medios tradicionales, en 2019.
Un golpe a la credibilidad
Además del golpe económico a largo plazo, los periódicos se enfrentan a un golpe político y social. No solo el presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, calificó a los periodistas como enemigos, sino que su credibilidad entre los electores también se desmorona.
De acuerdo con la encuesta anual que realiza Edelman, el grupo de relaciones públicas, hace una década, cuando pegó la crisis financiera, los medios convencionales mantuvieron un nivel relativamente alto. Así que, mientras la confianza del público en las instituciones, como los bancos y el gobierno, se colapsó en 2009 y 2010, la confianza en los medios al principio fue estable.
Sin embargo, hace tres años, la credibilidad de los medios también cayó, y quedó cerca de los niveles que tienen los banqueros. Esto se debe, en parte, al ascenso de las redes sociales, que creó un ambiente de empoderamiento entre los consumidores, lo que los llevó a confiar en su grupo de pares, en lugar de los expertos.
Otro resultado sorprendente en la encuesta de Edelman de 2017, fue que los encuestados dijeron que confían más en las redes sociales y medios propios que en el periodismo tradicional.
Un factor detrás es la campaña deliberada de Trump para erosionar la credibilidad de los medios mediante una serie de críticas despectivas que envía directamente a sus seguidores, evitando así los canales tradicionales del periodismo.
El volumen total, a todas horas del día y la noche, de los tuits agresivos de Trump, dejó a muchas áreas de los medios con una sensación de desestabilización y a sus ejecutivos a la defensiva.
No obstante, a medida que avanzamos en 2019, parece que la imagen podría cambiar; o, más en específico, después de la sensación inicial del choque de las revoluciones tecnológica y política, la industria de los medios no solamente se adapta, sino que también se une.
Este año, 65% de las personas en EU y Europa dijo que confiaban en los medios tradicionales, el doble de los que confiaban en las redes sociales y ligeramente por encima del nivel de confianza de los buscadores. Esta es la diferencia más grande que se ha visto. Asimismo, 73% de los encuestados dijo que les preocupa las noticias falsas.
Mientras tanto, el nivel de participación con las noticias aumentó 22 puntos, de 50 paso a 72%, con un aumento particularmente marcado entre las mujeres estadounidenses y europeas.
Sin duda, esto se distribuye de manera desigual. En EU, la confianza entre los Demócratas, por ejemplo, es dramáticamente más alta que entre los Republicanos, —69% y 33%, respectivamente—.
Los datos de Edelman sugieren que las mujeres están más comprometidas que los hombres. Además, hay pocas señales de que los lectores que están desconectados y son activamente hostiles a los medios tradicionales vayan a cambiar pronto su postura, sobre todo al tener en cuenta los constantes ataques de políticos como Trump.
Como puede observar un crítico de los medios de comunicación, este es solo un conjunto de hallazgos. Pero parece indicar que las tendencias van en aumento.
Con la reciente ola de escándalos de manipulación y privacidad de las redes sociales, muchos usuarios quedaron desencantados con ese tipo de plataformas. Y si bien las primeras críticas políticas a los medios provocaron un estado de ánimo defensivo e introspectivo, ahora parece estar impulsando a la industria .
El apoyo al consumidor aumentó
Durante el año pasado, publicaciones como The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal y, de hecho, el Financial Times registraron fuertes aumentos en el número de suscripciones en línea y de circulación.
Los medios de comunicación ha experimentado cada vez más con nuevas formas para hacer contenido periodístico, como los podcasts. De hecho, si tuvieras que juzgar el estado de los medios a partir de su ola de investigaciones y el mayor consumo público de contenido, algunos podrían argumentar que este es realmente el mejor momento para ser un periodista.
¿Se traducirá esto en un modelo de negocio saludable? Algunas publicaciones, como The New York Times y el FT, informan que el aumento de las suscripciones digitales le da un impulso al crecimiento de los ingresos. Otros, como The Washington Post, son más evasivos al hablar de sus ingresos, en parte porque tienen el apoyo de propietarios casi filántropos.
Mientras que The Guardian aprovecha la ola de lealtad del consumidor, al solicitar a los lectores que hagan donaciones. Está claro que es poco probable que las revoluciones paralelas de tecnología y política terminen pronto. Al mismo tiempo, la satanización de Trump y otros líderes populistas hacia los medios tradicionales demostró ser un dispositivo de mercadotecnia efectivo para la causa del periodismo.
Ahí está la paradoja de 2019 y una señal de que esta historia todavía tiene mucho camino por recorrer.
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