¿Cuál es el futuro del dinero en la era digital? Este fue el tema de un evento en el Instituto Peterson de Economía Internacional hace dos semanas. Este seminario fue el punto intelectual culminante de mi tiempo en las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en Washington. “Es complicado” es la primera respuesta a la gran pregunta. “Es realmente importante” es la segunda, especialmente desde el proyecto Libra de Facebook.
Esta nueva idea obligó a los responsables de las políticas a pensar mucho (y con justa razón). El dinero es demasiado importante para dejarlo solamente en manos del sector privado. Al igual que las leyes, es un bien público fundamental.
El Estado siempre ha supervisado el dinero y debe seguir así. Lael Brainard, una gobernadora de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), dejó en claro que así será, en un excelente discurso durante el evento. Sin embargo, el banco central de EU no es el único que piensa en estos nuevos participantes del sistema monetario.
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Mejoras en la arquitectura financiera
¿Cómo deberían hacerlo? En el panel del que fui moderador, Hyun Song Shin, del Banco de Pagos Internacionales, hizo una distinción entre la “arquitectura” del sistema monetario y la “tecnología” que lo habilita. El sistema monetario actual ofrece un ejemplo. La mayor cantidad del dinero que usamos es el subproducto de los préstamos de instituciones privadas (bancos). Así, nuestro dinero consiste principalmente en las deudas transferibles de los bancos a los titulares de las cuentas. Hace un siglo, las cuentas estaban en papel. Ahora se encuentran en registros electrónicos. Pero la arquitectura no ha cambiado.
Entonces, ¿estamos viendo un cambio en la arquitectura o simplemente en la tecnología? Para responder a esta pregunta, es útil recordar las tres funciones del dinero: unidad de cuenta, almacén de valor y medio de pago. En la actualidad, la unidad de cuenta la establece el Estado, pero el almacén de valor y los sistemas de pago en gran medida los proporcionan los bancos.
En este contexto, hay que considerar tres formas de dinero digital: las criptomonedas; los sistemas de pagos digitales establecidos, como Alipay de Alibaba, y Libra de Facebook.
Las criptomonedas ofrecen nuevas unidades de cuenta, almacén de valor y medios de pago. Por lo tanto, también ofrecen una nueva arquitectura para la creación y el uso del dinero. Pero es una arquitectura pésima. Como lo expresó Brainard en su discurso: “Las primeras iteraciones de las criptomonedas exhibieron una volatilidad extrema, capacidad de rendimiento limitada, costos de transacción impredecibles, gobernanza limitada o nula y transparencia limitada”. Son una fantasía anarquista.
Sin embargo, los nuevos sistemas de pago son reales y grandes. De acuerdo con Brainard, “en China, los consumidores y las empresas participan en dos redes móviles, Alipay y WeChat Pay, que según algunas cuentas manejaron más de 37,000 millones de dólares (mdd) en pagos móviles el año pasado”.
Como mínimo, estos sistemas transfieren pagos minoristas a los participantes nuevos. Pero, como se argumenta en un importante artículo de Markus Brunnermeier y Harold James (ambos de Princeton) y Jean-Pierre Landau (de Sciences Po), los sistemas de pagos digitales también pueden crear potencialmente ecosistemas rivales, con pagos vinculados a redes de datos, con la banca y la gestión de activos como funciones subordinadas.
Sin embargo, si bien estos sistemas cambian la forma en que se realizan los pagos minoristas, sus implicaciones para el sistema monetario deben mantenerse en proporción.
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Estos proveedores utilizan depósitos de bancos, o del banco central, como depósitos de valor. Además, los saldos de pagos de Alipay y WeChat solo representan alrededor de 2% de los depósitos bancarios en China. Sobre todo, los pagos mayoristas hacen que los minoristas se vean pequeños. Dadas las fluctuaciones de un solo día y la escala, los mercados mayoristas dependen del crédito de un solo día del banco central. No pueden operar sobre una base de “efectivo por adelantado”.
No obstante, Libra promete un nuevo sistema de pago global amparado por una “moneda estable”, respaldada de manera no transparente por activos denominados en monedas nacionales. Esto plantea una serie de problemas: lavado de dinero; financiamiento del crimen y terrorismo; protección al consumidor; el efecto sobre la política monetaria y la estabilidad; impacto en el sistema bancario, y efectividad de la regulación global. “Muévete rápido y rompe cosas” es el último lema que el mundo necesita en las finanzas. Además, Facebook no ha demostrado ser digno de confianza, por decirlo con suavidad.
Revolución en dinero digital
¿En dónde quedan los gobiernos, bancos centrales y reguladores con esto? Espero que sean vigilantes. Pero también necesitan reconocer nuevas oportunidades para pagos más rápidos y más baratos, sobre todo transfronterizos, y una mayor inclusión financiera. Sin embargo, hasta el momento las criptomonedas están sobrevaloradas, las nuevas plataformas de pago son útiles y Libra causa preocupación.
Sin embargo, en este nuevo mundo digital, los bancos centrales también deben preguntarse si y cómo crear su propio dinero digital. Esto no debería ser solo para reemplazar el efectivo en papel que cada vez se ve más anticuado (actualmente una tecnología de 1,000 años), sino también para competir con los depósitos bancarios comerciales.
Así como internet terminó siendo más una fuente de control gubernamental mejorado que una de mayor libertad, como esperaban los libertarios hace dos décadas, la revolución en el dinero digital podría permitir al banco central sustituir los pasivos de los bancos privados con los suyos. De esta manera, el señoreaje de la creación de dinero, que ahora disfruta la banca privada, se transferiría de nuevo a los contribuyentes.
La Fed no tiene la intención de seguir este camino. Pero Suecia está pensando en hacerlo, como dijo Stefan Ingves, gobernador del Riksbank, durante el seminario del Instituto Peterson. Otros más pueden seguir sus pasos.
Algunas de las nuevas ideas pueden resultar mucho menos revolucionarias de lo que muchos esperaban. Algunas pueden ser rechazadas por completo. Pero otras parecen mucho más valiosas, especialmente la propuesta de moneda digital del banco central.
Eso podría transformar los sistemas monetarios que conocemos, lo que podría ser algo realmente bueno. Dejen que las tecnologías digitales alimenten la experimentación, con cautela.