Mayor productividad, rescatar de la pobreza al campo y procurar la seguridad alimentaria del país son los tres ejes con los que Víctor Villalobos lidera la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), misma que ahora ve desactivada la posibilidad de un panel de controversia bajo el T-MEC porque México frenó la importación de maíz transgénico para uso alimenticio en un segundo decreto.
En entrevista con MILENIO resaltó algunos de los retos que sortea al frente de la dependencia, pero destacó que el reclamo de los agricultores de Estados Unidos que demandan pago por daños por más de 9 mil 100 millones de dólares debido al cierre en frontera a este producto, ya no tiene sustento.
Con la experiencia que dejan 40 años como ingeniero agrónomo y un doctorado en morfogénesis vegetal, además de su paso por organismos internacionales, Villalobos busca regresar algo de lo aprendido a México.
¿En qué van las consultas por prohibir el maíz transgénico?
En realidad venía porque el Presidente dio la instrucción a través de un decreto, firmado a finales de 2020, de regular la importación de maíz transgénico.
Ese fue sustituido por otro decreto publicado a principios de este año, donde queda claro que hay una absoluta prohibición de la importación de maíz blanco para producción de tortilla, pero libera la importación para la industria pecuaria.
El tema de agricultura en términos bilaterales, con este nuevo decreto, no tiene ya ningún tema de discusión.
Ahora las autoridades de Estados Unidos trabajan con sus contrapartes mexicanas en el tema de salud, porque existe la necesidad de comprobar que no afecta la salud humana.
¿Cómo va el abasto de maíz?
Casualmente, en el tema del maíz blanco para consumo humano somos un país altamente consumidor y autosuficiente.
El que es para la industria pecuaria y de derivados, estamos importando 17 millones de toneladas, fundamentalmente de Estados Unidos. Lo que es pecuario, va a la porcicultura, avicultura y algo a bovinos.
También el maíz se usa en la farmacología, como el excipiente en una pastilla, más de 90 por ciento es almidón de maíz.
Además, en la fructuosa como edulcorante, y así hay como 65 industrias que lo demandan como materia prima.
Los agricultores de EU hablan de daños por más de 9 mil 100 millones de dólares; si México pierde el panel, ¿eso pagaría?
Esa potencial amenaza existía antes de que saliera el segundo decreto. Yo estuve recientemente en una reunión con 40 ministros de agricultura en Washington y solicité conversar con el presidente de la Comisión de Agricultura de Estados Unidos, republicano por cierto, en el capitolio.
Le expliqué cuál fue la instrucción del Presidente y quedó muy satisfecho y además me hizo el comentario de que lo compartiría con la comisión para que estas especulaciones no se sigan dando por parte de ellos.
Claramente, el Presidente puso en contexto que no hay conflicto en la importación de maíz con destino a la agroindustria. Al quedar fuera de discusión, ya no es un argumento.
¿Cuándo se define el tema?
Entiendo que el plazo para las respuestas que hizo el departamento de comercio de Estados Unidos, se viene prolongando y está en el acopio de elementos para sustentar la posición de México, que llevan la secretarías de Salud y la de Economía. Entiendo que habrá reuniones bilaterales con las contrapartes para poner sobre la mesa las respuestas.
¿Ya no hay riesgo de panel?
Estados Unidos quiere aclarar que no existe un daño a la salud humana (por los transgénicos). Creo que esto no debería llegar hasta un panel. Pero está del lado de la secretaría de Salud y de Economía el demostrarlo.
¿Cuáles son los retos antes que acabe el sexenio?
El primero sería continuar garantizando la seguridad alimentaria a la sociedad mexicana, que crece y demanda nuevos productos de calidad.
Segundo, el rescate al campo de la pobreza en que se encuentra. Es un tema que debemos seguir trabajando.
Y tercero, la agricultura como la manejamos tiene un importante impacto ambiental. Si no tomamos en cuenta la necesidad de ser mucho más cautos en el uso del recurso hídrico y del manejo de los suelos, difícilmente vamos a cumplir con las expectativas para demostrar que la agricultura es parte de la solución.
¿Y la seguridad alimentaria?
Cada año monitoreamos la cantidad de alimentos que produce el país. El año pasado logramos 297.6 millones de toneladas, que es una cifra récord, y cada año esto se incrementa. Estimamos que este año se rebasarán 300 millones de toneladas. Del total, la agricultura es la que en más alta proporción aporta; luego sigue la ganadería en sus diferentes formas de producción, y finalmente la pesca y la acuacultura.
Por inflación, el gobierno abrió las importaciones, ¿qué tanto afectó esto?
Para garantizar la alimentación, el Presidente tomó la decisión, en términos de accesibilidad y precio, de complementar la producción nacional con la que se importa, particularmente en granos. En otros productos es muy poca la entrada. Las empresas que quieran exportar a México, tienen una normatividad fitosanitaria que cumplir.
¿Cuánto se avanza en que empresas grandes integren a pequeños productores?
La agricultura comercial nos da de comer a 130 millones de mexicanos y también atienden la exportación; pero la agricultura familiar con avances como el fertilizante, el acceso a tecnología, está generando excedentes para colocar productos en los mercados locales. Yo diría que en términos reales, esta pequeña agricultura aporta casi 50 por ciento de los productos.