Carlos Ghosn celebró el décimo aniversario de la alianza Renault-Nissan en 2009, no solo ignoró la recesión mundial, emitió un comunicado de autoconfianza en el que se enumeraban los 10 grandes logros de la cooperación franco-japonesa. En marzo pasado, cuando la alianza llegó a su vigésimo aniversario, nadie en Renault o Nissan se molestó en enviar un correo electrónico para señalar el acontecimiento.
El contraste en la conmemoración de los dos aniversarios captura perfectamente el estado de crisis que golpea a la alianza después del arresto de Ghosn.
Se cerraron por completo varias funciones compartidas, en particular en las áreas de comunicación y la oficina del director ejecutivo, que simbolizaba el control de Ghosn sobre su imperio.
Durante 20 años, la unión fue el estandarte bajo el cual operaron dos de las compañías automotrices más grandes del mundo, a menudo con éxito y con frecuencia para la envidia de la industria.
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Alianza incierta
El descenso constante en los precios de las acciones de Renault y Nissan desde el arresto de Ghosn, dicen los inversionistas, confirma su reputación, pero también plantea la pregunta de si la unión fue una auténtica potencia o una expresión irrepetible de la habilidad del exdirectivo.
No es la única interrogante. Algunos se preguntan si las diferencias culturales se tensaron hasta su límite, al grado que el dúo regresó a un estado natural de desconfianza. Y después de varios intentos fallidos de fusión entre ambas automotrices y la caótica ruptura de las conversaciones entre Renault y Fiat Chrysler en junio, ¿puede garantizarse la supervivencia de la alianza?
El impacto de que se desplome la asociación tendría repercusiones en el sector automotriz, en primer lugar, cuando dos de las más grandes empresas de autos absorben las pérdidas iniciales que vienen con la ruptura, además de la enorme inversión y la estrategia que se requiere para enfrentar al mundo por separado.
Eso provocaría un reajuste global, dicen analistas, ya que Nissan y Renault persiguen acuerdos por su cuenta, o reciben ofertas por separado. Sin embargo, surgiría el símbolo devastador de un colapso: la ruptura de un plan que durante 20 años demostró que las automotrices pueden escalar y colaborar sin embarcarse en una fusión total.
Las señales, dicen los analistas, no son prometedoras. El panorama a largo plazo para la alianza, dice Nobumichi Hattori, un exempleado de Nissan, es muy negativo. Ni Jean-Dominique Senard, el presidente de Renault, ni el CEO de Nissan, Hiroto Saikawa, parecen ser capaces de lograr una gestión como la de Ghosn. “En pocas palabras, hubiera sido mejor para la alianza que mantuvieran a Carlos Ghosn”, dice Hattori.
El Dato.2,400 MDE
es el valor de la participación de Nissan en Renault
El peor momento
De cualquier manera, la alianza eligió un momento terrible para su crisis existencial. La industria automotriz global enfrenta su prueba más dura en décadas.
Las ventas caen en la mayoría de los mercados, las automotrices se ven obligadas a invertir en tecnologías costosas, como las baterías eléctricas, para cumplir con las regulaciones de emisiones cada vez más estrictas. Además, las guerras comerciales de Estados Unidos contra Europa y China, crean caos en las cadenas de suministro.
En su propio territorio, Nissan puede ver a qué se enfrenta. En junio, Toyota reveló sus planes para incursionar en los vehículos eléctricos en alianza con Subaru y Suzuki. Algunos analistas dicen que Mazda se les unirá. Si esa cooperación se mantiene, sería incluso más grande que la de Nissan, Renault y Mitsubishi, la marca que entró a la alianza en 2017.
Al reconocer estas amenazas, las compañías insisten en que todo funciona normalmente. Sin embargo, los ejecutivos de alto nivel de las automotrices admiten que hubo cambios fundamentales en los últimos meses, que podrían socavar los esfuerzos para reparar las relaciones.
El liderazgo de Nissan se guía cada vez más por la creencia de que después de años de depender de Ghosn para proteger al grupo del dominio francés, debe buscar una independencia más estructural de su socio. Mientras tanto, los jefes de Renault siguen apegados a la alianza.
El Dato.14,900 MDE
es el valor de la participación de Renault en Nissan
Colaboración inconclusa
La amenaza para la alianza, dicen personas dentro de Nissan, cristaliza preguntas que se quedaron en segundo plano por años sobre el verdadero valor financiero.
Cada año, produce una cifra de sinergia, que mide los ahorros directos y los costos que se evitaron, con la intención de mostrar los beneficios materiales para las tres automotrices. Bajo la gestión de Ghosn ese número aumentó cada año sin fallar. En 2017, la cifra fue de 5,700 millones de euros (mde).
El expresidente de Nissan también tomó varias decisiones importantes cuyo propósito principal era una mezcla entre lo cosmético y la política, en lugar del resultado del análisis frio de los números.
El primer ejemplo fue trasladar la producción del coche Nissan Micra de India a la planta de bajo rendimiento de Renault en Flins, en Francia.
También se desaprovecharon oportunidades de colaborar en nuevos proyectos. El desarrollo de coches eléctricos llevó a un regateo de los dos lados, el resultado fue el Nissan Leaf y el Renault Zoe, los cuales solo compartieron una pieza en común: la manija de la puerta. Aun así, algunas partes del negocio serían difíciles de separar, como las operaciones de compra o la creciente gama de automóviles basados en plataformas conjuntas.
“Incluso si hoy decidieran ir por caminos separados, en los próximos 10 años tendrían que trabajar juntos”, dice Thomas Besson, analista de Kepler Cheuvreux.
A pesar del pesimismo que la rodea, la lógica empresarial de la asociación no la cuestionan los funcionarios en los puestos más altos de Renault. “Olvídate de destruir la alianza”, menciona un funcionario de la automotriz francesa que pidió no se le identificara en el artículo. “Para Renault no hay futuro, en mi opinión, sin el éxito de la alianza”.
Sin embargo, muchos ejecutivos de la automotriz francesa reconocen que la estructura actual de la alianza es insostenible y tendrá que cambiar para sobrevivir. Pero no está claro cómo hacerlo.
Varias personas cercanas al grupo francés dicen que no hay discusiones activas sobre cómo reducir su participación en Nissan. Revertir las participaciones sería complejo y costoso: la participación de Renault en Nissan tiene un valor de 14,900 mde, mientras que la participación japonesa en su par francés tiene un valor de mercado de 2,400 mde.
“No se puede decir simplemente: ‘Oh, vaya, vamos a reducir la participación en Nissan, esa es la mejor idea que hemos tenido’”, dice una persona cercana a Renault. Sin embargo, los banqueros en París y Tokio dicen que una separación probablemente haría que aumente el valor de las dos compañías.
Algunos sospechan que Nissan y Renault se reunirán en el centro de la mesa y disfrutarán del banquete; otros dicen que ambas compañías tal vez simplemente se mueran de hambre. Pero hay una toma de conciencia a regañadientes de que, aunque la primera interacción de la alianza tal vez funcionó durante 20 años, es un modelo que será difícil de replicar en el sector automotriz.