El narcotráfico sin 'El Chapo'

FT Mercados

El jefe del cártel de Sinaloa pasará el resto de su vida en prisión, pero el comercio de drogas ilícitas de 150,000 mdd no muestra señales de debilidad.

El Chapo Guzmán fue declarado culpable en Nueva York de 10 cargos de tráfico de drogas y lavado de dinero (EFE).
Jude Webber
Ciudad de México /

El presidente Andrés Manuel López Obrador recibió una clara advertencia a principios de este mes: un letrero pintado a mano que colgaba en un puente de la ciudad fronteriza de Tijuana. Fue la obra del grupo criminal más agresivo de México, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que libra una brutal batalla con el cártel de Sinaloa por la puerta de entrada de la costa del Pacífico al mercado de drogas de Estados Unidos (EU). 

La lucha territorial convirtió a Tijuana en la ciudad con más asesinatos de México, con 2,404 homicidios el año pasado, lo que llevó al reciente despliegue de 1,800 soldados por parte de López Obrador para tratar de detener la escalada de violencia. Los titulares de las recientes noticias pueden dar la impresión de que las autoridades en ambos lados de la frontera logran avances contra el tráfico de drogas ilegales que atraviesa por México.

 Hace dos semanas, Joaquín El Chapo Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa, fue condenado en EU por 10 cargos de tráfico de drogas y lavado de dinero. Poco después del juicio, López Obrador visitó la ciudad natal de Guzmán, Badiraguato, en Sinaloa, para anunciar tres proyectos públicos. 

Uno de los lemas de campaña del presidente fue “abrazos, no balazos”, e impulsa de manera agresiva los programas sociales que ayudarán a mantener a los jóvenes lejos del crimen organizado.

Un negocio en auge

 Incluso si Guzmán pasa el resto de su vida en prisión, el comercio de drogas ilícitas no muestra señales de disminuir

La Administración de Control de Drogas de EU (DEA, por sus siglas en inglés) estima que la producción de heroína mexicana se elevó 37% para llegar a 111 toneladas en 2017.

El aumento de los decomisos de droga en la frontera estadounidense también indica un aumento de los suministros que viajan hacia el norte. 

Según la DEA, la mayor cantidad de heroína se envía al corredor de San Diego, cerca de Tijuana. La mayor parte entra de contrabando a través de los puertos de entrada legales, por lo que parece que el muro fronterizo propuesto por el presidente de EU, Donald Trump, será poco útil para detener lo que él llama una“invasión de las drogas”. 

Los decomisos de heroína en el corredor de San Diego subieron casi 60% en 2017, los de cocaína casi 15% para llegar a un máximo de cinco años en 2017, el tercer año consecutivo con aumentos.

Los decomisos en la frontera de fentanilo, un poderoso opioide sintético que se produce en China y México, también se dispararon 135% en 2017, dice la DEA. La mayor parte, una vez más, se trafica a través de la región de San Diego. Esa también fue la puerta de entrada de la mayoría de las metanfetaminas, cuyos decomisos subieron 255% en los cinco años hasta 2017. 

A pesar de los retos de nuevos rivales, el cártel de Sinaloa todavía tiene la mayor presencia de distribución de drogas en EU. En el sitio web de la DEA, justo debajo de un comunicado de prensa que celebra la condena de Guzmán, está el aviso del fugitivo más buscado, Ismael “El Mayo” Zambada, el socio de mucho tiempo de El Chapo, quien se cree que ahora dirige el cártel. 

No terminarás con el tráfico de drogas en México. Con 30 millones de consumidores en EU, es una utopía pensar que puedes hacerlo”, dice Guillermo Valdés, exjefe de inteligencia de México.

El comercio alimenta la violencia

 México registró un récord de 30,499 asesinatos el año pasado, 15% más que en 2017. En poco más de 12 años, desde que el entonces presidente Felipe Calderón lanzó una desastrosa guerra contra las drogas, más de 250,000 personas murieron asesinadas y hubo 40,000 desaparecidos. 

“Según las estimaciones del gobierno de EU, las utilidades de entre 19,000 y 39,000 millones de dólares (mdd) por las drogas ilícitas que regresan a México cada año y un mercado de 150,000 mdd en EU, crearán una atracción gravitacional y las condiciones para las actividades del crimen organizado en México”, dice Bruce Bagley, experto en cárteles de la Universidad de Miami.

 “Todavía no vamos a ver que termine la violencia y el tráfico de drogas en México. Es muy probable que veamos más porque el comercio de drogas es muy rentable”, menciona Bagley.

La competencia por el trono

 El Chapo, de 61 años, es un jefe del narcotráfico de la vieja escuela, que gastó miles de millones de dólares para comprar la protección de exfuncionarios de todo el país. Estas conexiones ayudaron a Guzmán a salir de la cárcel dos veces, la primera en 2001 y la segunda en 2015.

Su generosidad aseguró que pudiera vivir aparentemente invisible para las autoridades durante 13 años después de que escapó de la cárcel por primera vez. También compró la lealtad local financiando iglesias, caminos y escuelas; algunos lugareños lo veneraban como el Robin Hood de México.

Por su parte, el jefe fugitivo de 52 años del CJNG, Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, convirtió a su incipiente cártel en un lema para la brutalidad en los años que han pasado desde que llegó a la fama.

Según medios mexicanos, Oseguera ordenó el asesinato de 35 personas y tiró sus cuerpos frente a un centro comercial en Veracruz en 2011, como una advertencia para el cartel de los Zetas, ahora casi extinto. En la actualidad libra una guerra contra el cártel de Sinaloa, al que solía apoyar.

 Felbab-Brown, quien forma parte de la Brookings Institution, espera que el CJNG colapse, como los Zetas. Pero agrega que no necesariamente “va a ocurrir pronto, y aún puede ser complicado para México”. 

Además de los dos grandes cárteles y lo que queda de los otros, el crimen organizado del país estalló en los últimos años con el surgimiento de una serie de grupos locales. Algunos no se dedican a las drogas, sino a delitos como extorsión, secuestro robo de combustible. Anabel Hernández, autora del libro Narcoland, dice que hay otra amenaza silenciosa. 

Una nueva generación de jefes que forjan alianzas ad hoc con otros narcotraficantes y mueven grandes cantidades de narcóticos, pero permanecen bajo el radar mediante un uso mínimo de violencia.

De la telenovela a la vida real 

En el juicio de tres meses se reveló que el líder del cártel de Sinaloa implementó ingeniosos métodos de tráfico, ocultando cocaína en las paredes de los trenes de carga o en latas de chiles jalapeños. Pero El Chapo es más famoso por los túneles.

El tribunal se enteró del tinte de color negro para el bigote de Guzmán, su elaborado sistema de intervenciones telefónicas, sus AK-47 chapadas en oro y sus pistolas con diamantes y su salón para asesinar a prueba de ruido, equipado con un drenaje en el piso para la sangre. 

Pero hubo una omisión evidente, dice Hernández: el interrogatorio sobre el paradero de la fortuna de 14,000 mdd que los fiscales estadounidenses dicen que Guzmán acumuló. “No puedes desmantelar el cártel de Sinaloa o el sistema de corrupción si no le quitas el dinero”, dice. 

Ese es solo uno de los problemas que enfrenta López Obrador para reducir la violencia en México. Él dice que su gobierno ya no tolerará la corrupción, pero instituciones clave, entre ellas el Poder Judicial, siguen siendo vulnerables a los enormes sobornos que pueden ofrecer los cárteles.

 Su estrategia de seguridad con la Guardia Nacional está “llena de agujeros”, dice Felbab-Brown. “No se centrará en las rutas del narcotráfico, solo en la violencia, cuando la mayor parte de la violencia la provocan los traficantes”. 

Pocos analistas creen que esto será suficiente. “El país no está en paz”, dice Bagley. “El narco está vivito y coleando”.



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