La pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 ha generado un freno en las actividades productivas que está provocando crisis en diversos países, algunos de los cuales recurren al endeudamiento para sostener sus economías. ¿Pero cuáles serán las consecuencias?
Para enfrentar la brutal recesión económica, consecuencia de las medidas de confinamiento por la pandemia, los países gastan sin mirar: ayudas por desempleo, rescates de empresas en peligro de quiebra e incluso planes de reactivación. Para financiar estos excesos presupuestarios colosales sólo hay una solución: la deuda, herramienta tradicional contra la recesión.
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Los países de la zona euro o Estados Unidos han encontrado en los mercados financiación en condiciones muy favorables, gracias a políticas activas de sus bancos centrales, que garantizan tasas muybajas tranquilizando a los inversores.
¿Es bueno endeudarse?
Las opiniones divergen. La OCDE calcula que el índice de endeudamiento de sus 38 miembros -países desarrollados- superaría el 101 por ciento de 2011, durante la crisis financiera. Su secretario general, Ángel Gurría, se inquieta: "intentamos despegar cuando ya tenemos muchas deudas y vamos a añadir más", advirtió durante un debate organizado por el Financial Times.
La banca Natixis, en cambio, considera "inútil" este debate. "No hay problema de endeudamiento público", señaló en una nota, subrayando que los Estados "pueden financiarlo a largo plazo con tasas muy bajas".
"La cuestión es utilizar este dinero acertadamente", indicó a la AFP Radu Vranceanu, profesor de economía. En su opinión, los Estados no deben endeudarse para "salvar empresas moribundas" o financiar el paro parcial a grupos que no lo necesitan.
¿Los países son iguales frente a la deuda?
Para nada. Argentina acaba de caer en 'default' con un índice de endeudamiento de 90 por ciento del PIB, muy inferior a los de Francia, Italia o Japón (récord, con 240 por ciento en 2019).
"Es una cuestión de confianza", explica Vranceanu. "Al vencimiento de una deuda, un Estado debe encontrar inversores para renovarla. Si no confían en su gobierno o el porvenir del país, el Estado puede caer en 'default' incluso con sólo 30% de endeudamiento", agregó.
En la zona euro, la proporción de deuda pública respecto al PIB de la región pasaría del 86 por ciento en 2019 a casi 103 por ciento en 2020. Muy lejos del límite del 60 por ciento, suspendido por la pandemia.
El Banco Central Europeo (BCE) advirtió que la explosión de la deuda podría "reavivar las preocupaciones" sobre algunos países. Los mercados podrían ignorar los bonos emitidos por países considerados frágiles.
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¿La solución es la deuda perpetua?
En particular, España propuso para financiar la reactivación europea un plan que exige el pago de los intereses pero no el reembolso del monto total.
Muchos se oponen a esta solución. De hecho, la deuda perpetua ya existe, según Vranceanu, puesto que hay países que la refinancian al vencimiento pagando sólo los intereses.
Los inversores brindan préstamos perpetuos pero con intereses muy elevados.
¿Cómo reducir el endeudamiento?
Hay dos opciones: jugar con el 'stock' de deuda o con el crecimiento.
Alemania, por ejemplo, optó por el rigor en los últimos años conteniendo el gasto público. Francia, en cambio, apuesta por la recuperación de la actividad, dado que el índice de endeudamiento disminuye si aumenta el PIB.
¿Y si la deuda se anula?
Hasta ahora sólo se ha practicado con los países más pobres. A comienzos de los años 2000, se aplicó a países africanos, pero también podría hacerse con los desarrollados.
Varios economistas proponen esta medida, o sea, anular la deuda pública en manos del BCE. Quienes se oponen advierten que "esto empobrecería al patrimonio colectivo" puesto que el BCE perdería un monto equivalente a su arqueo.
GGA