Estados Unidos, el sueño truncado de los migrantes

FT Mercados

México quedó indundado con 24,424 solicitudes de asilo en cinco meses, casi las 29,647 de todo 2018. El acuerdo con EU pondrá nuevas barreras a los migrantes.

Migrantes centroamericanos continúan solicitando asilo en el Instituto Nacional de Migración.
Jude Webber
Ciudad de México /

Al igual que muchos guatemaltecos, Alejandro Martínez encuentra que el mercado laboral se vuelve más difícil. Sin embargo, se muestra optimista de que las cosas cambien, a pesar del impacto en su negocio por las medidas enérgicas de México contra los flujos de migrantes.

Martínez —no es su nombre real— es un “coyote”. Su trabajo es dirigir a los migrantes centroamericanos a través de México, esquivar los puntos de control de seguridad, pagar a la policía, a los agentes de inmigración y a los cárteles del narcotráfico, y dejar en la frontera de Estados Unidos (EU) a los viajeros.

 Es un recorrido que ha realizado cerca de 80 veces en siete años desde que comenzó a trabajar en el tráfico de migrantes con su hermano. “Era un buen negocio”, dice en la plaza principal de Cuilco, la ciudad más grande de Guatemala que tiene frontera con México. 

“El problema es este acuerdo que firmaron los dos gobiernos. Eso complicó las cosas”, dice, refiriéndose al acuerdo que quedó tras la amenaza del presidente Donald Trump de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas.

El Dato.

60,000

solicitudes de asilo podría recibir México este año


 México cedió. Desplegó 6,000 miembros de la recién creada fuerza policial llamada Guardia Nacional el pasado martes, el mismo día en que Martínez planeaba comenzar su último viaje. También es la fecha en que Trump inició su campaña de reelección, la cual depende en gran medida de la diatriba contra la inmigración en EU.

Barreras más complicadas

 Pero hay otros obstáculos en la ruta: el hermano de Martínez está encerrado en un hotel cerca de Veracruz, con un grupo de tres adultos y tres niños, después de que le avisaron de un enorme control de carreteras más adelante. “Cuando es tan grande, no puedes comprarlos”, dice el coyote. “Las cosas se van a poner más y más difíciles”.

Los flujos de migrantes de Centroamérica se dispararon en los últimos años: hasta 2011, los centroamericanos representaban menos de 10% de todas las detenciones en la frontera de EU; en 2014 ya eran la mitad.

 El aumento alarmó a Trump, especialmente porque el número total de detenciones de migrantes en la frontera de EU en mayo alcanzó la cifra de 144,278, un aumento de 32% en comparación con abril, con un número de niños y familias centroamericanas detenidos que subió 337% en comparación con el año anterior.

Muchos migrantes consideran a México como una simple escala en su viaje al norte y no saben que el gobierno mexicano dejó de entregar las visas humanitarias que ofreció hace siete meses, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el poder. 

Muchos de ellos simplemente utilizaron los documentos para viajar sin obstáculos por el país hasta la frontera norte. Los refugios para migrantes en Tapachula, Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala, están desbordados, llenos de personas que aún esperan recibir un pase para viajar a través del país. Además de los centroamericanos, cubanos, haitianos y africanos prueban su suerte.

 En el centro de detención migratoria en Tapachula fue la misma historia. “Quiero ir a EU... no puedo quedarme aquí debido a la barrera del idioma... deberían dejar pasar a los africanos”, dice Douglas, un camionero de 27 años que huye del conflicto en Camerún.

Pero bajo la presión de EU, Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, cerró esa puerta. “Si deseas cruzar nuestro territorio para llegar a otro país, probablemente te diremos que no queremos eso... porque vas a crear un problema para nuestro país”, dijo en Veracruz, durante la conmemoración del exilio español tras la guerra civil hace 80 años.

El gobierno dijo, el sábado antepasado, que descubrió 791 migrantes en cuatro camiones de carga de doble remolque en Veracruz. Los llevaron a un centro de detención migratoria para repatriarlos a sus países de origen. 

Solo en los primeros cinco meses de este año, México quedó inundado con 24,424 solicitudes de asilo, cerca de las 29,647 solicitudes de todo 2018, lo que lo pone en camino de recibir 60,000 este año. Pero la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, COMAR, está abrumada por su presupuesto de 1,200 millones de dólares (mdd) el más bajo en siete años. La fila de migrantes que entregaban sus documentos a la espera de que se procesaran sus solicitudes en Tapachula, daba la vuelta a la cuadra.

 No es solo COMAR la que está bajo tensión. El Instituto Nacional de Migración (INM) batalla con los enormes recortes presupuestarios del gobierno de López Obrador. Hace dos semanas renunció Tonatiuh Guillén López, el titular del INM, algo que sugiere una ruptura dentro de la administración con respecto al acuerdo migratorio con EU. Fue reemplazado por el jefe del servicio penitenciario, Francisco Garduño, una medida que parece reforzar los temores de que México está criminalizando la migración. El ritmo de las deportaciones se triplicó este año.

El negocio del tráfico de personas 

Pero la continua demanda, alimentada por la pobreza y la violencia, es la razón por la cual Martínez, un hombre de 40 años y padre de tres hijos, no está preocupado de que su negocio se seque por completo.

Recibe al menos una llamada al día de un cliente potencial y los locales dicen que Cuilco y los pueblos aledaños han visto cómo una gran cantidad de personas han partido. “La gente va a seguir yendo a EU”, dice. “No le tienen miedo a Trump”.

 De hecho, las reglas más duras y los riesgos más altos significan que los coyotes pueden cobrar más. La tarifa vigente para adultos que viajan solos desde Guatemala a su destino final dentro de EU es de 50,000 quetzales (6,500 dólares), e incluye un peligroso viaje a través del desierto del norte de México. 

Los migrantes que planean entregarse para buscar asilo en la Unión Americana pagan 25,000 quetzales. Con la ofensiva mexicana, eso podría aumentar entre 5,000 y 10,000 quetzales. 

Martínez no recibe su dinero hasta la frontera con EU, por lo que el hospedaje imprevisto en hoteles o sobornos mayores y más frecuentes salen de su bolsillo y engullen su utilidad habitual de entre 5,000 y 6,000 quetzales por persona.

 Pero a pesar de la cruzada anticorrupción de López Obrador, Martínez aún depende de los agentes migratorios mexicanos conocidos como “la migra”. “Me dicen ‘usa este autobús en este momento y te dejaré pasar’”, explica. Le pasan sus datos bancarios y él les paga mediante transferencia electrónica. 

José, un agricultor guatemalteco en Cuilco, que pidió que no se diera su nombre completo, tiene planes de volver a migrar y tal vez use un coyote, “aunque es difícil reunir el efectivo”. En cuatro intentos no ha logrado entrar a EU; abandonó su último viaje este mes al regresar a Veracruz cuando supo de los controles carreteros.

 Ya hay señales de que el mercado de migrantes se está adaptando. Se han visto camiones llenos de personas ocultas bajo lonas impermeables que salen por la noche en uno de los 68 puntos de cruce informales a lo largo de la porosa frontera entre México y Guatemala, donde no hay seguridad y nada más que una línea de postes blancos que marca la frontera.

 “La gente no se detiene. No les interesa quedarse en México. Su misión es llegar a EU”, dijo Martínez.

 Milton Rodríguez, un productor hondureño de caña de azúcar de 30 años de edad, viajaba con sus parientes, entre ellos cinco niños y una mujer embarazada. Pero solo avanzó 70 kilómetros dentro del territorio de México hace un mes y medio, antes de ser detenido en un control carretero.

 Él se encoge de hombros ante el desafío de ir más lejos esta vez. “Su trabajo es atraparme”, se rió después de bajar de una balsa a través del río Suchiate —un importante punto de cruce informal de la frontera sur de México— para intentar otra vez. “El mío es lograr pasarlos”.


LAS MÁS VISTAS