La antigua fábrica de vidrio La Luz, ubicada en el Barrio de Analco, mantiene viva la creación de figuras en vidrio verde y prensado, técnica que ya se perdió en el viejo continente y que en la Angelópolis se niega a morir.
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Con 87 años de existencia y bajo la conducción de la tercera generación, esta factoría está considerada como pionera y única en su tipo en todo el país.
Norma Martínez Juárez, administradora de la primera tienda de esta empresa, informó que a la fecha siguen empleando la técnica del prensado y uso de moldes “para todas las piezas antiguas, las gallinas, los tarros, ceniceros, tragaluz, garrafones”.
A manera de antecedente, relató que la fábrica de su familia fue fundada el 5 de junio 1935, cambiando de sede más de tres veces.
Narró que La Luz fue creada por su abuelo, Víctor Martínez Filoteo, oriundo de Venado, San Luis Potosí. Inicialmente la fábrica se llamó “Corazón de Jesús”, pero cuando cambió de lugar de la entonces calle Maximino Ávila Camacho 1603 a un terreno a la calle 3 Oriente 1004, modificó su razón social, donde comenzó a trabajar el vidrio verde.
Siete años más tarde, la manufacturera se trasladó a la 5 Oriente 1615, donde operó por tres décadas, para finalmente instalarse en San Pablo Xochimehuacan con un horno que a la fecha trabaja con gas natural.
“Mi abuelo llegó a Puebla en 1934, desarrolló su trabajo en una empresa de vidrio y con base en su trabajo formó la fábrica que hoy tenemos funcionando. Empezó desde los siete años. Antes los niños trabajaban. Él quiso formar algo con su propio esfuerzo”. Destacó que la fórmula que aplicó fue que le pagaran la mitad de su salario con mercancía para poder comercializar y así generar más ingresos.
“A base de comercializar hizo su capital y entonces él iba comprando y vendía. Gracias a eso formó su empresa familiar y luego contrató personal. Primero fabricando el garrafón, que era para envasar agua; luego (empezaron a realizar las) gallinas y juguetes”.
Indicó con la apertura de la tienda ubicada en la calle 3 Oriente 1018, a media cuadra del puente de Ovando, se puede considerar que “renacieron” en el gusto de los consumidores los saleros en forma de gallinitas, conocidos como saleros de pellizco; las garrafas en forma de portal y de reloj, floreros y jarras.
Asimismo; los tarros de chivo, catrinas, tornillos, cacarizas y cañones, para beber pulque; y otras piezas ornamentales como las largas gotas de vidrio en tonalidades blanco, azul y verde transparente.
“Todavía nos compran los tarros para el pulque los propietarios de las pulquerías, así como personas que vienen buscando lo antiguo”.
Del proceso mencionó que se hace con residuos que después transforman en artesanías de diversos colores y texturas o en productos industriales y de construcción como vasos, ceniceros, copas, dulceros, tragaluces, blocks o aisladores de ruido.
“Fabricamos el tragaluz que hace años se utilizó en lugar del domo (…) en las casas antiguas de la ciudad de Puebla y en algunas ciudades coloniales se utiliza en lugar del domo, el tragaluz”.
La empresa cuenta con un programa de reciclado de vidrio, el cual es separado por colores, ámbar, verde y transparente. Posteriormente la materia prima se lava, se le retiran impurezas como etiquetas, pintura, plásticos, piedras o metales que pudieran afectar su tratamiento.
Posteriormente es triturado, después fundido y finalmente transformado a mano en nuevos objetos.
“Empezamos con la recolección del vidrio, todo lo que trabajamos se hace con vidrio reciclado, botellas, envases que generalmente tiramos a la basura (…) no debe llevar nada de metal, papel, corcho, tapas de plástico. Nada de eso debe de entrar al horno”.
El horno, que funciona a base de una inyección de gas natural con una mezcla con oxígeno puro y cuya capacidad es de 15 toneladas de materia prima, opera a una temperatura de mil 200 grados centígrados.
“Hasta que alcance la consistencia de caramelo. Sacan esta masa con la caña, que es un tubo largo donde ponen en la parte de abajo la bola de vidrio para soplarla y trabajarla con las manos”. La manufactura de los artículos se hace mediante las técnicas de prensado y soplado, una vez que se forman las piezas se trasladan a un templador, después son inspeccionadas y empaquetadas, listas para ser distribuidas a su destino final.
Un sello distintivo de la empresa es que es ecológica. “No contaminamos de ninguna manera porque todo, desde la materia prima es reciclado, el gas no contamina, tratamos de que el empaque se recicle, cajas, papel, todo lo que se utiliza para empacar se vuelve a utilizar”.
Se encuentra pendiente la denominación de origen
En 2011, esta fábrica gestionó ante las autoridades correspondientes que a Puebla se le diera la denominación de origen del vidrio, pues tras la Conquista fue a esta ciudad donde llegó Antonio de Espinosa, el primer vidriero del continente, en 1542. Fue así que el vidrio que requerirían los españoles para sus necesidades básicas se fabricaba en esta localidad, por lo que existían numerosos talleres que después emigraron a otros estados.
“No nos han dado el reconocimiento. Incluso como fabricantes mucha gente no nos conoce (…) ha sido nuestra labor, como la página (de Internet), que ahora mucha gente viene”.
Con orgullo Norma Martínez presumió que son el único sitio en México donde se sigue laborando el vidrio prensado verde. “Que es el que nos ha dado el reconocimiento por las gallinas, las jarras, todo lo decorado”. Por lo que respecta a su catálogo son más de 3 mil 500 piezas en sus diferentes líneas de producción y mantienen un proyecto de crecimiento, especialmente porque son los mismos compradores quienes les sugieren los productos que requieren para sus negocios, como las cafeterías o restaurantes.
A la fecha, la Antigua Fábrica de Vidrio La Luz genera alrededor de 30 empleos permanentes, así como muchos indirectos por la adquisición de cajas, del empaque, del vidrio, los choferes que trasladan los productos.
En cuanto a la innovación, dio a conocer que lo más reciente es la aplicación de nuevos colores. “Ahorita se está utilizando el azul cobalto, el azul turquesa, amatista, naranja y rojo”.
Del proceso de fabricación dijo que dependerá de la pieza a realizar ya que, por ejemplo, un vaso consta de cuatro pasos, primero la posta, luego el cuerpo, el soplado, que es el paso tres; y el último, es el terminado.
“Los pasos para hacer una copa son dos, primero la parte de arriba, que viene siendo el vaso para nosotros, y luego el pie”, añadió.
Los más elaborados van a requerir de siete a ocho pasos. “Dependiendo de los modelos porque hay algunos muy complicados, por ejemplo la copa champañera que lleva mucho trabajo, las piezas artesanales que llevan doble acabado. Hay algunas piezas troqueladas que requieren mucho trabajo, otras que requieren color”.
Por ejemplo, la licorera que lleva una hielera, de las copas que llevan varios colores, con hebra, con postas, con piedra, con color, son muchos pasos.
Dijo que al ser el proceso a fuego lento, es muy pausado porque es completamente manual. El artesano tiene que tener la capacidad como para saber cuánto tiene que soplar, cuánto vidrio tiene que sacar de acuerdo a la pieza que va a hacer. Pero todo es al cálculo del maestro.
Usan tijeras, fierros, pinzas, metro, cada artesano emplea diferentes herramientas de acuerdo a su nivel y capacidad. Basa la experiencia que tiene para completar cada pieza. Es por ello que se les considera como un artista porque todo lo trabajan manualmente.
“Incluso hay piezas en las que, con ayuda de guantes, se les tornea y da forma, pero siempre teniendo el cuidado y precaución para no quemarse”.
Contó que tras una recaída en sus ventas por el uso de artículos de plástico, paulatinamente los consumidores están volviendo a adquirir sus productos, especialmente aquellos destinados a los alimentos.
“El valor del vidrio soplado está siendo igualmente valorado por los extranjeros como por los locales”, concluyó.
CHM