El rápido aumento de los precios al consumidor en Estados Unidos no dio señales de disminuir en septiembre, lo que provocó una fuerte venta masiva y posterior repunte en Wall Street, ya que los inversionistas temen que la Reserva Federal tenga que ser aún más agresiva para frenar la inflación galopante.
El índice de precios al consumidor (IPC), que excluye los costos volátiles de la energía y los alimentos, subió 6.6 por ciento sobre una base anual el mes pasado, más rápido que el 6.3 por ciento de agosto, y su ritmo más rápido en cuatro décadas.
El aumento del IPC general el mes pasado, incluida la energía y los alimentos, subió 8.2 por ciento respecto al año anterior, lo que supone un cambio mínimo en comparación con el aumento anual de 8.3 por ciento que se registró en agosto.
En comparación con el mes anterior, el IPC general subió 0.4 por ciento, mientras que la medida básica aumentó 0.6 por ciento.
El S&P 500 cayó 2.4 por ciento poco después de abrir Wall Street; antes del arranque, el mercado de futuros indicó una ganancia de 1.3 por ciento; sin embargo, el índice cerró la jornada con una ganancia de 2.58 por ciento. El Nasdaq Composite finalizó con un alza de 2.18 por ciento, tras recuperarse de una caída de casi 3.2 por ciento.
El rendimiento de los bonos del Tesoro a dos años, que es sensible a los cambios en las expectativas de política monetaria, subió 0.22 puntos porcentuales para llegar a 4.51 por ciento, su nivel más alto desde mediados de 2007, antes de volver a bajar hasta 0.17 puntos porcentuales durante el día.
La persistencia de la alta inflación ha sido un enorme dolor de cabeza político para la Casa Blanca y los demócratas del Congreso, eclipsando la rápida recuperación de la pandemia con la creación de millones de puestos de trabajo desde que Joe Biden asumió la presidencia.
Los funcionarios económicos de alto nivel de la Casa Blanca esperaban que el salto de la inflación fuera de poca duración, y luego se apresuraron a buscar formas de aliviar las disrupciones de la cadena de suministro y reducir los precios de la gasolina, mientras la Fed comenzaba a endurecer su política monetaria.
Los inversionistas y los economistas buscaron señales de que la Fed puede empezar a desacelerar el ritmo de las alzas de las tasas de interés desde los 75 puntos porcentuales que ha anunciado en cada una de sus tres últimas reuniones, pero los datos del IPC que se publicaron ayer sugieren que esa medida todavía no se encuentra en el horizonte inmediato.
Después del informe, los operadores en el mercado de futuros valoraron en un 98 por ciento la posibilidad de que la Fed subiera las tasas de interés en 75 puntos porcentuales en noviembre, en comparación con el 84 por ciento del miércoles.
Kathy Bostjancic, economista jefe de finanzas de EU en Oxford Economics, dijo que la inflación al consumidor se mantiene “obstinadamente elevada” debido a “un aumento continuo de base amplia” en los precios de los servicios básicos. “Las elevadas lecturas de la inflación mantendrán a la Fed en un modo de endurecimiento agresivo y en camino de al menos otros 125 puntos base este año”, escribió en una nota.
El mercado de futuros espera ahora que la tasa de los fondos federales alcance 4.94 por ciento en mayo de 2023, frente al 4.65 por ciento del día anterior. La tasa de interés del banco central se encuentra en un rango objetivo de entre 3 a 3.25 por ciento.
Una de las características más preocupantes del informe del IPC fue que los costos de la vivienda —descrita como “refugio” en los datos— aumentaron 0.7 por ciento en septiembre, tanto como el mes anterior, y subieron 6.6 por ciento en términos de una base anual.
En medio de la creciente presión política, Biden terminó por alcanzar un acuerdo con el Congreso para promulgar un paquete legislativo llamado Ley de Reducción de la Inflación, que incluye medidas para reducir el costo de algunos bienes, como los medicamentos con receta, pero que en el corto plazo tuvo poco efecto sobre los precios.
En un comunicado publicado ayer, Biden reconoció que los estadunidenses pasan “por grandes aprietos por el costo de la vida” y dijo que hay “más trabajo” por hacer para combatir la inflación, “aunque se lograron algunos “avances”. Dijo que si los republicanos toman el control del Congreso “los costos cotidianos van a subir, no van a bajar”.
Los republicanos hacen del aumento de las tarifas una parte central de su mensaje a los votantes, culpando a la administración Biden del incremento de los costos y vinculando el aumento de los precios al estímulo que encabezaron los demócratas y promulgó el presidente en marzo de 2021, que inyectó 1.9 billones de dólares a la economía estadunidense.
El miércoles pasado, varios legisladores y candidatos republicanos criticaron las nuevas cifras que muestran que el índice de precios al productor, una medida de los precios mayoristas para las empresas, aumentó más rápido de lo esperado durante el noveno mes del año.
Rick Scott, el senador republicano de Florida que preside el Comité Senatorial Republicano Nacional, dijo que la inflación es una “patada insoportable para las familias que tratan de recuperarse” en su estado natal después del huracán Ian.
Mike Crapo, el republicano de mayor rango en el comité de finanzas del Senado, indicó: “Las familias y las empresas estadunidenses siguen siendo golpeadas por la inflación galopante generada por las políticas de gasto imprudentes de la administración Biden”.
Los consumidores de Estados Unidos recibieron cierto alivio por la caída de los precios de la gasolina que se produjo durante el verano: el punto máximo de la inflación bajo el mandato de Biden se produjo en junio, cuando el IPC subió 9.1 por ciento sobre una base anual, pero a la administración y a los funcionarios de la Fed les habría gustado que los aumentos de precios se hubieran desvanecido más rápido de lo que lo han hecho.
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