Alemania presiona a Intel para que amplíe sus planes de construir una emblemática fábrica de chips de 17 mil millones de euros a cambio de mayores subsidios, en lo que ya se perfila como la mayor inversión extranjera directa en el país desde la Segunda Guerra Mundial.
La compañía estadunidense de semiconductores recibirá 6 mil 800 millones de euros en subsidios de Berlín para construir su megafábrica en la ciudad oriental de Magdeburgo.
Personas cercanas a la empresa aseguran que Intel quería que los subsidios aumentaran al menos a 10 mil millones de euros, alegando el aumento de los costos de energía y de construcción. Los funcionarios alemanes dijeron que podían incrementar la ayuda financiera, pero solo con la condición de que la compañía invierta más capital en el proyecto.
“Es lógico que si aumenta la magnitud de la inversión, entonces también suba el nivel del subsidio”, dijo Sven Schulze, ministro de Economía del estado oriental de Sajonia-Anhalt, cuya capital es Magdeburgo.
“Necesitamos llegar a un acuerdo con Intel”, dijo un funcionario alemán.
Sin embargo, cualquier exigencia de que Intel invierta más puede aumentar la presión financiera sobre la compañía en un momento crítico. Recientemente indicó que moderará el gasto de capital este año después de que una inesperada caída de las ventas los obligó a recortar su dividendo para ahorrar efectivo.
Las conversaciones entre Intel y el gobierno alemán se producen en un momento en que la administración Biden baña a los fabricantes de chips con subsidios con valor de cientos de miles de millones de dólares para aumentar la fabricación en Estados Unidos. Esto aumentó la presión sobre la Unión Europea para que iguale estos esfuerzos o corra el riesgo de que las inversiones se desplacen a hacia la Unión Americana.
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Funcionarios alemanes dicen que los subsidios para el proyecto de Intel se conceden al amparo de la Ley Europea de Chips, que pretende movilizar más de 43 mil millones de euros en inversiones públicas y privadas para la industria de chips del bloque, pero que aún se está negociando. Será necesario que Bruselas confirme que el apoyo financiero ofrecido cumple las normas de la Unión Europea sobre ayudas estatales.
Intel anunció en marzo del año pasado que construirá su megafábrica de Magdeburgo utilizando la tecnología más avanzada de fabricación de chips. Está previsto que entre en operación en 2028.
La planta forma parte de los esfuerzos de la compañía por volver a la vanguardia de la industria de los chips, después de quedar muy por detrás de sus rivales asiáticos como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company. Se concibió como la pieza central de un plan de inversión de una década que podía ascender a 80 mil millones de euros, en función de la demanda y la disponibilidad de futuros subsidios.
La empresa es fundamental para las ambiciones de la Unión Europea de duplicar su participación en el mercado mundial de semiconductores de menos de 10 por ciento actual a 20 por ciento en 2030. También es clave para la estrategia del canciller alemán, Olaf Scholz, de reducir la dependencia de su país de los proveedores asiáticos de chips avanzados, necesarios para todo tipo de cosas, desde smartphones hasta vehículos eléctricos.
Desde que Intel anunció la construcción de la megafábrica, los costos de la energía en Alemania se dispararon como consecuencia de la decisión de Rusia de cortar las exportaciones de gas a Europa después de la invasión a Ucrania. Las elevadas tasas de inflación también tuvieron un impacto en el costo de construcción, lo que llevó a Intel a solicitar más subsidios.
Tanto el gobierno de Alemania como la compañía estadunidense declinaron hacer comentarios sobre la petición de Berlín de un mayor nivel de inversión.
Intel señaló que comparte el objetivo del gobierno de Alemania de “construir una cadena de suministro más resiliente a escala mundial mediante el fortalecimiento de las capacidades de fabricación de semiconductores de Europa”.
La compañía añadió que, desde que anunció sus planes para la fábrica de Magdeburgo, “las disrupciones de la economía mundial provocaron un aumento de los costos, desde los materiales de construcción hasta la energía”. Además, Intel indicó que sigue comprometida con el proyecto y que el pasado mes de noviembre firmó un acuerdo de compra de terrenos donde se eirigirá la planta.
El Ministerio de Economía de Alemania añadió que se sostienen conversaciones dentro del gobierno para “cerrar la brecha de costos del proyecto previsto, que aumentó de manera significativa en los últimos meses”.