Si la decisión de Uber de retirar las comidas del menú decepcionó a los comensales de Brasil, su principal rival debe estar chupándose los dedos.
El gigante de Silicon Valley se retiró de las entregas de comida a domicilio en la economía más grande de América Latina después de batallar para romper el dominio de iFood, una aplicación local y líder nacional indiscutible.
A la cabeza de una explosión tecnológica en la región que atrajo cantidades récord de capital de riesgo, el negocio de las startups brasileñas se disparó durante la crisis de covid-19.
A medida que los pedidos se duplicaron desde los niveles anteriores a la pandemia hasta superar los 60 millones al mes, iFood se extendió más allá de su actividad principal hacia los abarrotes, la logística e incluso el crédito para los establecimientos en su sistema.
“No se trata solo de entregar comida, es un ecosistema con varios servicios que llegan a todos los clientes de Brasil, y que tiene el propósito de hacer que el país funcione mejor a través de la tecnología”, dijo Fabricio Bloisi, director ejecutivo de la firma, en una entrevista con Financial Times en la sede de la compañía en un suburbio de Sao Paulo. “Ya nos expandimos mucho y vamos a expandirnos más”, afirmó.
La oportunidad es enorme: a pesar del malestar económico general, Brasil tiene una población muy grande de 214 millones de habitantes y se ha producido un aumento de la actividad del comercio electrónico desde la aparición del covid-19.
Todo esto se va a incluir en el argumento de venta a los posibles inversionistas, ya que el accionista Just Eat Takeaway está comprando una rebanada de 33 por ciento del grupo de propiedad privada.
Como señal de la posible valoración de iFood, la compañía de entregas de comida más grande de Europa informó el año pasado que rechazó una oferta de 2 mil 300 millones de euros por la participación por considerarla “simplemente demasiado baja”.
Sin embargo, a pesar de que se le aclama como abanderada de la innovación tecnológica en Sudamérica, los contrincantes acusan a iFood de comportamiento desleal para consolidar su posición.
Las críticas se centran en sus acuerdos de exclusividad, muy comunes entre las aplicaciones de entregas, que impiden a bares y restaurantes unirse a otras plataformas. En combinación con la posición dominante de iFood, los detractores sostienen que esta práctica es abusiva y suprime la competencia efectiva.
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Aunque los cálculos de la participación de mercado varían, se estima que 80 por ciento de los restaurantes que ofrecen entregas están en iFood, de acuerdo con la Asociación Brasileña de Bares y Restaurantes (Abrasel).
A raíz de una denuncia formal del competidor colombiano Rappi, secundada por Abrasel, el regulador antimonopolio del país sudamericano prohibió de manera provisional a iFood firmar nuevos acuerdos de exclusividad hace casi un año mientras continuaba la investigación.
Uber Eats, que ya había salido de varios mercados en todo el mundo, indicó en una carta a los reguladores a principios de este mes que “las barreras artificiales impuestas por iFood” y “la conducta de exclusión” contribuyeron a su repliegue en Brasil.
Ambos adversarios de iFood insisten en que no están en contra de este tipo de contratos en sí, e incluso tienen los suyos propios. Pero Rappi, que está respaldada por el inversionista japonés de tecnología SoftBank, pidió recientemente que se pusiera fin a todos los acuerdos de exclusividad existentes de iFood.
“La salida de Uber Eats deja claro que no es un mercado sano y que será necesaria una intervención más drástica”, dijo Víctor Santos Rufino, del bufete de abogados Mudrovitsch que representa a Rappi.
Por ahora, los reguladores no han fijado una fecha para la decisión final del caso.
Sin entrar en detalles, Bloisi rechazó las acusaciones y afirmó que el mayor canal de pedidos de comida en Brasil es hoy WhatsApp, al que le sigue el teléfono.
“Estamos muy convencidos de que lo que hacemos es totalmente legal, no hay nada anticompetitivo, y lo que nos hace crecer son 5 mil personas (empleados) que se enfocan en atender muy bien al ecosistema e innovar con propósito”, dijo el directo de la firma, y añadió: “En general, el producto es mejor, a los clientes les gusta más, a los repartidores les gusta más”.
Aunque iFood se negó a dar detalles sobre los resultados financieros, las divulgaciones de otro patrocinador dan una idea de su trayectoria de crecimiento.
Los ingresos del grupo se triplicaron en términos de moneda local en el ejercicio que terminó el 31 de marzo de 2021, según Prosus, la división de activos de internet de la multinacional sudafricana Naspers. Incluso ahora que se levantaron las restricciones a los restaurantes, sus ventas aumentaron dos quintas partes en los seis meses que terminaron en septiembre.
A pesar de que las pérdidas comerciales aumentaron en 83 millones de dólares hasta alcanzar los 100 millones en el semestre, debido a la inversión en el reparto de alimentos, Prosus afirma que el negocio principal de iFood está cerca del punto de equilibrio.
Creada en 2011, la popular aplicación es una filial de Movile, un miniconglomerado tecnológico brasileño con raíces en una compañía de tecnología de la información cofundada por Bloisi a finales de la década de 1990. La cartera de Movile, que es a su vez propiedad mayoritaria de Prosus, incluye empresas de venta de boletos, juegos, logística y tecnología financiera.
iFood ha recaudado alrededor de 700 millones de dólares de financiamiento y ha realizado nueve adquisiciones; la empresa comenzó a hacer entregas en 2018; antes de eso, los restaurantes eran los responsables.
En la actualidad tiene un alcance inigualable en toda la nación del tamaño de un continente, con presencia en mil 500 pueblos o ciudades y un ejército de 200 mil repartidores que despachan desde 300 mil restaurantes.
La compañía afirma que sus innovaciones mejoraron la eficiencia y redujeron los costos, con la inteligencia artificial que ayuda a reducir los tiempos de entrega, a trazar rutas óptimas y a prever los pedidos basándose en los patrones de datos de los clientes.
Sin embargo, Fernando Lunardini, director gerente de Boston Consulting Group, señaló que, con la pandemia disminuyendo, cree que el mercado brasileño de pedidos de comida está cerca de alcanzar una “meseta”.
“Es muy caro para el restaurante”, añadió, y dijo que “los márgenes se reducen, hay que aumentar los precios, los pedidos disminuyen. El balance no es favorable”. Advirtió que iFood puede tener que recortar lo que cobra a los restaurantes.
Esto quizá ayude a explicar el empuje en otras áreas, como la entrega de abarrotes. La compañía iFood está construyendo las llamadas dark stores para suministrar productos directo a los clientes en este mercado incipiente.
No obstante, los especialistas del sector advierten que las condiciones son más difíciles en este segmento debido al mayor poder de negociación de las cadenas de supermercados y la variedad de aplicaciones rivales que ahora existen en el mercado.
Pese a haber renunciado a la comida en Brasil, Uber Eats hace una gran apuesta por este mercado a través de Cornershop, la startup chilena de la que compró el año pasado el resto de la participación que no poseía.
“Es un negocio con una rentabilidad mejor debido a los recibos más altos y las compras más regulares”, indicó Cristina Alvarenga, responsable local de la operación.