Si quieres ver lo que funciona mal en la política estadunidense, puedes volver a los días de gloria del gimnasio de la Cámara de Representantes. Es donde demócratas y republicanos solían encontrar amistad y acuerdos, con sudor.
La política, como el ejercicio, ha evolucionado. A estas alturas, todos hemos visto las historias sobre cómo el ahora ex presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, empezaba el día con republicanos y demócratas por igual en un elegante gimnasio a primera hora de la mañana llamado Solidcore. Allí, él y sus compañeros políticos sudaban la gota gorda haciendo planchas, tracciones de barra fija y abdominales. “Es el ejercicio más duro que harás en tu vida”, dijo la (alguna vez) demócrata Kyrsten Sinema.
La idea era que en este tipo de actividades los políticos pudieran trabajar con el otro lado del pasillo, porque no hay pasillos. Ahí es donde mejor se desarrolla la política, por supuesto, en un espacio sin fronteras que no está acordonado a un lado y a otro. Es donde mejor se puede llegar a concesiones. O, si no las concesiones en sí, las condiciones para llegar a eso. Y, si nos remontamos en la historia, aquí es donde se han producido algunos de los acuerdos más sorprendentes: en cualquier lugar menos en los lugares del poder.
A mi esposo, que escribió un libro sobre Alexander Hamilton, le gusta recordarme cómo uno de los grandes acuerdos políticos de todos los tiempos se hizo durante una cena cuando Hamilton y su antagonista, Thomas Jefferson, se sentaron a comer juntos después de un encuentro casual en un pasillo. Cada uno quería algo del otro, que ninguno estaba dispuesto a dar: como secretario del Tesoro, Hamilton necesitaba impulsar su fundamental “Proyecto de Ley de Asunción”, como se le denominó, a través de un Congreso recalcitrante, donde el aliado de Jefferson, James Madison, encabezaba la carga en su contra.
El proyecto de ley con un mal nombre (hoy podría llamarse Proyecto de Ley Salvar a Estados Unidos) proponía que la nación asumiera la onerosa deuda de la Guerra de Independencia en poder de los estados y la convirtiera en un activo para vender a ciudadanos ricos en EU y en el extranjero de la misma manera que en la actualidad vendemos bonos del Tesoro.
Durante la cena en la vivienda de Jefferson en Maiden Lane, se alcanzó un acuerdo. Madison respaldaría el proyecto de ley de asunción; Hamilton daría el visto bueno al traslado a DC. Ambos bandos ganaron perdiendo. Esto se llama hacer concesiones.
Por supuesto, no siempre es así. Las dos grandes concesiones que preservaron la Unión se forjaron en el Congreso.
Ed, ¿qué es lo que impide en la actualidad la posibilidad de hacer mayores concesiones a través de este tipo de experiencias compartidas? A Kevin McCarthy le fue bastante bien cruzar el pasillo en Solidcore, hasta que ya no ocurrió. Y, sin embargo, sé que todavía es cierto que los políticos que parecen estar en desacuerdo en público pueden ser amigables tras bambalinas. ¿Existe todavía una posibilidad para la diplomacia de gimnasios? ¿Steve Scalise o Jim Jordan, los dos republicanos que se postulan para reemplazar a McCarthy, hacen ejercicio?
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Lecturas recomendadas
- La inteligencia artificial está transformando muchas cosas de forma problemática, pero uno de sus efectos positivos puede ser el fin del credencialismo (la excesiva dependencia de las credenciales, o títulos universitarios a la hora de contratar a alguien) innecesario, ya que la inteligencia artificial hace posible que los empleadores se fijen en las habilidades, en lugar de en quién tenía padres que podían pagar una carrera universitaria de cuatro años. Vean este interesante artículo de Axios sobre el tema.
- Me encanta el Papa Francisco, y me interesa cómo está uniendo la crisis de la desigualdad con la crisis climática en formas que reflejan lo que la propia administración Biden ha tratado de hacer. La encíclica del Papa de 2015 sobre el cambio climático fue la mejor llamada a la acción política que se pueda imaginar. Une las preocupaciones de las personas y del planeta de una forma que conecta a los católicos, y en realidad a las personas de todas las religiones, con las cuestiones laborales y ambientales de una forma realmente poderosa, según un artículo de New York Times.
- El perfil de David Streitfeld en el New York Times sobre el líder de la UAW, Shawn Fain, debe ser de lectura obligatoria para todos.
- Y no se pierdan la entrevista de mi colega Gideon Rachman a Brian Deese, antiguo jefe del Consejo Económico Nacional del presidente. Deese influyó mucho en el cambio posneoliberal dentro de la administración, y explica por qué la Bidenomía es un giro tan grande para Estados Unidos.
Edward Luce responde
Gracias, Rana. Por desgracia, no sé lo suficiente sobre la rutina de ejercicios de Scalise o Jordan para responder a tu pregunta, pero sospecho que Scalise, que está recibiendo tratamiento para el cáncer de sangre, estará conservando su energía. Me temo que la aversión del Partido Republicano a las concesiones es más profunda que sus hábitos sociales. Tienes razón al decir que los dos partidos solían mezclarse mucho más. También solían quedarse en Washington los fines de semana. Ahora vuelan de regreso a sus distritos el jueves por la noche.
En cualquier caso, nadie vagamente respetable quiere socializar con Matt Gaetz, el congresista de Florida que presentó la “moción de destitución" que hizo caer a McCarthy. Ted Cruz abrió ese camino en el Senado hace unos años. Vivek Ramaswamy desempeña ese papel en el escenario del debate de las primarias republicanas de hoy. El republicano al viejo estilo es una especie en extinción. Esta semana me imaginé a John Boehner, que fue víctima de fuerzas similares a las de McCarthy, bebiendo una copa de merlot en su porche de Ohio y dando gracias por el día en que se jubiló.
Sus comentarios
Y ahora unas palabras de nuestros lectores. En respuesta a: “Su artículo más reciente de Swamp Notes imagina un mundo de ciudadanos interesados y posiblemente informados que pudo existido en Atenas en la época de Pericles (aunque Platón sin duda no pensaba mucho en la democracia) o tal vez en la recién independizada República Americana después de la Guerra de Independencia en la que el sufragio estaba sesgado a propósito a favor de una pequeña clase de terratenientes y de la alta burguesía comercial (la élite jeffersoniana / hamiltoniana). El electorado de la actualidad tiene, como tristemente admites, un trastorno de déficit de atención que no es de extrañar en una sociedad condicionada a las pausas publicitarias cada cinco o seis minutos y que se comunica en gran medida en primarios pedacitos de sonido parecidos a un gruñido. Sobrevivir, y mucho menos soportar, 90 minutos de videos políticos, una tarea titánica incluso para el más dispuesto, es algo que simplemente no va a suceder”. - Jack Bruch