Cuando Nespresso, filial de Nestlé, obtuvo el estatus de B Corp en mayo de 2022, los fundadores de la pequeña Glen Lyon Coffee Roasters apenas podían creerlo. Su reacción inicial fue de “consternación”, dijo la empresa escocesa en una publicación en su sitio web el verano pasado.
Acababa de obtener la misma certificación, que demuestra un mayor compromiso con los objetivos ambientales y sociales, y sentía que había una gran diferencia entre sus propios logros y los de la megamarca de Nestlé.
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Nespresso, conocida sobre todo por sus cápsulas de café de un solo uso, subraya que se sometió a una evaluación “exhaustiva” que exigió “pruebas detalladas y datos de apoyo”. Pero críticos como Glen Lyon señalan las denuncias de que algunos de sus agricultores obtienen ingresos muy bajos y que sus cápsulas generan enormes cantidades de residuos.
Jamie Grant, director de la compañía, dice que, aunque reconoce que Nespresso está trabajando para crear cápsulas biodegradables, “es necesario trazar una línea para proteger la reputación del sistema de certificación” y de empresas como la suya.
La polémica se enmarca en un debate más amplio sobre el futuro del movimiento B Corp, que nació en Estados Unidos (EU), pero que ahora incluye a miles de empresas de todo el mundo, certificadas como “una fuerza del bien”.
En los últimos años, el movimiento cobró importancia a medida que las cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) subieron de importancia para ocupar un lugar destacado en las agendas de los Consejos de Administración.
Las empresas que cotizan en bolsa cambiaron de estrategia y hacen hincapié en la responsabilidad social, y los inversionistas y el público en general exigen más información sobre todos los aspectos, desde la remuneración de los ejecutivos hasta las políticas de lucha contra el cambio climático.
Entre una serie de puntos de referencia, marcos y certificaciones ESG, la certificación B Corp se propuso ser un estándar de oro ampliamente reconocido. Para conseguirlo, las empresas tienen que alcanzar altos niveles de desempeño social, ambiental, transparencia pública y responsabilidad legal para equilibrar las ganancias y el propósito.
Pero justo cuando la agenda ESG y el llamado capitalismo de las partes interesadas empezaron a sentir una reacción negativa, el ecosistema de las B Corp se encuentra bajo escrutinio.
Muchas de las empresas más pequeñas, pioneras en adoptar las normas, están preocupadas por lo que perciben como una atención demasiado centrada en reclutar multinacionales e intentar que sean “menos malas” en lugar de “buenas” desde el punto de vista de la transformación.
También plantean dudas sobre la credibilidad de B Lab, la autoridad que otorga el certificado, poniendo en marcha una batalla por el alma y el corazón del movimiento. “Lo que hacen realmente bien es crear una comunidad de personas de negocios apasionados por la sustentabilidad”, dice Erinch Sahan, director en Doughnut Economics Action Lab. “Cuando le dices a todo el mundo que ahora eres una B Corp, la gente espera que realmente priorices a las personas y al planeta. Pero no necesariamente es el caso”
La lista B
El organismo B Lab fue creado hace casi 17 años en Estados Unidos (EU) por Bart Houlahan, Andrew Kassoy y Jay Coen Gilbert, amigos de la universidad. Es una red sin fines de lucro con el objetivo de revolucionar el capitalismo y rehacer la economía mundial para “beneficiar a todas las personas, comunidades y el planeta”.
En la actualidad, hay alrededor de 6 mil 400 empresas certificadas como B Corp en todo el mundo en 158 sectores, desde marcas de moda hasta compañías fintech.
El grupo de compañías certificadas como B Corp, que alguna vez estuvo compuesto principalmente por pequeñas empresas, incluye ahora a grandes compañías, desde el helado Ben & Jerry’s, propiedad de Unilever, filiales de Danone, pasando por la marca de outerwear (prendas para vestir en exteriores) Patagonia y Natura.
Las empresas obtienen el estatus de B Corp en función de su puntuación sobre 200 en una serie de parámetros de gobernanza, trato a trabajadores y clientes, comunidad y medio ambiente. El proceso puede ser largo y costoso —entre 500 y 50 mil dólares al año— y hay que hacer una nueva evaluación cada tres años.
Las empresas, que deben obtener al menos 80 puntos, también están obligadas a cimentar legalmente el compromiso B Corp en la declaración de misión de su compañía. En Estados Unidos, una forma de hacerlo sería reincorporarse como empresa benéfica, una estructura jurídica que incorpora formalmente las obligaciones sociales a los objetivos de la empresa y que dio nombre al movimiento B Corp.
Conseguir la certificación es también una buena forma de relaciones públicas, tanto para la empresa como para el movimiento. Los anuncios de las empresas en las estaciones de tren y los empaques de los productos muestran cada vez más el logotipo de B Corp, del mismo modo que podrían anunciar la condición de empresa ecológica y justa.
La certificación tiene sus límites. Una compañía puede comprometerse a pagar un salario justo a sus propios empleados, pero no hay obligación de hacerlo extensivo a toda la cadena de suministro. Si una empresa obtiene mayores utilidades, B Lab no puede dictar cómo emplear esos fondos. Podría invertir en agricultores o granjas, aumentar los salarios del personal, instalar paneles solares, o simplemente aumentar los dividendos o la remuneración de los ejecutivos.
Por estas razones, persisten las dudas sobre si las empresas B Corps están logrando un cambio verdaderamente significativo a nivel interno y si los efectos de ese cambio se dejan sentir de forma más generalizada.
“A las empresas les gusta decir que tienen un fin social y que, por lo tanto, son buenas empresas”, dice Mark Goyder, experto en gobierno corporativo y fundador de Tomorrow’s Company. “Pero no hacen hincapié en el cómo. ¿Cómo se garantiza que se mantienen los valores y cómo se gobiernan aspectos como la cultura?
Incluso si una empresa administra sus procesos internos relativamente bien, se centra menos en los impactos reales de sus productos y servicios.
“A menos que B Corp empiece a enfocarse en el diseño profundo de los negocios —cómo es la propiedad de las empresas, quién está representado en su Consejo de Administración, a dónde van sus utilidades— corre el riesgo de quedarse muy lejos de sus propias afirmaciones de mercadotecnia”, dice Sahan.
B Lab intenta responder a estas críticas. Dice que un cambio en los estándares a partir del próximo año obligará a las empresas certificadas a tener una mayor normativa sobre su posición en 10 temas específicos —incluidos salarios justos, diversidad e inclusión, derechos humanos, acción sobre el cambio climáticoy estándares de riesgo— para resolver algunos de los problemas relacionados con la capacidad de las empresas para cumplir los requisitos mínimos de calificación.
En la actualidad, el sistema de puntos le permite a las empresas elegir qué criterios se aplican a ellos, normalmente con la ayuda de consultores de sustentabilidad, y enfocarse en cumplirlos.
Pero Dharmash Mistry, veterano inversor de capital de riesgo y director no ejecutivo de la Premier League inglesa, dice que las empresas con certificación de B Corp suelen tener demasiados objetivos. Muchos de ellos son difíciles de seguir para los inversionistas.
“Yo busco una métrica de impacto positivo que esté vinculada al crecimiento de una empresa”, dice. “De este modo, una compañía puede enfocarse en ella, cumplirla y comunicarla de forma eficaz”, dice Mistry.
Reconoce que esto significa que puede haber otras áreas en las que las empresas se queden cortas, pero es un precio que vale la pena pagar por la sencillez y la claridad.
Amigos críticos
Existe ahora un movimiento cada vez mayor para alentar a B Lab a volver a sus raíces. Alrededor de 40 personas, incluidos trabajadores de algunas de las B Corp fundadoras en el Reino Unido y otros del sector de la sustentabilidad en general, forman parte de un grupo informal de WhatsApp que se considera a sí mismo “amigo crítico” de B Lab.
Quieren que las B Corp prosperen, pero temen que otorgar el estatus a grandes multinacionales, que han sido objeto de críticas en el pasado, genere confusión en la mente de los consumidores.
“Es urgente e importante. B Corp tiene que asegurarse de que no sea solo una especie de club. En 2023 no tenemos el tiempo para darnos el lujo de dejar que impere el greenwashing (lavado verde). Si no elevan los estándares, habrá un efecto de dilución”, dice John Steel, director ejecutivo de Cafédirect.
Algunas personas, que trabajan en el sector de la sustentabilidad, también creen que permitir que las filiales de grandes corporaciones obtengan el estatus, aunque la matriz no esté certificada, es una forma de que las compañías más grandes se beneficien del estatus de B Corp sin hacer todo el trabajo.
B Lab argumenta que el listón está mucho más alto para las grandes empresas, reconociendo que “las obligaciones con las partes interesadas son mayores cuando una empresa tiene mayor escala, influencia e impacto”. El proceso de recertificación también exige que las empresas mejoren cada tres años.
La apertura a más multinacionales es algo positivo, ya que significa que el ecosistema empresarial en general cambiará para algo mejor, dice Houlahan. Hay varias compañías con una valoración de mil millones de dólares (mdd) que están en proceso, dice, pero tienen que ser las “correctas” y solo un “pequeño número” conseguirá el estatus. Agrega que la mayoría de las B Corp —96 por ciento— son pequeñas y medianas empresas valoradas en menos de 100 mdd.
El compromiso es alto y el número de empresas que solicitan la certificación es de alrededor de 3 mil, dice Houlahan.
Incluso cuando se mantiene un estatus, no siempre sale de acuerdo al plan. Emmanuel Faber, CEO y presidente de Danone, puso a la empresa en el camino de convertirse en una de las primeras grandes corporaciones cuyas ventas totales estaban cubiertas por la certificación B Corp. Alrededor de 70 por ciento de sus ventas se acogen a ella.
B Lab dice que su modelo significa que cualquier compañía, independientemente de su tamaño, estructura jurídica o sector, puede obtener la certificación, que ya goza de suficiente reconocimiento para ayudar a las empresas a diferenciarse de las compañías tradicionales. Aunque las empresas B Corp son una pequeña proporción de los cientos de millones de compañías que existen en el mundo, el conjunto sigue creciendo.
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