Bernard Looney, el director ejecutivo entrante de BP, pasó los últimos meses permitiendo que los críticos le dijeran lo terrible que es su compañía. Preocupado porque el gigante de energía se hizo demasiado estrecho ante las miradas después del desastre del Deepwater Horizon de 2010, el ejecutivo se propuso deliberadamente evaluar lo que piensa el mundo exterior.
Sus reuniones con inversionistas, activistas medioambientales y periodistas antes de que comenzara con su trabajo el miércoles pasado, se producen en medio de una creciente resistencia a las compañías de energía, por su falta de acciones ante el cambio climático. En particular, BP ha sido blanco de campañas contra su patrocinio artístico y de accionistas que piden mayores divulgaciones en torno a las emisiones de carbono.
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El Consejo de Administración de BP creía que la compañía necesitaba ajustar la velocidad, y Looney ya había cambiado el tono. “Sé que mucha gente tiene opiniones sobre las compañías de gas y petróleo y nuestro papel en la transición energética”, escribió en una nueva cuenta de Instagram. “Me gustaría utilizar esta plataforma para hablar abiertamente sobre eso y explicar el papel que puede desempeñar la compañía, pues compartimos las mismas preocupaciones y esperanzas”.
Quince años más joven que su predecesor, se espera que el irlandés de 49 años traiga un estilo de liderazgo más ágil y moderno, en un momento en que el personal de BP incluye una creciente cohorte de millennials que son científicos de datos, así como perforadores de petróleo que usan casco. “El problema que tenemos es que las personas trabajan de cierta manera y creen que la respuesta que obtuvieron es la correcta”, dijo antes de que lo seleccionaran.
Aunque los antecedentes de Looney están en la operación petrolera tradicional de BP, el Consejo de Administración considera que sus opiniones sobre el futuro de la energía son progresivas. Su selección es una oportunidad para reposicionar a la compañía después de una agresiva Reunión General Anual, cuando los accionistas decidieron respaldar abrumadoramente una resolución sobre mejores divulgaciones climáticas.
Bernard Looney dice que quiere ser ambicioso para hacer frente a un cambio global hacia combustibles más limpios, al ir más allá de las pequeñas e ineficaces apuestas por inversiones bajas en carbono. Sin embargo, también quiere inyectar realismo en el debate, reconociendo que todavía existe una fuerte demanda de hidrocarburos en las economías de rápido crecimiento.
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El nuevo jefe, que tenía la mira en el puesto superior desde hace años, habló en privado de la necesidad de conciliar una acción más fuerte sobre el cambio climático con ingresos sostenibles de gas y petróleo, que permitan grandes pagos de dividendos. La gran pregunta es si puede convencer a los activistas.
Con interés en la moda y el diseño, es un petrolero improbable. Pero en el papel, tomó un camino tradicional. Creció en una granja lechera en Kerry y fue el primero de su familia en ir a la universidad. Estudió ingeniería, y se unió a BP en 1991 como ingeniero de perforación.
Fue identificado desde el principio como un líder potencial por el exdirector ejecutivo de BP, John Browne. Se unió a una cohorte de empleados que ascendieron rápidamente, a los que se les denominó tortugas por la caricatura Teenage Mutant Ninja Turtles (Las Tortugas Ninja), que entraban en acción si alguien necesitaba ayuda.
Cuando explotó la plataforma de perforación Deepwater Horizon, Looney, entonces jefe de las operaciones del Mar del Norte de BP, fue trasladado en avión para ayudar a detener los millones de barriles de crudo que se desparramaban en el Golfo de México. El periodo, dijo, fue el momento más difícil de su carrera.
Más tarde, estuvo detrás del mayor acuerdo de la compañía en 20 años, cuando adquirió los activos de esquisto del grupo minero BHP en EU por 10,500 millones de dólares (mdd) en 2018. También abogó por implementar tecnología en toda la empresa para reducir costos y aumentar la productividad.
Algunos analistas señalan que el acuerdo con el que BP vendió su operación de Alaska el año pasado, fue una señal de lo que podría venir. El jefe saliente, Bob Dudley, se había resistido a los llamados de los inversionistas para que la compañía se hiciera responsable por las emisiones de los clientes que queman combustibles de BP. Pero ahora se dice que está evaluando diferentes formas de medirlas.
Looney es muy querido y respetado tanto dentro como fuera de la empresa. A pesar de ser un maestro en tareas difíciles, es conocido por dar crédito a las personas en rangos de menor nivel. Asimismo, utiliza las redes sociales internas de BP para relacionarse con el personal y habla abiertamente sobre problemas de salud mental.
Looney está muy interesado en que BP sea considerada honesta bajo su liderazgo, incluso si a la gente no siempre le gusta lo que tiene que decir. Sin embargo, aún hay una desconfianza profunda hacia el sector de gas y petróleo. La meta del nuevo director ejecutivo de asegurarle a BP un asiento en la mesa de transición verde, probablemente se encontrará con activistas que quieren cerrar la empresa. Para contrarrestar esto, tendrá que igualar cualquier promesa con una acción real.