Bill Gates defiende el rápido aumento en el uso de energía provocado por los sistemas de inteligencia artificial (IA), con el argumento de que la tecnología acabará compensando su alto consumo de electricidad.
En un discurso pronunciado en Londres, Gates instó a los ambientalistas y gobiernos a “no exagerar” en sus preocupaciones sobre las enormes cantidades de energía que se requieren para hacer funcionar los nuevos sistemas de inteligencia artificial generativa, mientras las grandes compañías de tecnología, como Microsoft, se apresuran a invertir decenas de miles de millones de dólares en nuevos y enormes centros de datos.
Los centros de datos provocarán un aumento en el uso mundial de electricidad de entre 2 y 6 por ciento, dijo el multimillonario.
“La pregunta es: ¿la inteligencia artificial acelerará una reducción de más de 6 por ciento? Y la respuesta es: sin duda”, dijo Gates, cofundador de Microsoft que ha sido un prolífico inversionista en empresas que desarrollan tecnologías de energía sustentable y de reducción de carbono.
En mayo pasado, Microsoft admitió que sus emisiones de gases de efecto invernadero registraban un aumento de casi un tercio desde 2020, en gran parte debido a la construcción de centros de datos.
Gates, quien dejó el consejo de administración de Microsoft en 2020, pero se mantiene como asesor del director ejecutivo, Satya Nadella, dijo que las compañías de tecnología pagarán una “prima verde” —o un precio más alto— por la energía limpia mientras buscan nuevas fuentes, algo que está ayudando a impulsar su desarrollo y despliegue.
“Las compañías de tecnología son las que están dispuestas a pagar una prima y ayudar a poner en marcha la capacidad de energía verde”, expresó el magnate en la Cumbre Breakthrough Energy celebrada en Londres.
El grupo Breakthrough Energy, fundado por Gates y que también cuenta con Jeff Bezos, Masayoshi Son y Jack Ma como inversionistas, ha inyectado capital en más de 100 empresas que desarrollan energía sustentable y otras tecnologías para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
En su evento de Londres participaron oradores como el príncipe Guillermo, el ex primer ministro italiano Mario Draghi y John Podesta, el principal diplomático en materia del clima de Estados Unidos.
Los grandes grupos de tecnología, como Microsoft, Amazon y Google, ya esbozaron planes para gastar decenas de miles de millones de dólares en la construcción de la infraestructura informática necesaria para ejecutar sistemas de inteligencia artificial en países de todo el mundo.
Sin embargo, las limitaciones en la disponibilidad de electricidad ya representan un reto para las empresas que buscan desarrollar la nueva tecnología.
De acuerdo con un informe publicado en abril por el Departamento de Energía de Estados Unidos, se esperaba que la inteligencia artificial fuera el mayor motor del crecimiento de la carga relacionada con los centros de datos de EU en un futuro próximo.
Si bien empresas como Amazon y Microsoft firmaron acuerdos de compra de energía a largo plazo con generadores de energía eólica y solar, esos tratos “no suelen satisfacer la demanda de electricidad hora a hora con los recursos locales”, remarcó la agencia estadunidense. Eso significa que no hay “ninguna garantía de que los acuerdos puedan compensar todas las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la electricidad”.
En mayo, el Electric Power Research Institute (Instituto de Investigación de Energía Eléctrica) indicó que los centros de datos pueden consumir hasta 9 por ciento de la generación de electricidad de Estados Unidos para 2030, más del doble de lo que utilizan actualmente.
A pesar de argumentar que las compañías de tecnología están impulsando el despliegue de energía verde, resaltó que una de sus mayores preocupaciones es “obtener suficiente electricidad” necesaria para satisfacer la creciente demanda y al mismo tiempo limpiar grandes sectores, como el cemento y el acero.
“La cantidad de electricidad verde que necesitamos para la transición no llegará tan rápido como necesitamos”, indicó.
Debido a esto, es probable que no se pueda cumplir con el objetivo global de alcanzar cero emisiones netas para 2050, argumentando que “otros 10 o 15 años pueden ser más realistas”.