No existe “ninguna contradicción” entre los planes de Brasil de intensificar las exploraciones de gas y petróleo, incluyendo en aguas frente a la selva del Amazonas, y su aspiración de liderar la transición mundial hacia las energías verdes, dijo el ministro del ramo de la nación sudamericana.
Con casi 90 por ciento de su electricidad generada a partir de fuentes renovables, así como un gran programa de biocombustibles, Brasil tiene la “autoridad política, económica y moral” para hablar de una transición energética justa e inclusiva con las naciones ricas, dijo Alexandre Silveira a Financial Times.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva se ganó la aclamación internacional por emprender medidas rápidas para alcanzar el objetivo de acabar con la deforestación en la Amazonia para 2030, revirtiendo el marcado aumento de destrucción de la selva tropical bajo el gobierno de su predecesor de extrema derecha, Jair Bolsonaro.
Pero en la misma semana en la que Lula declaró ante la Asamblea General de la ONU que la crisis climática “está tocando a la puerta, destruye nuestros hogares, nuestras ciudades, nuestros países, mata e impone sufrimiento en nuestros hermanos”, Silveira defendía que deben seguir adelante las perforaciones exploratorias en una zona ecológicamente sensible donde el río Amazonas se une con el Atlántico.
El regulador medioambiental de Brasil rechazó este año una solicitud de la compañía petrolera de control estatal Petrobras para realizar perforaciones exploratorias en la zona marítima del Margen Ecuatorial, que se extiende por el litoral de seis estados amazónicos empobrecidos. Petrobras apeló la decisión.
“El pueblo brasileño tiene derecho a conocer y comprender su riqueza mineral, ya sea en tierra o en el mar”, declaró Silveira en una entrevista cuando se le preguntó por la perforación propuesta en la cuenca de Foz de Amazonas, una zona a 175 kilómetros de la costa norte que forma parte del Margen Ecuatorial. Según Silveira, parte de los ingresos petroleros de Brasil se destinan a un “fondo social que financia la atención de salud, educación y transición energética”.
Se proyecta que Brasil suba tres puestos y se convierta en el sexto mayor productor de petróleo a escala mundial en 2030 si se llevan a cabo sus proyectos actuales, pero la apertura de la franja costera de la Amazonia puede desbloquear reservas de hasta 30 mil millones de barriles equivalentes de petróleo, algo que convertirá al país en el cuarto productor global, por detrás de Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia, de acuerdo con los planes del gobierno.
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“No veo ninguna contradicción entre la exploración de gas y petróleo y la decisión clara, objetiva, segura y firme… de llevar a cabo la transición energética de una manera justa e inclusiva”, dijo Silveira, un político centrista y ex empresario que estuvo en Nueva York durante la semana del clima de la ONU para hablar sobre los planes de energía verde de Brasil. “La realidad del mundo es que todavía necesitamos combustibles fósiles”.
Cualquier perforación de petróleo realizada en la desembocadura de la cuenca del Amazonas o a lo largo de la costa adyacente respetará normas estrictas para evitar daños ambientales, añadió.
Silveira dijo que Brasil está presentando argumentos a EU, China y las potencias europeas de que una transición climática tiene que ser justa para todos los miembros de la sociedad. Las naciones ricas, añadió, tienen que “comprender que no hay paz sin inclusión (social), no hay paz cuando hay pobreza y hambre”.
Un estudio reciente de Boston Consulting Group concluyó que la alta proporción de energía renovable y la red eléctrica interconectada de Brasil lo convertían en uno de los países mejor ubicados para la producción de hidrógeno verde, pero se necesitan incentivos fiscales y de inversión para competir con otros países.
Citando estadísticas oficiales, Silveira dijo que “el promedio mundial es de 28 por ciento de energía limpia y renovable, y nosotros tenemos 88 por ciento”.
A Brasil le resultará difícil financiar grandes subsidios gubernamentales para el hidrógeno verde, como lo están haciendo algunas naciones ricas, debido a la necesidad de concentrar recursos escasos en salud, educación y seguridad pública, señaló el ministro, pero el gobierno va a tratar de encontrar incentivos legales y regulatorios para ayudar a la naciente industria, por lo que no descartó beneficios fiscales para impulsar la descarbonización.
Brasil también hace una fuerte apuesta por los biocombustibles, con la esperanza de explotar todavía más el potencial de un programa de bioetanol derivado de la caña de azúcar que utiliza productos de residuos para aumentar la eficiencia y reducir las emisiones. Los biocombustibles ya ayudan a impulsar los vehículos del país y pueden usarse como combustible de aviación.
“Quienes invirtieron en etanol de segunda generación en Brasil, en etanol descarbonizado, están ganando dinero y teniendo éxito”, señaló Silveira.
Sin embargo, el ministro dijo que sigue preocupado por el proteccionismo de las naciones ricas, que según él, solo obstaculizará la inclusión social en el cambio hacia la energía limpia.
“Las barreras (comerciales) impuestas por los países desarrollados a los países del sur global no van a resolver el problema de la transición energética”, advirtió.