Burbuja noticiosa de Twitter, plaga en la política británica

La red social, sin intercambio informativo, flujo de notas, debate ni gente interesante o matices, se perfila a incidir en las elecciones locales

La compañía tiene 16 millones de usuarios en Reino Unido. Gregory Bull/AP
Sebastian Payne
Londres /

Me levanté, me caí de la cama y arrastré el pulgar por Twitter. Para los habitantes de Westminster, Londres, es la rutina matutina moderna. Después del café, la lectura de los informes por correo electrónico, más café, el día avanza mientras recorres los feeds de noticias. Y es entonces cuando surge la indignación.

La burbuja política de Reino Unido, contenida a su vez en la burbuja autoseleccionada de usuarios de Twitter, se está volviendo insufrible. Lo que antes era una forma fácil de explorar las noticias —y una forma irreverente de debatirlas— se convirtió en una cloaca de facciones. No hay ironía, ni matices ni compasión para alterar los puntos de vista. Pero su daño a la política y a los políticos es real y profundo.

Para los miembros del Parlamento, Twitter se ha convertido en un grupo focal constante sobre lo que (supuestamente) importa: más inmediato que rebuscar en la correspondencia, mucho menos lento que tocar a las puertas. Saber lo que piensan los colegas, los periodistas y los votantes nunca ha sido tan fácil. Sin embargo, Twitter es poco representativo. Según la London School of Economics, Twitter tiene 16 millones de usuarios en Reino Unido y el grupo demográfico más numeroso es el de los jóvenes de 18 a 29 años. Durante las últimas elecciones, la Hansard Society calculó que Twitter se inclinaba hacia los partidarios del Partido Laborista a favor de permanecer en la Unión Europea.

Sin embargo, su inmediatez es una de las principales razones por las que la política tiene un horizonte tan reducido. Los temas van y vienen en cuestión de horas. Cuando una controversia o una metedura de pata empieza a ser tendencia, los partidos se ven obligados a reaccionar. Por ejemplo, el plan ferroviario del gobierno publicado en noviembre pasado: casi 100 mil millones de libras, la mayor inversión en los ferrocarriles británicos en décadas. Twitter gritó por la traición porque el tramo oriental del High Speed 2 se detuvo; el resto del anuncio se perdió.

Un debate político serio es inútil. Gritar produce la mayoría de los clics. Y el daño es evidente. Twitter convenció a los diputados laboristas de que debían nominar a Jeremy Corbyn para disputar el liderazgo para “ampliar el debate”. Después de las elecciones parciales de Hartlepool del año pasado, Twitter provocó una crisis para el actual líder, Keir Starmer, cuya remodelación se pudo ver colapsando en tiempo real. El despiadado ejército de cybernats —secesionistas escoceses extremos en línea— es una mala publicidad para la causa independentista.

En conversaciones con personas de adentro del partido que van a dirigir las próximas campañas electorales generales, me llamó la atención que los estrategas citaran a Twitter como el mayor impedimento para que su equipo gane. Una figura cercana a Starmer dice: “Si pudiera hacer una sola cosa en el partido, sacaría a todos los diputados laboristas de Twitter”. Un influyente miembro del gabinete en la sombra está de acuerdo: la victoria se decidirá por “si somos o no un partido dominado por la conversación en Twitter”. El miembro del parlamento agrega: “Todos los diputados deberíamos pasar menos tiempo en Twitter y dedicar más tiempo a tocar puertas en los escaños marginales”.

En el bando conservador, el partido descartó Twitter para ganar votos. Un asesor dijo: “Solo es útil para dar forma a la conversación de medios”. Boris Johnson sigue la máxima de su predecesor, David Cameron, que comentó que “demasiados tuits pueden hacer que uno sea un imbécil”. El primer ministro nunca mira Twitter.

La receta obvia es que los ministros dejen de consumir el golpe de dopamina que les da el volverse virales. De vez en cuando quedan restos del antiguo Twitter político: intercambios informativos, gente interesante, un flujo útil de noticias y algo de diversión.

Cuando se filtren los resultados de las elecciones locales de esta semana, Twitter estará en su peor momento. Si los laboristas ganan, los ávidos izquierdistas se van a desahogar; si los conservadores sufren grandes pérdidas, los enemigos de Johnson le pedirán que renuncie. Nada de eso importa. Casi nada en Twitter importa realmente. 


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