Buscan frenar fuerza que dio virus a tecnológicas

Legislación tras pandemia. La primera iniciativa tras el coronavirus ya se desarrolla en torno a la privacidad; moderación de contenido, otro segmento en la mira.

Las aplicaciones de rastreo de la infección pueden vulnerar datos personales. Shutterstock
Rana Foroohar
Londres /

Aplicaciones de contacto que rastrean en dónde hemos estado y a quién hemos tocado, software que le dice a los jefes qué tan duro estamos trabajando desde casa, mascarillas que se iluminan para mostrar si tenemos un virus. Estas son algunas de las tecnologías que se despliegan para ayudar a combatir la pandemia de covid-19.

El capitalismo de vigilancia era una frase desagradable antes de que llegara el coronavirus. Ahora parece ser algo normal, algo que los inversionistas toman en cuenta para las valoraciones de acciones, ya que la tecnología de la información creció hasta representar una cuarta parte del valor del S&P 500. Pero aunque el techlash (la reacción negativa hacia las compañías de tecnología) ahora parece una cosa del pasado, el mismo éxito de los gigantes digitales y su papel en la lucha contra el virus al final puede resultar ser su perdición. 

La creencia popular es que los grandes grupos de tecnología van a emerger mucho más grandes y poderosos que nunca una vez que termine la pandemia. Amazon sin duda es el minorista más esencial a escala mundial, al contratar 100 mil empleados más para administrar el aumento de la demanda relacionada con la cuarentena.

Andrew Cuomo, el gobernador de Nueva York, invitó al ex director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, para que le ayude a diseñar la reapertura del estado. Google y Apple se asociaron para desarrollar un sistema de seguimiento de contactos que varios gobiernos están adoptando. Uber capitaliza la demanda de comida para llevar que se da por el confinamiento con una oferta por su rival Grubhub. Los grandes grupos de tecnología parecen imparables, pero esa es justo la razón que al final los van a frenar. 

La primera iniciativa regulatoria después del coronavirus ya se desarrolla en torno a la privacidad. Los datos se crean al nivel más rápido en la historia desde que el virus hizo que nuestras vidas sean en gran medida virtuales. Un informe de Bank of America señala que el volumen de creación de datos subió 50 por ciento desde que comenzó la pandemia.

Las compañías de tecnología ayudan a decenas de gobiernos a rastrear a sus ciudadanos. Muchas de ellas esperan conservar los datos que están acumulando y, al final, monetizarlos, sobre todo en áreas de atención de salud. Google, Amazon, Facebook y Oracle ya trataban de incursionar en el sector antes de la llegada del covid-19.

En Reino Unido hay un escepticismo público acerca de si se puede confiar en la industria de tecnología de la información para que diseñe ese tipo de productos. En EU, una encuesta muestra que solo la mitad de los estadunidenses participaría en el seguimiento de contactos, y un tercio de ellos estaría dispuesto a compartir su información de vuelos y otro tipo de información biométrica para combatir el virus, y aún menos quiere que se rastree su ubicación inalámbrica.

No es de extrañar que demócratas y republicanos presenten proyectos de ley para asegurar que los datos que se recopilen para la lucha contra el virus no se utilicen para otros fines. Políticos y reguladores europeos, como jefa de competencia de la Unión Europea, Margrethe Vestager, buscan que haya reglas estrictas y transparencia. 

La moderación de contenido es otra área lista para la acción regulatoria. Las grandes compañías de tecnología se muestran renuentes a vigilar la desinformación en línea, en parte debido a las preocupación de las libertades civiles. Tampoco quieren perder la protección legal que las exime de la responsabilidad de lo que dicen o hacen los usuarios en línea, pero la rápida propagación del coronavirus las obligó a tomar medidas para borrar información inexacta de salud pública.

Como uno de los reguladores europeos de más alto nivel recientemente me señaló, esto hace que a estas compañías les resulte difícil argumentar que no pueden vigilar la desinformación en otros ámbitos. La consecuencia puede ser que se vean obligadas por ley a hacerlo. Eso plantea una amenaza al modelo comercial de publicidad dirigida, crucial para firmas como Google, Facebook, e incluso Amazon. 

Más allá de todo esto, las diferentes maneras en que los países abordan el equilibrio entre la salud pública y la recuperación económica (así como la vigilancia y la libertad civil) plantean otro desafío. Probablemente veremos un sector de tecnología cada vez más nacionalista, con normas diferentes que surgen para distintas regiones. El cambio limitará las oportunidades de crecimiento global para algunas plataformas. El techlash del año pasado tal vez desapareció, pero sin duda no se olvida. 

Monopolios, otra norma que cumplir

Una regulación más que meterá presión a las empresas de tecnología será la competencia antimonopolio. Un ejemplo es Amazon, que puede entregar la mayoría de nuestros productos esenciales, pero eso hace que sea más fácil para los activistas argumentar que es un monopolio. Los críticos buscarán dividirlo, obligarlo a pagar salarios más altos a sus trabajadores (algunos de los cuales ya contrajeron el virus), brindarles mejores prestaciones o incluso convertirse en una empresa de servicios públicos.


LAS MÁS VISTAS