México está inmerso en un combate con un enemigo invisible, cuya amenaza se extiende por todo el mundo. Spider-Man, Superman, Batman y los Avengers no se encuentran por ninguna parte. Pero un héroe local salió de las sombras para luchar: SuperSlim.
Carlos Slim ha sido aclamado como salvador desde que su fundación benéfica, que lleva su nombre, anunció que financiará la producción de una prometedora vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford contra el covid-19, mientras México lidia con el tercer lugar en mayor número de muertes por la pandemia. No es de extrañar que un caricaturista del periódico El Economista retratara al magnate de 80 años jalando su camisa para revelar una “S” de Superman.
Para el hombre más rico de México (que alguna vez fue el más rico del mundo), que prefiere pensar en la caridad como una “inversión social”, el movimiento va de acuerdo con su forma de ser. Como le dijo a su biógrafo, Diego Osorno: “Nuestro concepto se centra en lograr y resolver las cosas, más que en dar. No andamos por ahí como Santa Claus”.
Pero para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, el acuerdo fue un regalo del cielo mientras lucha por controlar una pandemia en la que ya murieron casi 60 mil personas.
La fundación, que Slim creó hace casi 35 años, aportará una suma no especificada para ayudar a producir entre 150 y 250 millones de dosis de la vacuna en Argentina y México. López Obrador dice que eso significa que una vacuna universal y gratuita contra el covid-19 estará disponible en el primer trimestre del próximo año, y se ofreció como voluntario para ser el primero en ser inoculado.
No es la primera vez que Slim llega al rescate de López Obrador. Pero un presidente que critica el pasado neoliberal de México y un multimillonario que amasó su fortuna gracias a eso, forman un dúo poco probable. De hecho, el presidente y el multimillonario dueño de América Móvil tienen una larga historia: López Obrador recurrió a Carlos Slim para que lo ayudara a embellecer el centro histórico de la capital cuando fue jefe de gobierno de 2000 a 2005.
Pero mientras López Obrador avanzaba hacia su aplastante victoria presidencial en 2018, Slim admitió sentirse descompuesto acerca del clima de inversión si ganaba y seguía adelante con la promesa de descartar el Aeropuerto de Ciudad de México diseñado por Norman Foster con un costo de 13 mil millones de dólares (mdd), que el magnate respaldó.
López Obrador hizo precisamente eso, tensando la relación entre ellos, y solo en el último año ya hubo un acercamiento. En agosto pasado, López Obrador elogió calurosamente a Slim por ayudar a diseñar un acuerdo para resolver una disputa sobre los contratos de gasoductos que consideraba exorbitantes.
El amor continuó, con Slim arrojando su peso para apoyar “100 por ciento” de los objetivos del presidente, incluida la lucha contra la corrupción y el desarrollo de los estados pobres del sudeste de México a través de megaproyectos. De hecho, un consorcio liderado por las empresas de Slim ganó en mayo una licitación para construir una sección del proyecto del gobierno del tren Maya y Slim prometió invertir 5 mil mdd en infraestructura.
En febrero, cuando López Obrador convocó a la élite empresarial para una cena de recaudación de fondos en Palacio Nacional, Slim estaba sentado a su lado. Cuando López Obrador visitó al presidente de Estados Unidos (EU), Donald Pero mientras López Obrador avanzaba hacia su aplastante victoria presidencial Trump, en la Casa Blanca en julio, Slim se unió a los dos líderes en la mesa principal en una cena con empresarios.
Slim permitió amablemente a López Obrador disfrutar del crédito por el programa de vacunas. Pero el presidente a veces tiene una forma extraña de dar las gracias: pocos días después del anuncio, pidió que se cancelara, o al menos se revisara, un contrato de una planta de etileno entre la compañía petrolera estatal Pemex y un consorcio de Braskem de Brasil e Idesa de México. El banco Inbursa de Slim es uno de los principales acreedores de Idesa.
La planta de etileno de 5 mil 200 mdd fue una inversión histórica debido a su tamaño, pero Pemex ya no tiene un excedente de etano —la materia prima que se utiliza en la planta— y tiene dificultades para cumplir con los términos de un contrato que el presidente considera desfavorable para la compañía estatal.
Pero parece que pasa por alto el hecho de que si Pemex no cumple con su contrato, Braskem Idesa tiene la opción de obligarla a reembolsar toda la inversión más el retorno del capital. Pemex ya tiene deudas por 107 mil mdd. Evitar ese desastre podría ser la próxima prueba para las habilidades de negociación de magnate SuperSlim.
srgs