El mundo está a punto de acordar la creación de 65 mil millones de dólares en nuevos derechos especiales de giro (DEG) dentro del Fondo Monetario Internacional (FMI) —un activo cuyo objetivo es complementar las reservas oficiales de los países miembros. La asignación inicial de estas sumas seguirá el principio normal en los asuntos internacionales: se les dará a los que tienen, pero es posible y deseable reasignar una parte de los beneficios de este dinero gratuito a fines mundiales, sobre todo ayudando a los países frágiles de bajos ingresos a restablecer sus perspectivas golpeadas por la pandemia. Esta oportunidad debe aprovecharse.
La idea de crear una gran cantidad de nuevos DEG se planteó al principio de la pandemia. Como era de esperar, la vetó la administración Trump. Bajo el gobierno de Biden, esto ha cambiado. Dado que Estados Unidos tiene un veto en el FMI, eso es crucial. La asignación planeada también es enorme según los estándares históricos, lo que aumenta el valor de los DEG pendientes en un 120 por ciento.
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El mundo creó los DEG como activo de reserva de divisas múltiples en la década de 1960. Ha habido cuatro asignaciones, la mayor en respuesta a la crisis financiera, en 2009. La última se propuso como respuesta a la pandemia. Sigue siendo relevante, no solo porque la emergencia no ha terminado, sino porque la recuperación es divergente, con los pobres que se quedan rezagados.
Una nueva asignación de DEG no hará mucho al respecto, ya que el nuevo activo de reserva irá en principio para los países en proporción a sus cuotas en el FMI. Como resultado, EU recibirá 17 por ciento, los países de altos ingresos del Grupo de los Siete, 44 por ciento; todos los países de altos ingresos, 58; China, 6; otros países en desarrollo de ingresos medios, 33, y 70 países de ingresos bajos, con una población total de mil 200 millones (lo mismo que todos los países de altos ingresos), solo 3.2 por ciento.
Incluso eso será 21 mil mdd en activos líquidos permanentes para países de bajos ingresos. Esto dista mucho de ser nada para ellos. Más importante aún, es posible que los receptores de altos ingresos de estos nuevos activos, que no necesitan, los presten en condiciones muy favorables. Eso puede marcar una gran diferencia. ¿Por qué los países de altos ingresos no deben prestar todas las ganancias inesperadas en DEG que no necesitan? Eso ascenderá a 380 mil mdd.
En un blog e informe reciente del FMI sobre las perspectivas en los países de bajos ingresos se explica por qué esto será importante. De acuerdo con un análisis que nos pone a pensar, los países de bajos ingresos han perdido un terreno económico significativo en relación con los países de altos ingresos desde que llegó el covid-19. Esto se debe parcialmente a que son muy vulnerables a lo que sucede en la economía mundial. En parte, se debe a que tienen muy poco margen de maniobra fiscal. Esto gracias a que, a pesar de su población joven, sus sistemas de salud tienen poca capacidad de respuesta y su capacidad para obtener vacunas es muy pequeña. Además, de acuerdo con el fondo, 55 por ciento de estos países se encuentra ahora en problemas de endeudamiento o corren un alto riesgo de padecer esa condición.
Al mismo tiempo, hay oportunidades reales de recuperación. El pronóstico de referencia del FMI es que los países de bajos ingresos sufrirán un impacto permanente de la pandemia. Pero, con 200 mil millones de dólares en financiamiento relacionado con el covid y entre 250 mil y 350 mil millones de dólares en gastos adicionales durante cinco años, estos países pueden volver a su camino de convergencia anterior a la pandemia.
Lograr esto requerirá una combinación de subvenciones, préstamos en condiciones favorables y alivio de la deuda. También requerirá reformas que estimulen la inversión privada nacional y extranjera. Como siempre, la asistencia oficial debe ser, en última instancia, catalizadora. Pero la subvención y también los préstamos de DEG pueden ser de gran ayuda.
El plan del fondo es dividir el dinero disponible en tres cubetas. La primera ampliará el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza, que concede préstamos en condiciones muy favorables a países de bajos ingresos. Pero existen límites a las sumas que el FMI puede prestar a través de este vehículo, por varias razones, entre ellas que siempre es el acreedor principal y, por lo tanto, no puede correr el riesgo de convertirse en el dominante.
Cuanto mayor sea el valor de los DEG que se van a prestar, mayor será la proporción que los receptores iniciales deben prestar por su cuenta y riesgo, a través de un nuevo fondo fiduciario. La idea es que algunos de esos préstamos sean para otros países en desarrollo y para fines específicos, como el clima o la salud. Por último, parte del dinero puede ser para un fideicomiso que respalda los préstamos de los bancos multilaterales de desarrollo como el Banco Mundial.
Cómo se entrega ese dinero y con qué propósito siempre es algo político. Mi opinión es que controlar el virus es un bien público mundial, que debe obtenerse mediante subvenciones de los países ricos. Es un crimen y un error que esto no se haya entendido y hecho ya.
No se debería pedir a los países de bajos ingresos que se endeuden, ni siquiera en condiciones favorables, para este fin, desviando recursos de sus objetivos de desarrollo a largo plazo. También dudo en decirles que inviertan en las prioridades del día de los países de altos ingresos. El gasto en energía renovable, transformación digital y salud debe ser parte de los programas de desarrollo que los países posean y ejecutan, aunque se desarrollen en colaboración con las instituciones internacionales.
En resumen, cualesquiera que sean las modalidades precisas, el objetivo debe ser utilizar la mayor cantidad posible de este dinero para apoyar a los gobiernos que tienen planes creíbles para recuperar el terreno perdido del desarrollo. Pero no traten de comprar reformas a través de la condicionalidad. Esto casi nunca funciona. Es probable que el dinero no llegue a todos los países vulnerables.
El beneficio inesperado de los DEG, si se utiliza bien, puede ayudar a los países más pobres, vulnerables y afectados. Aceptar esto será una bendición mundial. Llegó la hora de hacerlo.