China impone a las marcas el algodón que produce Xinjiang

Pekín actúa agresivamente contra las empresas que dejan de comprar la fibra en esa región, que surte hasta 20% del que requiere el mundo

Recolector en el campo de Hami, en el noroeste del gigante asiático. AP
Consejo Editorial
Londres /

La desaparición de Hennes & Mauritz, uno de los minoristas de ropa más grandes del mundo, de las aplicaciones de comercio electrónico y de solicitud de transporte en China la semana pasada marca una escalada en la batalla diplomática sobre el algodón de Xinjiang. China demostró que no solamente fomentará el boicot de los consumidores locales a las marcas globales que rechazan el algodón de Xinjiang, sino que también lo va a imponer.

China está furiosa por los gobiernos y grupos de la sociedad civil que centran la atención sobre sus abusos de derechos humanos contra más de un millón de uigures y minorías en Xinjiang. Actúa de forma agresiva contra las compañías textiles y de moda que eliminan públicamente el abastecimiento de Xinjiang, que proporciona alrededor de 20 por ciento del algodón del mundo.

Compañías como H&M y Nike quedaron incómodamente atrapadas entre la presión política de Estados Unidos y Europa, y la denuncia china de “mentiras maliciosas” sobre la situación en Xinjiang. Hasta ahora, siguen aumentando las operaciones minoristas en China mientras diversifican sus cadenas de suministro. A medida que China haga que este equilibrio sea más difícil, se verán obligados a adoptar una postura más clara.

Las tensiones sobre Xinjiang provocaron sanciones de la Unión Europea, el Reino Unido, EU y Canadá, y represalias de China. Mientras tanto, las compañías bajo escrutinio sobre los estándares ambientales, social y de gobierno corporativo (ESG, por su sigla en inglés) han tratado de frenar los abusos de la cadena de suministro, incluido el trabajo forzoso. China ahora señaló que no tolerará ese tipo de insubordinación.

China está en una posición de poder, dada la creciente importancia de su mercado de consumo para las marcas y minoristas globales, las ventas de Nike en la gran China en el trimestre hasta febrero superaron a las de América del Norte. Tiene una fuerza considerable que puede utilizar para ir en contra de lo que la emisora CCTV llamó la semana pasada “empresas rebeldes” sin “ninguna ética comercial básica” que buscan “obtener grandes utilidades en China”.

Durante mucho tiempo, la complejidad y la falta de transparencia en las cadenas de suministro globales permitieron que las marcas del sector de la moda y los minoristas evitaran el escrutinio. Era casi imposible saber de dónde procedía la tela de la mayoría de las prendas y en qué condiciones se había producido. La tecnología como el rastreo de ADN que permite que se pueda dar seguimiento a los productos a lo largo de su ruta cambió eso.

La forma como las marcas se comportan en todo el mundo también se volvió más transparente, gracias a internet. Es imposible dirigirse a los consumidores y políticos de un país sin que los de otros también se enteren. La acusación de la semana pasada por parte de la Liga Juvenil Comunista de China de que H&M había “boicoteado” el algodón de Xinjiang se basó en una declaración de la compañía del año pasado.

Esta transparencia contribuyó a elevar los estándares de la cadena de suministro durante las últimas dos décadas, pero ahora el país asiático la está  explotando.

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