Gran parte del futuro del espionaje, de acuerdo con Jeremy Fleming, jefe de la agencia de espionaje del Reino Unido, reside en la inteligencia artificial. En un mundo en el que la mayoría de las personas viven al alcance de las señales de los teléfonos móviles y muchos objetos están conectados a través del Internet de las Cosas, la gran cantidad de información disponible para los analistas que pueden tener acceso al mundo digital es impresionante.
Esto, tristemente, hará más que sonar como una sentencia de muerte para James Bond y sus artefactos, cuando los secretos se pueden extraer más fácil a través de la agencia invisible de un algoritmo.
También siembra sospechas en el comercio mundial y la inversión en tecnología, particularmente con China. Gran parte del comercio mundial es digital y a menudo no está tan claro tanto para los gobiernos como para los consumidores cómo utilizan las grandes compañías de tecnología y las autoridades interesadas los datos que recopilan de los dispositivos cotidianos.
Algunos ven un futuro en el que el uso de la tecnología, y los datos que recopila, se balcanizan entre aliados estratégicos y adversarios. Si esta visión se hace realidad, señalaría la desaparición del tecnoglobalismo que ha sustentado la cooperación tecnológica internacional desde que terminó la guerra fría a principios de la década de 1990.
“El mundo definitivamente se está moviendo hacia un tipo de bifurcación tecnológica y esta será más evidente en áreas de tecnología crítica, estratégica y militar”, dice Danielle Cave, subdirectora del centro internacional de política cibernética de ASPI, un grupo australiano.
“Es probable que la bifurcación sea desordenada. No siempre veremos una línea recta que divida países o tecnologías en dos campos claros y obvios”, agregó Cave. “Las grandes potencias como Estados Unidos y China, que no solo son competidores estratégicos sino son adversarios de inteligencia, serán los arquitectos clave de cómo se desarrolle este nuevo mundo”.
Varios acontecimientos que ocurrieron en las últimas semanas muestran las tensiones en juego. En el Reino Unido, las agencias de inteligencia presionan para que las autoridades locales usen la tecnología de las “ciudades inteligentes” chinas debido a la preocupación de que Beijing pueda usarla para espionaje, vigilancia o recopilación de datos confidenciales. Dicha tecnología incluye cámaras y sistemas de vigilancia que permiten la gestión del tráfico y el suministro de energía.
Las preocupaciones de China sobre la seguridad de los datos también pasaron al primer plano. Elon Musk, director ejecutivo de Tesla, negó la semana pasada que los coches de su empresa pudieran utilizarse para espiar tras los informes de que el ejército chino prohibió los vehículos Tesla en sus instalaciones. Musk dijo que la compañía tiene un fuerte incentivo para la confidencialidad. “Si Tesla utilizara los coches para espiar en China o en cualquier lugar, nos cerrarían”.
Él dice...“La mayoría de las patentes que obtienen las empresas chinas son para tecnologías que dependen de los datos y son vulnerables a la creciente desconfianza sobre la privacidad"
El problema para Elon Musk es que es difícil demostrar algo negativo en el ciberespacio. Huawei, el gigante chino de equipos de telecomunicaciones, descubrió esto cuando luchó contra las sospechas en Reino Unido y en otros lugares de que su infraestructura de telecomunicaciones 5G podría albergar “puertas traseras” para facilitar el espionaje cibernético por parte de China.
Otra afrenta para la confianza es que las promesas que se hacen en serio hoy pueden volverse falsas mañana. Por ejemplo, se espera que Apple en las próximas semanas implemente cambios en sus iPhones para brindar a los usuarios más seguridad sobre la privacidad. Pero algunas de las compañías de tecnología más grandes de China, entre ellas ByteDance y Tencent, hacen pruebas de una herramienta para eludir las nuevas reglas de privacidad de Apple y seguir dando seguimiento a los usuarios sin su consentimiento.
El escrutinio cada vez mayor que se dirige a las compañías chinas en Occidente, y a las empresas occidentales en China, se produce cuando el país asiático se mueve a la vanguardia de la innovación global después de siglos de ponerse al día. Los datos de la Oficina Europea de Patentes (OEP) muestran que la concesión de patentes a compañías chinas aumentó 10 por ciento en 2020, más rápido que en cualquier otra gran economía. En su trayectoria actual, China podría competir con Alemania y Japón para ocupar el segundo lugar después de EU en siete años en términos de solicitudes anuales de patentes a la OEP.
Una dinámica similar está en marcha en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), una agencia de la ONU, donde Huawei es el principal solicitante corporativo de patentes y dos tercios de las solicitudes provinieron de compañías asiáticas el año pasado. Pero la mayoría de las patentes que obtienen las empresas chinas son para tecnologías que dependen de las redes de datos y son vulnerables a la creciente desconfianza sobre la privacidad.
La gran pregunta ahora es cómo los gobiernos occidentales pueden mantener una relación comercial con China al mismo tiempo que protegen los mercados nacionales de las filtraciones de datos. En EU, la dirección ya está clara: una lista de entidades del Departamento de Comercio restringe las exportaciones de tecnología de EU a más de 300 empresas y entidades chinas.
srgs