Antes de viajar para reunirse con Donald Trump, Keir Starmer anunció la semana pasada que mantendrá el “compromiso de gastar 2.5 por ciento del PIB en defensa. Pero a la luz de las graves amenazas, vamos a adelantar ese objetivo para cumplirlo en 2027”. Además, este aumento del gasto se financiará mediante la reducción del desembolso en desarrollo exterior de 0.5 a 0.3 por ciento del ingreso nacional bruto.
El primer ministro afirmó que “frente a los desafíos actuales y generacionales, los países europeos deben hacer más por su propia defensa. Eso es indiscutible”. Sin embargo, lo que hará Reino Unido también será “sujeto a condiciones económicas y fiscales” tan definidas que el aumento del gasto en defensa será trivial y el costo adicional que deberá soportar el público será cero. Esta no es una respuesta seria a los desafíos que enfrenta la región. Eso era cierto cuando se hizo el anuncio. Esto se hizo aún más cierto después de la espantosa reunión con Volodímir Zelenski en la Oficina Oval. La seguridad de Europa ahora depende de los europeos. Reino Unido debe estar a la cabeza.
Ya en febrero de 2024, el Comité de Defensa de la Cámara de los Comunes publicó un informe en el que se argumenta que “existen varios déficits de capacidad dentro de las Fuerzas Armadas de Reino Unido”. De acuerdo con Building Defence Capacity in Europe, publicado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en noviembre de 2024, la situación es similar en la mayoría de las demás fuerzas europeas.
Estas deficiencias persisten a pesar del aumento del gasto en defensa en los últimos años. Esto se debe en parte al tamaño del atraso histórico. También se debe a la urgente necesidad de transferir equipo a Ucrania en los últimos tres años. Esto deja un enorme agujero que los miembros europeos de la OTAN, incluido Reino Unido, deben llenar lo más rápido posible. Dada la escala y la urgencia de estas presiones, el gasto en defensa tendrá que aumentar.
En las décadas de 1970 y 1980 el gasto en defensa representó 5 por ciento del PIB británico. Es posible que no sea necesario que sea así en el largo plazo: Rusia de la era moderna no es la Unión Soviética. Sin embargo, puede que deba ser tan alto como ese durante la preparación, sobre todo si EU se retira. Puede ser sensato financiar el aumento temporal de la inversión con préstamos, pero si el gasto en defensa tiene que ser más alto, los impuestos deben aumentar, a menos que el gobierno pueda encontrar recortes de gasto suficientes, algo de lo que se puede dudar.
A largo plazo, los impuestos sobre la renta más altos serán la mejor manera de compartir la mayor carga de la defensa. Sin embargo, el Partido Laborista está reduciendo la ayuda, justo cuando EU hace estallar la Usaid. Reino Unido ya recortó su proporción del PIB destinada a la ayuda de 0.7 por ciento con David Cameron a 0.5 por ciento con Boris Johnson. Ahora será de 0.3 por ciento, del cual, cerca de la mitad se gastará en alojamiento para solicitantes de asilo.
Abandonar la ayuda a los más pobres del mundo es la manera equivocada de financiar las necesidades de defensa. Anneliese Dodds, la ministra de Desarrollo Internacional, hizo bien en renunciar. Los fondos liberados son demasiado pequeños. Además, aumentarán la miseria mundial y debilitarán la voz de Reino Unido en el mundo. La decisión es una señal de evasión y cobardía.
El “dividendo de la paz” terminó con el regreso de la guerra a Europa. El Reino Unido puede y debe gastar más en defensa. Sin hacer eso, no podrá tener voz en la defensa conjunta de su continente ni siquiera defenderse a sí mismo. Debe desempeñar un papel de liderazgo en el fortalecimiento del pilar europeo de la OTAN.
Por fortuna, Reino Unido puede esperar que sus inversiones en defensa generen rendimientos económicos. Históricamente, las guerras han sido la madre de la innovación.
Esto fue cierto en el caso de la Segunda Guerra Mundial. La startup omy de Israel comenzó en su ejército. Ahora los ucranianos han revolucionado la guerra con drones. John Van Reenen, presidente del consejo de asesores económicos de la canciller de Hacienda de Reino Unido, Rachel Reeves, es el coautor de un documento en el que se argumenta que un aumento de 10 por ciento en la investigación y el desarrollo en defensa desencadena un alza de 4 por ciento en la investigación y desarrollo privada. En otro documento, del que también es coautor, argumenta que estos beneficios dependen de un financiamiento abierto y competitivo de la innovación en defensa. Sin embargo, el punto crucial es que la necesidad de gastar significativamente más en defensa debe considerarse más que una mera necesidad y también más que un mero costo, aunque ambas cosas son ciertas. Si se hace de la manera correcta, también es una oportunidad económica.
En la actualidad, Reino Unido se enfrenta a una nueva y sombría realidad. Es poco probable que sea temporal. Mientras Rusia se envalentona y Estados Unidos se retira, el gobierno británico no debe fingir que casi nada ha cambiado y que hay pocos costos adicionales que asumir. Starmer tiene que persuadir al público para que reconozca las realidades actuales. Hasta ahora, ha sido demasiado tímido.