Siguiendo con la Swamp Note de la semana pasada, que trataba sobre la APEC y el creciente poder de monopolio sobre la inteligencia artificial (IA) por parte de las grandes compañías de tecnología y el Estado chino, quiero reflexionar sobre la política de la herramienta o, más en concreto, lo que puede significar para la política que esta tecnológica provoque una disrupción en tantos empleos como parece que podrá hacerlo en los próximos años.
Consideremos que la política actual en el mundo desarrollado —desde el ascenso de Donald Trump hasta el crecimiento de la política de extrema derecha y de extrema izquierda en Europa— se deriva en gran parte de las disrupciones en la fuerza laboral industrial a causa de la tecnología y la globalización. El hundimiento del trabajo de fabricación condujo a una política más populista y caótica, ya que los países intentaron (y a menudo fracasaron) equilibrar las necesidades del mercado global con las de los votantes.
Ahora consideremos que el verano pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advirtió que la mano de obra cualificada de cuello blanco, que representa alrededor de un tercio de la fuerza laboral en Estados Unidos y otros países ricos, es la que corre más riesgo de sufrir una perturbación por la inteligencia artificial. Ya vemos que esto ocurre en el trabajo de oficina, con las mujeres y los asiáticos especialmente en riesgo, ya que ocupan una cantidad desproporcionada de los puestos en cuestión. Como ya estableció nuestro colega John Burn-Murdoch, los profesionistas independientes (freelancers) en línea son especialmente vulnerables.
Entonces, ¿qué sucede cuando se agrega más del triple de trabajadores, en nuevos subgrupos, al caldero de hombres blancos enojados que en las últimas décadas vieron que automatizaron o subcontrataron sus trabajos? Nada bueno. Siempre me sorprende cuando directores ejecutivos como Elon Musk proclaman que nos dirigimos hacia un mundo sin trabajo como si esto fuera algo bueno. Como desde hace algún tiempo exponen académicos como Angus Deaton y Anne Case, un mundo sin trabajo muy a menudo conduce a “muertes por desesperación”, familias rotas y todo tipo de males sociales y políticos.
Ahora, para ser justos, Goldman Sachs estima que el impacto de la inteligencia artificial en la productividad podrá duplicar la tasa reciente, reflejando el impacto de la revolución de las computadoras personales (PC). Esto conducirá a un crecimiento importante que puede hacer todo tipo de cosas, desde bajar la pobreza infantil hasta reducir nuestro creciente déficit.
Pero eso solo ocurre si se comparte. Y las tendencias históricas de la tecnología no son buenas en ese sentido: la tecnología a menudo amplía las disparidades de riqueza antes de que los movimientos laborales y la regulación gubernamental equilibren las cosas. (Pensemos en la llegada del siglo XX, hasta la década de 1930), pero la profundidad y amplitud de la disrupción de la inteligencia artificial bien pueden causar niveles sin precedente de desplazamiento laboral y malestar político a escala mundial.
Cada vez me preocupa más y más que allí sea hacia dónde nos dirigimos. Consideremos este nuevo informe de trabajo de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (NBER, por su sigla en inglés), que analiza por qué la inteligencia artificial será tan transformadora como la revolución industrial; sin embargo, también predice que hay muchas posibilidades de que reduzca radicalmente la proporción de la mano de obra, incluso llevándola a cero, en lugar de políticas que lo impidan (los maravillosos Daron Acemoglu y Simon Johnson plantean puntos similares y exponen las historia de dicha transformación tecnológica en su libro Power and Progress).
No es de extrañar que los oligarcas tecnológicos de nuestra nueva era dorada estén tratando de salir del planeta: saben que vendrán los trinchetes para más información sobre este tema, lean el último libro de Jonathan Taplin: The End of Reality: How Four Billionaires are Selling a Fantasy Future of the Metaverse, Mars, and Crypto.
No podemos educarnos para salir de este problema de una manera que sea lo suficientemente rápida (o tal vez no podemos educarnos en absoluto). Tampoco podemos contar con un ingreso básico universal para solucionarlo todo, por muy generoso que sea, porque la gente necesita trabajo para funcionar (como dijo Freud, todo se trata de trabajo y amor). Los economistas y politólogos reflexionan sobre los riesgos existenciales de la inteligencia artificial —desde una guerra nuclear hasta una pandemia— desde hace años, pero me pregunto si la verdadera crisis existencial no es una crisis masiva de sentido y la consiguiente política de desesperación, a medida que se desplaza el trabajo más rápido de lo que podemos solucionar el problema.
Richard, tengo curiosidad por saber qué piensa la gente del valle sobre esto.
Por cierto, Swamp Notes se tomará un breve descanso durante el Día de Acción de Gracias. Estaremos de nuevo con ustedes el 1 de diciembre. Les deseamos un feliz Día de Acción de Gracias a todos nuestros lectores.
Recomendaciones
-El analista económico Steve Rattner explicó en el programa Morning Joe por qué nuestro sistema actual de inmigración no atiende bien ni a los inmigrantes ni al país. Estoy de acuerdo con él: tenemos que arreglarlo, porque necesitamos con desesperación una inmigración legal más ordenada para impulsar la economía y ayudar a mantener baja la inflación.
-Ya me devoré dos episodios de la nueva temporada de The Crown; haré un maratón del resto el próximo fin de semana.
-Para los que se preguntan por Cornel West y por qué contiende para las elecciones presidenciales, pueden leer su perfil en New York Magazine.
-Katie Roiphe escribe en The Wall Street Journal sobre los padres del criptoempresario Sam Bankman-Fried y de por qué nos preocupamos tanto por ellos.
-Acompáñenos hoy en nuestro evento en línea Inflation Reduction Act: Revitalizando la Agenda Verde de EU. Expertos de la industria que provienen de la Oficina de Política Climática de la Casa Blanca, Bank of America, la Universidad de Columbia y otras instituciones debatirán sobre cómo las empresas están aprovechando esta legislación.
Richard Waters responde
Sabes cómo son las cosas en Silicon Valley: todo el mundo siempre tiene una solución y el vaso siempre está medio lleno, pero en este tema, incluso las personas que dicen tener las respuestas tienen dificultades para convencerse a sí mismas.
La conversación aquí suele ir en tres direcciones. La primera es que la tecnología creará nuevos tipos de trabajo que ni siquiera podemos imaginar todavía. Durante algunos años, todo el mundo señaló a los desarrolladores de aplicaciones móviles como prueba de que esto siempre funcionaría: antes del iPhone, ¿quién hubiera imaginado que esto podía ser un trabajo? Con la inteligencia artificial, el nuevo trabajo mítico del que todos hablan aquí es la prompt engineering (o ingeniería de instrucciones o ingeniería rápida), el oscuro arte de extraer resultados útiles de sistemas como ChatGPT.
Hay problemas obvios con esta línea de pensamiento. Es posible que las cosas avancen demasiado rápido y que no haya tiempo para crear todos los nuevos empleos, y mucho menos para realizar toda la nueva capacitación (o reconversión profesional). Y el hecho de que así es cómo funcionó la tecnología en el pasado no significa que eso vaya a ocurrir en el futuro. Con la inteligencia artificial, los nuevos tipos de trabajo también puede ser realizados por las máquinas.
Lo segundo que escuchamos es que todos estamos demasiado obsesionados con el trabajo y deberíamos pensar más en cómo podemos usar todo ese tiempo libre extra para darle sentido a nuestras vidas de otras maneras. Esta conversación suele terminar con bastante rapidez. Todos los techies (las personas que son entusiastas o expertos en tecnología) de grandes logros suponen que ellos van a ser los que quedarán con empleo.
El tercer tema de conversación favorito, como sugieres, es el ingreso básico universal. Esta es una idea nerd que tiene todas las características de una panacea, justo el tipo de cosa que les encanta a los techies, ya que muestra su dominio de las últimas ideas y parece presentar una solución radical que aborda el problema de una sola vez; sin embargo, la forma en que se presenta a menudo parece un poco alejada de la realidad.
Mi ejemplo favorito de esto es Worldcoin, la startup respaldada por el ex director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman (que ahora se incorpora a Microsoft). Worldcoin quiere que todos en el planta escaneen sus ojos en uno de sus “orbes”, de modo que cuando llegue el momento de repartir la riqueza sea más fácil asegurarse de que cada uno de nosotros seamos humanos únicos (a diferencia de los robots) y que merezcamos una rebanada de pastel. Es una idea descabellada y el hecho de que pongan la tecnología en primer lugar muestra exactamente cómo suele pensar la gente aquí.
Dicho esto, creo que estas tres ideas apuntan a algo importante. Nuevos tipos de trabajo, nuevas formas de encontrar significado más allá del trabajo y una redistribución de la riqueza mucho mayor tendrán que desempeñar un papel importante si queremos evitar el tipo de cataclismo político que tanto temen, pero sí, Rana, con la velocidad a la que avanza la tecnología, comparto tu temor.