Cómo los directores ejecutivos se han adaptado a la era de la ansiedad

Será bueno para Wall Street que las compañías se vuel­van más pro­duc­ti­vas, sustentables, eficientes y sen­si­bles

La impresión 3D que se utilizó en la pandemia para producir componentes de automóviles ahora se aplica a la electrónica de consumo. Shutterstock
Rana Foroohar
Nueva York /

Los líderes corporativos no suelen dedicar días de sus apretadas agendas a discutir el futuro de la democracia, pero no estamos en tiempos normales. La semana pasada asistí a un retiro con alrededor de 40 líderes empresariales de todo el mundo y tuve la oportunidad de tomarles el pulso en una nueva era de ansiedad. A continuación se muestran mis tres principales conclusiones.

Primera lección: hoy la política es una de las principales preocupaciones de las juntas directivas. Antes, en este tipo de conferencias se oía hablar mucho más sobre los negocios en sí, así como sobre la tecnología y la administración, pero esta vez la conversación giró en torno al significado de los resultados cruciales de las elecciones de 2024, sobre todo en Estados Unidos y Europa.

No hubo un consenso claro sobre si Joe Biden (suponiendo que siga siendo el candidato demócrata) o Donald Trump era lo mejor para los negocios, lo que refleja preocupaciones sobre el impacto fiscal de los planes de gasto de Biden (aunque hubo mucha menos preocupación por los efectos de cualquier recorte de impuestos de Trump). Pero esto también parecía reflejar una creencia ingenua de que las empresas podían manejar con éxito a Trump en un segundo mandato. Dudo que ese sea el caso.

La mayoría de los participantes (que hablaron bajo las reglas de Chatham House) creían que la Unión Europea estaba en peligro de desmoronarse, dada la inestabilidad política tanto en Francia como en Alemania, y que, irónicamente, Gran Bretaña tras el brexit se había convertido en la casa menos fea del conjunto que es Europa.

También hubo muchos lamentos por los movimientos cada vez más agresivos en torno a Taiwán por parte del presidente de China, Xi Jinping, y la posibilidad de un conflicto caliente —o al menos cuellos de botella de transporte— en el Mar de China Meridional. Aunque un participante chino abogó por un regreso al status quo “justo a tiempo” de la década de 1990, en el que las grandes multinacionales subcontrataban la producción a China basándose en la escala y los bajos costos laborales, la mayoría de los participantes dudaron que esto fuera posible.

Esto nos lleva a la segunda lección: los directores ejecutivos están cubriendo sus apuestas, a lo grande. Las empresas pueden quejarse en público de los aranceles, el populismo y los riesgos de la política industrial, pero en privado los líderes saben que en el futuro el gobierno desempeñará un papel mucho más importante en la forma de dirigir las compañías.

Entre el ascenso del nacionalismo chino, la reindustrialización estadunidense, el resurgimiento de la extrema derecha en Europa y la elección de líderes a favor de los trabajadores en lugares como México (y probablemente Gran Bretaña esta semana), el tira y afloja de las preocupaciones nacionales reemplazó a un único paradigma global de “eficiencia” para las empresas.

Eso significa una explosión de estrategias mucho más sofisticadas para la regionalización y la reducción de riesgos. Por supuesto, no solo se trata de políticas. El costo y el tiempo del transporte de larga distancia a través de largas cadenas de suministro, la necesidad de reducir las emisiones de carbono, las crecientes demandas laborales y los consumidores que quieren lo que quieren en este momento empujan a muchas empresas hacia múltiples centros locales de producción y consumo.

La tecnología es lo que hace posible, e incluso deseable, esta tendencia hacia la “clusterización”. Como señala Mike Wilson, fundador del Parc Institute for Manufacturing, Logistics and Inventory de la Universidad de Cardiff, alrededor de 800 mil millones de dólares de los 2.5 billones que había en inventario en EU a finales de 2023 provinieron de costos de manejo (almacenamiento y administración de inventario), depreciación, impuestos y obsolescencia. Para reducir eso, las empresas están utilizando sensores para rastrear productos individuales y crear mapas detallados de la cadena de suministro, que luego pueden ejecutarse a través de sistemas analíticos predictivos basados en inteligencia artificial para reducir los tiempos de entrega y el desperdicio.

Del mismo modo, la fabricación aditiva se utiliza para reducir aún más las diferencias en los inventarios debido a perturbaciones inesperadas de oferta y demanda. Las lecciones aprendidas de la pandemia —durante la cual las empresas utilizaron la impresión 3D para producir cosas como piezas de respiradores o componentes de automóviles en el sitio— se están aplicando a la electrónica de consumo y otras industrias.

Si bien esto no necesariamente es un argumento a favor de la deslocalización de la producción, para mí era obvio que las empresas ya no quieren poner todos sus huevos en una sola canasta. En realidad, el sistema “justo a tiempo” se está convirtiendo en “por si acaso”, lo que tendrá amplias repercusiones en la forma en que operan las empresas globales.

Finalmente, el tercer punto: tengo la fuerte sensación de que algunas multinacionales están empezando a encontrar oportunidades en todas las crisis del momento. En 2008, después de la gran crisis financiera, los bancos eliminaron algunos riesgos de sus balances, pero no replantearon sus modelos de negocio. De hecho, los bancos demasiado grandes para quebrar no hicieron más que crecer, a medida que aumentó la concentración dentro del sector, junto con los niveles de deuda privada. Una de las razones es que el gobierno tampoco cambió su modelo operativo: las tasas bajas y la expansión cuantitativa resolvieron el problema de la deuda con más deuda.

Pero esta vez hay una clara sensación de un verdadero cambio de rumbo en la economía política en todo el mundo. Esto, a su vez, obliga a las empresas a cambiar su forma de pensar y operar a nivel base. En la medida en que las empresas se vuelvan más productivas, sustentables, eficientes y sensibles al mercado como resultado de esto, será algo bueno tanto para Wall Street como para la economía local o del público en general.

El problema es la desconexión global/local que todavía existe entre los directores ejecutivos y sus clientes y trabajadores promedio. Hubo una sesión fascinante sobre cómo los países que son capaces de evitar el declive lo hacen encontrando un propósito común entre sus ciudadanos, pero las élites y la persona promedio deben compartir ese propósito. En EU, como en tantos países más, una definición común del bien público aún es inalcanzable.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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