Cuando regresé a la oficina en verano, volví directamente a mi viejo bolso de Givenchy”, dice Rachael, consultora de administración en Londres. “No lo había usado en tanto tiempo que en el interior encontré el pase de abordar del vuelo que tomé a casa de mi último proyecto. Fue una locura; Estados Unidos acababa de anunciar el cierre del puente aéreo, así que tuve que salir lo antes posible”.
En su primer día de vuelta al trabajo en julio, Rachael sacó un vestido de Sandro del plástico de la tintorería y lo combinó con un blazer elegante y zapatillas de ballet. “En realidad, me sentí muy bien de volver a vestirme bien”, dice. “Para mí, la ropa es la forma en que me siento más segura y poderosa”.
Rachael es una de los abogados, banqueros, servidores públicos y consultores con los que hablé hace quince días sobre arreglarse para volver a la oficina. Para muchos, redescubrir camisas, pantalones e incluso corbatas se convirtió en un alivio. Incluso si regresaban al trabajo solo uno o dos días a la semana, el cambio psicológico era palpable.
Pero luego Boris Johnson decidió que sería mejor volver a trabajar desde casa, cuando sea posible.
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¿Dónde deja eso a nuestra ropa? ¿Los zapatos brogue regresarán a sus cajas? ¿Las corbatas se van a tirar a la basura?
La ropa de trabajo ya estaba cambiando antes de que comenzaran los confinamientos. Los trajes eran cada vez menos populares y las actitudes de los grandes bancos y bufetes se habían relajado incluso antes de que “vestirse bien de la cintura para arriba” se pusiera de moda.
Últimamente, también hay una desconexión entre lo que los minoristas de lujo promueven como la “nueva ropa de trabajo” y lo que realmente nos pondremos en las mañanas. Por muy encantadora que pueda ser la sugerencia de Neta-Porter de un vestido de punto de Bottega Veneta con zapatillas de satén rojo Khaite, ¿alguien realmente los va a usar durante un día de reuniones por Zoom desde casa?
Y por cada persona que no puede esperar para inhalar el olor fresco de un vestido que salió de la tintorería, hay otra que ha disfrutado del menor nivel de formalidad que se introdujo con el confinamiento. Como las oficinas reabrieron parcialmente este verano, muchas se mantienen con ropa informal, a menos que tengan reuniones; incluso escuché hablar de sudaderas con capucha y ropa sin mangas. ¿Por qué usar un traje si estás encerrado en un cubículo donde nadie puede escucharte gritar, y mucho menos admirar tus mancuernillas?
Una amiga funcionaria, que cambió los pantalones negros por jeans cuando regresó (temporalmente) a Whitehall, señaló que se rompió la cuarta pared de la formalidad. Para muchos, el personaje profesional que se proyecta con los tacones y la confección se reemplazó por impresiones más completas y domésticas de los colegas a través de dar un vistazo de los hijos, los gastos y cuestionables elecciones de diseño de interiores.
“El confinamiento aceleró las tendencias existentes”, dice un abogado de un bufete de abogados de la City de Londres. “Incluso hace cinco años, sería extraño que un socio masculino caminara con el cuello abierto si no estuviera en su escritorio. Ahora parece que es menos habitual si llevan corbata. Sin embargo, agrega que si bien hubo un fugaz regreso “semiadecuado” al trabajo en la oficina, la mayoría de la gente al menos vestía pantalones chinos y una camisa de botones.
En casa, no todo el mundo cedió a los pants. Gerald Onuorah, gerente de tecnología de Bain & Company, no deja que los estándares disminuyan solo porque está fuera de la oficina.
En nuestra llamada, se veía bastante elegante con tirantes morados, una corbata morada y una camisa a rayas moradas y blancas de Collarbone London, la marca de camisas personalizadas que creó en 2018. “En casa, en el confinamiento, me vestía bien solo para decir: ‘Estas son las horas de trabajo’. Yo uso camisa, tirantes y corbata todos los días de la semana”.
Onuorah cree que la camisa se convertirá cada vez más en el punto focal del guardarropa profesional.
Lo dice..."Los trajes ya eran menos populares y las actitudes se habían relajado incluso antes de que se impusiera el vestirse bien de la cintura para arriba durante la pandemia"
Con Collarbone, ha notado, “hay mucha más tracción en los últimos meses. Las camisas se convirtieron en el nuevo elemento formal y no solo en el blanco, el azul y el rosa tradicionales. La gente es cada vez más atrevida con lo que elige”.
Laura Vandendorpe, una consultora de Bain, piensa que, a largo plazo, “los trabajadores de oficina, especialmente las mujeres, ya no estarán acostumbrados a la ropa formal o incómoda. Creo que el mayor impacto en nuestra industria es que el estilo informal de negocios seguirá siendo la norma debido a las reuniones con los clientes. Creo que será perfectamente aceptable que las mujeres usen zapatos sin tacón o incluso tenis en la oficina”.
Otros hacen eco de esta renuencia a sufrir las molestias de los tacones.
Cuando Vandendorpe regresó brevemente a sus oficinas casi vacías en el Strand, en el centro de Londres, este verano, disfrutó de la oportunidad de usar sudaderas con capucha y menos maquillaje, y combinar su ropa con el clima en lugar del código de vestimenta. Ella espera ver más variedad en la forma en que las personas se expresan en sus vestimentas: “Algunos serán más informales, pero otros van a querer encontrar su propio estilo formal”. A medida que tengamos un trabajo más flexible, también serán más flexibles los guardarropas.
El bolso de Givenchy de Rachael podría volver a su bolsa para el polvo, pero ella todavía no cederá a vestirse bien de la cintura para arriba. Resulta que muchos de nosotros sentimos más cariño por nuestra ropa de trabajo de lo que pensamos.
“He tenido muchos talleres virtuales y aunque solo pueden ver la mitad de mi cuerpo, uso un vestido, llevo puesta una diadema”, dice Rachael. “Todavía cambia la forma en que actúas y te pone en la actitud”.
srgs