Es demasiado pronto para decir que el comienzo en gran medida a paso firme de Joe Biden como presidente de Estados Unidos se acabó. Es demasiado fácil identificar el tema que más lo puede terminar. Extrañamente ausente de la política durante la pandemia, que paró a los posibles migrantes en todas partes, la frontera con México está de regreso como un lugar de angustia humana y disputa política.
Más de 100 mil personas intentaron entrar a EU desde esa frontera en febrero, el total mensual más alto desde la primavera de 2019. Unos 9 mil 500 niños no acompañados. La cifra puede aumentar a medida que las condiciones invernales se conviertan en una primavera benigna. Tan grandes son las demandas sobre las instalaciones fronterizas que el presidente desplegó a la agencia federal de desastres para ayudar.
Las recriminaciones vienen de la derecha y de la izquierda. Esto es lo que sucede, dicen los republicanos, cuando una administración liberaliza tanto la política como la retórica sobre inmigración. Biden desmanteló algunas de las políticas más duras de Donald Trump en la frontera, al tiempo que pretende brindarles a los inmigrantes indocumentados y a sus descendientes un camino hacia la ciudadanía. Al mismo tiempo, los progresistas dicen que la detención de niños, en palabras de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, “nunca estará bien”.
Biden tendrá que terminar decepcionando a ambas partes. Hizo bien en abandonar las políticas más draconianas de su predecesor, incluida la vanagloria del muro contra México. Pero EU tampoco puede permitir que se tenga la impresión de que empezó a ser más laxo. Conduce a esperanzas cruelmente irreales entre los recién llegados y al descontento entre los propios estadunidenses.
Biden puede comenzar reiterando que la frontera, como dijo la semana pasada su asesora Roberta Jacobson, “no está abierta”. Su línea hasta ahora se ha caracterizado no por la debilidad como tal, sino por la falta de claridad. También debe mejorar las agencias federales que se ocupan de la inmigración, que se han visto debilitadas por el abandono de la era Trump y su propia lentitud para instalar un liderazgo nuevo y permanente. El sistema judicial para procesar las solicitudes de asilo está irremediablemente atrasado, lo que deja a los solicitantes en un limbo prolongado. Se necesitará dinero y habilidad de organización para despejarlo. Escatimar en esta área es la máxima economía falsa.
A largo plazo, EU tendrá que abordar algunas de las fuentes de la migración. No puede por sí solo solucionar las dificultades y la inestabilidad en Centro y Sudamérica. Eso le corresponde a los gobiernos de la región. Pero puede dedicar más recursos diplomáticos y de inteligencia a la lucha contra los cárteles del narcotráfico, que a menudo hacen que la gente huya, y los traficantes de personas, que facilitan su viaje. Lo que Trump nunca tomó en serio fue que los cruces fronterizos son solo la última etapa de un proceso largo y triste. No hay forma de reducirlos sin tener una visión estratégica de los problemas de la región.
Un enfrentamiento entre Biden y la izquierda de su propio partido parece inevitable. El deseo del partido de dejar atrás la xenofobia de la administración anterior es comprensible, pero no hay nada que sea tan mezquino en la aplicación estricta de las leyes fronterizas. Como su vicepresidente en ese momento, Biden sabrá que Barack Obama realizó una gran cantidad de deportaciones. Sin confianza en la frontera sur, los votantes tendrán una mala opinión sobre la idea de EU como un país generoso y que mira hacia el exterior, incluidas la migración documentada y la naturalización de los dreamers (soñadores).
El único consuelo de la crisis fronteriza es que marca el regreso de la política normal. El proyecto de ley de alivio fiscal de Biden fue un gran logro, pero casi contaba con la unanimidad en el país. Con la mayoría de los problemas que le esperan como presidente no ocurre así. Al drenar la inmigración de la prominencia política, la pandemia evitó que los demócratas tuvieran que pensar demasiado en el tema. Ese privilegio está terminando, y con gran fuerza.
9,200 Niños no acompañados estaban bajo la custodia de una oficina de refugiados del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EU hasta el martes 16 de marzo.
75,000 Jóvenes migrantes no acompañados fueron detenidos durante todo 2019 en la frontera entre Estados Unidos y México.
4,000 Millones de dólares comprometió Biden para ayuda a Centroamérica, con el objetivo de combatir los factores que impulsan la migración, como pobreza y crimen.