El rumor en torno al “excepcionalismo estadounidense” sigue creciendo, impulsado por la fortaleza de la economía y los mercados de Estados Unidos (EU) en comparación con otros países desarrollados, y con China. Pero este discurso confiado pasa por alto hasta qué punto el crecimiento de EU depende ahora de los déficits y la deuda.
Alguna vez típico, ahora es el país que más gasta en déficit del mundo. Durante la pandemia, el déficit presupuestario de EU se triplicó hasta superar 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), más del doble que otras economías desarrolladas. En los próximos años, se espera que el déficit de EU se ubique en 6% del PIB, muy por encima de su norma histórica.
¿Cómo llegó EU a estar tan profundamente en números rojos? La mayoría de los países ya terminaron los programas de gasto que se pusieron en marcha para aliviar el dolor de la pandemia. Pero los 6.7 billones de dólares en nuevos gastos de la administración Biden llegaron después de 2020. La mayor parte no tenía nada que ver con el alivio de la pandemia.
EU manejó déficits casi todos los años desde 1960 sin desencadenar una crisis financiera grave. Muchos economistas sostienen que se amortizan si el crecimiento económico generado por el nuevo gasto público supera los pagos de intereses del gobierno. Sin embargo, esa hazaña era más fácil de conseguir cuando las tasas de interés estaban cerca de cero.
El Banco de Pagos Internacionales dice que las economías desarrolladas tienen que reducir drásticamente sus déficits en este entorno de tasas altas o terminarán con más deuda. El equipo de Biden cree que este consejo no aplica para EU.
El mes pasado, Biden firmó la Ley de Responsabilidad Fiscal de 2023, creando la apariencia de un nuevo control. Sin embargo, se proyecta que el déficit siga rondando 6 por ciento del PIB.
Aunque la inflación bajó la semana pasada, todavía se mantiene muy por encima de 2 por ciento. Entonces, ¿por qué alguien debería preocuparse por la deuda y el déficit crecientes de EU? Porque ahora es una de las naciones más irresponsables. Su déficit escaló posiciones hasta convertirse en el peor del mundo desarrollado, su deuda pública ya es la tercera más alta después de Japón e Italia. Ignorar deliberadamente esta nueva realidad es un error excepcionalmente arriesgado.
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