Democracia de EU, en vilo por fuertes divisiones políticas

Opinión. Es un disparate pensar que se acabó el trumpismo, pues Joe Biden se enfrentará a los republicanos en el Congreso.

“Es probable que nada fundamental cambie en la política estadunidense durante la presidencia del demócrata”. Jonathan Ernst/Reuters
Martin Wolf
Londres /

La elección de Joe Biden como presidente de Estados Unidos es la primera buena noticia para los asediados creyentes de la democracia liberal y el orden multilateral de la posguerra desde 2016. Él es un hombre decente con una comprensión instintiva de los valores que, en el mejor de los casos, defiende EU. Bajo el supuesto de que el ataque de Donald Trump sobre el proceso electoral fracase, Biden será el presidente. Eso será un gran alivio, pero es un disparate imaginar que la división trumpiana está derrotada. 

En términos generales, la democracia liberal seguirá asediada, en EU y en otros lugares. La evidencia es, por desgracia, clara. En una investigación del Centro para el Futuro de la Democracia de la Universidad de Cambridge se muestra un aumento de la insatisfacción global con la democracia desde poco antes de la crisis financiera de 2009. El aumento en la insatisfacción en las democracias de habla inglesa, encabezadas por Estados Unidos, es sorprendente.

Es aterrador que en 2020 el respetado grupo de expertos con sede en EU Freedom House ubicó la calidad de la democracia estadunidense en el lugar 33 del mundo entre países con una población de más de un millón de personas, entre Eslovaquia y Argentina. Dado el historial de Trump, eso no es una sorpresa. Además, esto fue antes de su intento de desacreditar al sistema electoral, el núcleo de la democracia, con acusaciones sin fundamento de un fraude.

La capacidad de Biden para revertir todo esto quizá sea limitada, a pesar de que seguro desea hacerlo. Sin duda se enfrentará a la resistencia obstinada de los republicanos en el Congreso, quienes tratarán de asegurarse de que a él y al gobierno federal se les considere como un fracaso, de la misma manera como fue su objetivo durante la presidencia de Barack Obama. 

Además, es posible que, aunque Trump se haya ido, o no, su unión de objetivos plutocráticos con el populismo nativista y la reacción social garantice que una versión del trumpismo se mantenga como ideología del Partido Republicano. Esta es la única estrategia viable para un partido dedicado a los impuestos bajos y el laissez faire en una democracia diversa con un alto nivel de desigualdad. Es fundamental para el éxito de su partido que la Corte Suprema se dedique a este tipo de objetivos, bajo la engañosa bandera del “originalismo”. 

Es probable que nada fundamental cambie en la política estadunidense durante la presidencia de Biden. Además, las afirmaciones de una elección robada van a resonar en la base de Trump. En especial si el liderazgo republicano impide que Biden tenga éxito con la economía, las posibilidades de un regreso del trumpismo, o incluso del mismo Trump, son buenas. 

Esto no significa que Biden no pueda hacer nada. Por el contrario, los poderes de la presidencia son enormes, en el extranjero y (aunque en menor grado) en casa. Un desafío inmediato será el covid-19. Aquí, Biden puede tener suerte. Si la promesa de una vacuna se hace realidad, podrá disfrutar de una victoria temprana. 

Sin embargo, parece poco probable que los demócratas logren romper el éxito de la estrategia plutopopulista, en parte porque ellos mismos se encuentran en una situación similar; también dependen de las donaciones de los ricos, quienes no están entusiasmados con impuestos más altos o una regulación agresiva. Es probable que el resto del electorado demócrata activo —los críticos del movimiento woke (un término político y social para hacer conciencia sobre los problemas raciales) y las minorías étnicas— mantengan unida en rabia a la gran mayoría de evangélicos y personas blancas sin educación universitaria. 

El papel del dinero en la política estadunidense es fundamental. Una actualización reciente de una investigación anterior, que publicó el Institute for New Economic Thinking, confirma que la opinión del decil superior de la población determina en gran medida las políticas. Las inevitables frustraciones del resto le dan a los partidos sus apasionados bloques de votantes. 

Una democracia exitosa es mucho más que un conjunto de instituciones. Se debe considerar al Estado como algo que debe servir a los intereses de la mayoría de los ciudadanos. Estos últimos también deben compartir el patriotismo, un amor por el país que trasciende las diferencias de posición social, creencias políticas e interés económico. Biden defiende esto. ¿Los extremos pueden sentir lo mismo respecto a sus oponentes?

Si es poco razonable esperar cualquier transformación en el patrón político nacional, ¿qué pasa con el papel de EU en el mundo? Espero que de Biden reviva la alianza de intereses y valores con otras democracias avanzadas, sobre todo Europa. Espero que deje claro al primer ministro británico la sensatez de tener relaciones amistosas con la Unión Europea. Espero que vuelva a ubicar en la casilla de “hostiles” al presidente ruso y sus acólitos ideológicos de Europa Central y Oriental.

También espero que Biden haga un esfuerzo por crear una relación comprometida y exigente con China en el contexto de un multilateralismo realista. No estoy seguro de que sea posible manejar las relaciones con las superpotencias sin un grave riesgo de conflicto. De alguna manera, EU y China deben aprender a confrontar, competir y cooperar al mismo tiempo.

Es de particular importancia que se logre un acuerdo sobre el clima. Bajo la administración Trump, otros, sobre todo China, disfrutaron de un paseo por el parque en este tema, prometiendo la castidad del carbono a muchas décadas en el futuro mientras que actualmente construye centrales eléctricas alimentadas por carbón. Esto va a requerir que EU acelere su propia transformación verde. La oportunidad está ahí, pero también es probable que requiera algo de cooperación del Congreso. Como están las cosas en este momento, eso parece poco probable. 

La respuesta a la elección de Biden es la esperanza sin la ingenuidad. Trump puso a prueba hasta la idea de que una superpotencia ensimismada determinada a disrumpir el orden mundial hará mucho más que destruir su reputación. Biden puede hacer algo mejor que eso, pero los conflictos profundos perdurarán, tanto en su país como en el extranjero. Su presidencia tal vez termine como un intermedio decepcionante. Espero que no, pero su país está muy dividido y los desafíos son enormes. 


Nasdaq, a la baja

El Nasdaq cerró a la baja en la jornada de ayer, ya que los inversionistas vendieron acciones de tecnología beneficiadas de los confinamientos; el índice cayó 164.62 puntos o 1.41 por ciento, a 11,549.16 unidades.

Cierre mixto

El Promedio Industrial Dow Jones subió 234.51 puntos o 0.8 por ciento, a 29,392 unidades; por su parte, el S&P 500 perdió 7.25 puntos o 0.20 por ciento, a 3,543 unidades.

Sectores

Por sectores, se destacó la subida de las empresas energéticas (2.52 por ciento), de bienes esenciales (1.99) e industriales (1.79) a la vez que descendieron las tecnológicas (-1.94) y las de bienes no esenciales (-1.11).

Petroprecios

El mercado petrolero siguió optimista: el crudo Brent subió 2.85 por ciento a 43.61 dólares por barril, mientras el WTI ganó 2.66 por ciento, a 41.36 dólares.

Mercado europeo

Las acciones europeas se mantuvieron cerca de máximos de ocho meses en medio de una ola de optimismo sobre un avance de la vacuna para el covid-19.


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