Su matrimonio de 27 años tal vez está “irremediablemente roto”, pero todavía hay preguntas para Bill y Melinda Gates sobre la futura dirección, escala y gobierno de la organización filantrópica que crearon juntos.
La Fundación Bill y Melinda Gates, que desembolsa más de 5 mil millones de dólares al año, sobre todo para proyectos de salud y desarrollo, actuó rápidamente para disipar las preocupaciones por la perturbación que su divorcio podía provocar.
“Bill y Melinda seguirán como presidentes y administradores. No se planean cambios en sus papeles ni en la organización. Seguirán trabajando juntos para dar forma y aprobar las estrategias, abogar por los temas de la fundación y establecer la dirección general”, señaló la organización.
Cuando Melinda Gates presentó la solicitud de divorcio, terminó con más de tres décadas juntos, tiempo durante el cual criaron tres hijos, se convirtieron en una de las parejas más ricas del mundo y donaron más de 55 mil millones de dólares y movilizaron a gobiernos y otros donantes acaudalados para tener un impacto mucho más amplio, incluso a través de Giving Pledge.
La pareja ha estado al frente de la respuesta a la pandemia de coronavirus, ayudando a desarrollar y respaldar programas de investigación para prevenir, diagnosticar y tratar el covid-19, y fortalecer Gavi, la agencia con respaldo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de la que fueron fundamentales en su creación para supervisar la distribución de vacunas a países de bajos ingresos, y Covax, el sistema que se creó para compartir las vacunas contra el coronavirus.
¿Cuáles son las implicaciones más amplias para el gobierno de la fundación?
El fondo futuro de la fundación dependerá del tamaño de las contribuciones continuas de sus fortunas separadas, así como de la magnitud de las donaciones adicionales de su amigo de larga data y compañero fideicomisario Warren Buffett. El inversionista de 90 años realizó donaciones sustanciales y prometió entregar 85 por ciento de su fortuna restante de 100 mil millones de dólares.
Los Gates han demostrado ser muy activos, Buffett menos, excepto de forma ocasional en asuntos estratégicos, como limitar el personal permanente de la fundación a mil 600 empleados. Algunos sugieren que el divorcio puede desencadenar cambios para crear un consejo más grande en línea con otras fundaciones.
Los memorandos internos para el personal enfatizan que “las cosas siguen como siempre”. Como dijo un empleado: “La fundación ya es lo suficientemente grande. Incluso si empiezan a invertir dinero en otra cosa, seguirá estando bien”.
El profesor Henry Peter, director del Centro de Filantropía de Ginebra de la Universidad de Ginebra, fue más cauteloso.
“El ecosistema de la fundación en realidad se basa solo en tres fideicomisarios”, dijo, refiriéndose a los Gates y Buffett. “Será interesante saber si (los Gates) no están casados cómo esta pareja se mantendrá a la cabeza. Puede ser el momento adecuado para analizar la gobernanza”.
Peter agregó que el mensaje del divorcio “no es del todo fácil de reconciliar con la imagen de la que goza la fundación. Solo podemos esperar que Melinda no se vaya y establezca su propia iniciativa”.
¿Bill y Melinda Gates van a divergir aún más en sus actividades filantrópicas?
A diferencia de otras parejas ricas que se divorciaron y comenzaron las actividades de filantropía más adelante en su vida, la influencia de Melinda —y la del difunto padre de Bill y algunos amigos cercanos— ayudó a asegurar que los Gates trabajaran juntos durante más de dos décadas para dirigir la fundación que lleva sus nombres.
La pareja se mantiene muy involucrada: asistiendo a los informes semanales sobre el coronavirus y apenas el mes pasado supervisó la última revisión estratégica intensiva anual de la fundación, que cubre sus 27 áreas de programa.
En una entrevista en video la semana pasada, Melinda dijo: “¿Tenemos desacuerdos? A veces, por supuesto, los tenemos. Pero a lo que nosotros nos comprometimos hace muchos años en la fundación era que tendríamos esos desacuerdos fuera de la fundación, los resolvieramos y llegaríamos a la fundación como líderes con una sola voz… ese es nuestro trabajo y lo hacemos”.
Los fundadores comparten un enfoque en la salud y el desarrollo, pero la pasión de Bill son las “ciencias duras”, con un énfasis en los avances tecnológicos y científicos y un enfoque estrecho en los resultados. Melinda, en cambio, hizo hincapié en las “ciencias humanas” con un impulso en la implementación en cuestiones de desarrollo más amplias y un enfoque cada vez mayor en las cuestiones de la mujer, la igualdad de género y el empoderamiento.
El resultado ha sido una división interna con equipos propios que trabajan en proyectos de “Bill” y en proyectos de “Melinda”.
¿Qué pasará con sus actividades fuera de la fundación?
Bill renunció el año pasado al consejo de administración de Microsoft, la compañía con la que hizo su fortuna, y vendió la mayoría de las acciones de su compañía e invirtió en tecnologías de cambio climático. También hizo contribuciones filantrópicas a causas como la lucha contra la enfermedad de Alzheimer, que padecía su difunto padre.
Algunos señalaron la mayor disposición de Melinda a criticar las políticas del gobierno, en especial bajo la administración del ex presidente Donald Trump, e incluso especularon que podía ingresar a la política, como postularse para el Senado de Estados Unidos si encontrara un escaño disponible.
La revista Forbes estima su riqueza conjunta en 130 mil millones de dólares. Un “contrato de separación” no revelado y sin oposición bajo la ley del estado de Washington determinará la división de propiedades y activos, que incluyen su cartera de inversiones personales —que se tiene a través de Cascade Investment— y su casa de alta tecnología frente al mar de 66 mil pies cuadrados en el lago Washington, una vez valorada en 150 millones de dólares.
Sus inversiones han incluido participaciones en grupos como el de hoteles de lujo Four Seasons, en Canadian National Railway, la compañía de eliminación de residuos Republic Services, el fabricante de desinfectantes Ecolab, el grupo de bebidas Femsa y Deere, el productor de maquinaria agrícola.
Bill y Melinda también supervisan sus propios fondos de impacto corporativo —incluido Gates Ventures, Breakthrough Energy Ventures y Pivotal Ventures— que les permiten invertir en causas sociales. La propia fundación desembolsa sus donaciones filantrópicas, mientras que los activos delimitados que controla —valorados en más de 50 mil mdd— en 2019, están en manos de un fideicomiso independiente.
El más joven de sus hijos apenas cumplió 18 años, por lo que ahora todos son legalmente adultos, lo que reduce las complicaciones sobre la custodia. Su hija Jennifer publicó en su cuenta de Instagram: “Ha sido un periodo difícil para toda nuestra familia”. _
Con información de: Billy Nauman