El crecimiento económico de Estados Unidos se desaceleró marcadamente en el primer trimestre de 2023 a pesar del fuerte gasto de los consumidores, mientras la Reserva Federal seguía adelante con su histórica campaña de endurecimiento monetario.
La economía más grande del mundo creció 1.1 por ciento sobre una base anualizada entre enero y marzo, de acuerdo con los datos preliminares que publicó el Departamento de Comercio.
Las cifras marcaron una brusca desaceleración respecto al ritmo de 2.6 por ciento que se registró en los tres últimos meses de 2022 y se ubicaron muy por debajo de las expectativas de los economistas de un aumento de 2 por ciento.
Otros países hasta el momento superaron las expectativas en el primer trimestre, con China creciendo a un ritmo anual de 4.5 por ciento, impulsada por un repunte del gasto de los consumidores después de que Pekín puso fin a la política de “cero Covid”.
Las cifras de la zona euro de enero a marzo se publicarán hoy y se espera que muestren un crecimiento anual de 1.4 por ciento. El producto interno bruto (PIB) de Bélgica y Suecia superó las expectativas.
La desaceleración de EU sugiere que la batalla que la Reserva Federal libra desde hace un año contra la inflación empieza a surtir efecto. Desde marzo del año pasado, el banco central ha elevado su tasa de interés de referencia de casi cero a poco menos de 5 por ciento, el aumento más rápido en décadas.
La próxima semana se prevé un nuevo aumento de un cuarto de punto, lo que elevará la tasa a un nuevo rango objetivo de entre 5 y 5.25 por ciento. A continuación, se espera que consideren una pausa en su campaña de endurecimiento.
Otras grandes economías occidentales todavía lidian con la escalada de los precios. A principios de este mes, los datos oficiales de Reino Unido mostraron que la inflación registró una caída menor a lo que se esperaba en marzo, manteniéndose en los dos dígitos.
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Los bonos del gobierno de EU se vendieron después de la publicación de los datos del PIB, lo que hizo subir la rentabilidad de los bonos del Tesoro con vencimiento a dos años —que sigue de cerca las expectativas de las tasas de interés— 0.13 puntos porcentuales, hasta 4 por ciento. El rendimiento de la referencia de los bonos con vencimiento a 10 años subió 0.09 puntos porcentuales, para llegar a 3.52 por ciento.
A pesar del impulso decreciente de la economía de EU, los datos muestran que todavía exhibe focos de fortaleza. El fuerte crecimiento del consumo pudo contrarrestar el lastre de la caída de los inventarios y la desaceleración de la inversión empresarial y en vivienda.
“En realidad, al pelar las capas, es muy positivo en términos de gasto de los consumidores”, dijo Kristina Hooper, estratega jefe de mercados globales de Invesco, pero añadió: “Ver una cantidad robusta de gasto del consumidor puede plantear preocupaciones de que eso vaya a alimentar más aumentos de las tasas de la Fed”.
El gasto de los consumidores ajustado a la inflación aumentó a una tasa anual de 3.7 por ciento, frente al 1 por ciento del último trimestre de 2022.
“A primera vista, este parece un informe del PIB bastante sólido a pesar de la débil cifra principal”, dijo Aditya Bhave, economista senior de Estados Unidos en Bank of America. “Lo preocupante es que gran parte de la fortaleza fue impulsada por lo que ocurrió en enero. El traspaso al segundo trimestre no parece alentador”.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, dijo que la contracción del crédito derivada del colapso de Silicon Valley Bank a principios de este año puede tener un efecto similar al endurecimiento de las tasas sobre la economía.
Algunos funcionarios argumentan que una pausa en la campaña para combatir la inflación del banco central estadunidense en junio permitirá a los responsables de la formulación de políticas evaluar esta cuestión, así como calibrar el efecto de sus medidas durante el último año. Otros dicen que no descartan nuevos aumentos si los datos lo justifican.
Lo que ha mantenido en vilo a los responsables de la política monetaria es la sorprendente resiliencia del consumidor, impulsado por un mercado laboral restringido, pero las primeras señales de enfriamiento en el aumento mensual de empleos y el crecimiento salarial permiten pensar que lo peor de la crisis inflacionaria ya pasó.
Los funcionarios sostienen que para que la inflación vuelva a situarse en el objetivo de 2 por ciento que fijó la Fed será necesario un periodo de “crecimiento por debajo de la tendencia y cierta suavización de las condiciones del mercado laboral”, pero aún no pronostican una recesión.
En marzo, la mayoría de los funcionarios esperaban que el crecimiento del PIB ajustado a la inflación se desacelerara hasta 0.4 por ciento en 2023, antes de repuntar hasta 1.2 por ciento al año siguiente. Se prevé que el desempleo alcance un máximo de 4.6 por ciento en 2024.