El arte de las vacaciones después de la pandemia

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La capacidad de descansar es una ventaja competitiva en el trabajo, pero la pandemia evidenció que muchos de nosotros somos muy malos en eso.

Aprender de las vacaciones
Camilla Cavendish
Ciudad de México /

¿Tus vacaciones de verano fueron refrescantes o todavía sigues sin fuerza? Muchos ejecutivos que atravesaron la pandemia sin el descanso de Pascua, se acercan a un otoño incierto sin estar suficientemente recuperados. En un año de decisiones difíciles sobre despidos y estrategia, está surgiendo una terrible verdad: la capacidad de descansar es una ventaja competitiva en el trabajo. Y muchos de nosotros somos muy malos en eso. 

Todos necesitamos aprender el arte de las vacaciones. Nos capacitamos para mejorar nuestro trabajo, pero no practicamos nuestro descanso. Suponemos que la recuperación simplemente se filtrará en los espacios que quedan entre las reuniones programadas, pero luego descubrimos que no sabemos cómo manejar el tiempo libre. Me horrorizó descubrir en mis dos semanas de vacaciones que había olvidado cómo relajarme. 

Mi promesa de desintoxicarme digitalmente se derrumbó después de un día. Mis únicos momentos realmente de respiro fueron en el mar de Cornualles. 

La pandemia ha hecho que sea vital estar lo mejor preparados, y también que sea más difícil descansar. Tomar las decisiones correctas este otoño requerirá calma, objetividad, coraje y flexibilidad, todo lo cual tiende a disminuir con el agotamiento. Algunos estudios sugieren que el estrés puede exacerbar la tendencia humana en situaciones desconocidas a reducir el número de opciones que consideramos. Bajo estrés prolongado, también podemos sacar conclusiones precipitadas, porque es reconfortante imponer certeza sobre los acontecimientos cambiantes. 

Incluso antes de que la pandemia por covid-19 llegara, un director ejecutivo me dijo que había notado que algunos empleados se volvían menos cooperativos y tenían horizontes más limitados. La incertidumbre que se cierne sobre el Brexit, una guerra comercial entre Estados Unidos y China y las malas noticias sobre el cambio climático, dejaron a muchos acurrucados en sus roles principales. 

Desde entonces, los desafíos económicos que presentó covid-19 se combinaron con las preocupaciones sobre la educación en el hogar y los padres adultos para dejar a muchos trabajadores con un pequeño ancho de banda emocional. 

Ella dice ...

"En lugar de disfrutar de la vista, usamos el tiempo libre para hacer listas de tareas pendientes, establecer metas, leer libros para mejorar"

Desafortunadamente, el virus dificultó un reinicio con las formas conocidas.

Para los padres cuyos hijos no han asistido a la escuela desde hace meses, pasar las vacaciones juntos es menos novedoso de lo habitual y requiere un esfuerzo adicional para inyectar diversión. Las preocupaciones financieras no ayudan. 

Algunas compañías ya ven como parte de su función ayudar al personal a recargarse y reiniciarse. Algunos emularon la antigua política de Google de dar tiempo a los empleados para realizar “proyectos creativos paralelos”. Otras experimentaron con semanas de cuatro días. 

En su libro Tiempo libre: una guía práctica para desarrollar la ética del descanso y encontrar el éxito sin estrés, los autores John Fitch y Max Frenzel abogan por un “Día sin cronos” semanal. Este no es un shabat tecnológico, sino un cambio de un concepto griego antiguo de tiempo que se rige por minutos (cronos) a uno que se rige por calidad y fluidez (kairos). Esto se hace eco de las ideas de gestión actuales en torno a los “estados de flujo” de ingeniería para mejorar la innovación. También me recordó algo que solía llamarse domingo. 

En las décadas de 1980 y 1990, John Lewis Partnership, una empresa con raíces cuáqueras, libró una batalla finalmente infructuosa para resistir el comercio dominical en Inglaterra. Los sumos sacerdotes de la modernidad querían una economía con servicio las 24 horas. Esta misma gente quería que el domingo fuera tan monocromático como el sábado y preferiblemente lleno de consumo material. No previeron un futuro en el que la tecnología nos haría adictos a estar ocupados. Al ver hacia atrás, la actitud cuáquera era correcta: a menos que preserves activamente un día de descanso, el mundo te lo robará. 

Los líderes políticos no son una excepción. Humphry Wakefield, el suegro de Dominic Cummings, dijo que Boris Johnson está demasiado exhausto para continuar por mucho tiempo más. Downing Street negó enérgicamente esta afirmación, pero es claramente cierto que un primer ministro que hace malabares entre las responsabilidades de su cargo y un nuevo bebé, mientras se recupera de una enfermedad grave, necesita protección contra el exceso de actividad. 

El uso generalizado de Zoom debería significar una menor necesidad de presentismo laboral. Pero la versión 1.0 significó estar “siempre disponible”, lo que dificulta dividir el trabajo del juego. La versión 2.0 debe significar trabajo y descanso inteligente. 

Unas verdaderas vacaciones parecen improductivas, algo a lo que se resiste la ética puritana de trabajo en nosotros. En lugar de disfrutar de la vista, usamos el tiempo libre para hacer listas de tareas pendientes, establecer metas de vida, leer libros para mejorar. ¿Mi objetivo personal? Convertirme en una workaholic (adicta al trabajo) en recuperación. Y escabullirme en unas vacaciones en la casa una vez que los niños estén de vuelta en la escuela.


srgs


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