El esposo de Christine Lagarde le pidió que deje de cambiar de trabajo. Le gusta bromear a la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), porque cada vez que empieza una nueva función parece que le sigue una crisis importante.
Poco después de convertirse en ministra de Finanzas de Francia en 2007, se encontró manejando la crisis financiera mundial, por la que al final terminó recibiendo elogios.
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Después de ser nombrada directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2011, la crisis de la deuda de la eurozona se agravó. A pesar de las críticas iniciales por alinearse con las políticas de austeridad encabezadas por Alemania, la admiraron por sus calmadas habilidades diplomáticas y desempeñó un papel clave en la búsqueda de consenso sobre el rescate griego de 2012 que salvó al euro.
En los tres años y medio que transcurrieron desde que tomó las riendas del BCE, la economía europea se ha visto afectada por una serie de calamidades, como la pandemia de covid-19 y la invasión de Rusia a Ucrania. Pero hay opiniones encontradas sobre si está haciendo un buen trabajo de respuesta.
La mayoría elogian a Lagarde por reconstruir la unidad entre los responsables de la política monetaria del BCE y evitar que las recientes conmociones económicas desembocaran en una crisis financiera. Pero sus críticos se quejan de que carece de experiencia económica y reaccionó tarde ante el aumento de la inflación.
0.1 por ciento
Creció la economía de la eurozona en el primer trimestre del año
También se culpa a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y al Banco de Inglaterra por dejar que la inflación se disparara muy por encima de sus objetivos de 2 por ciento, hasta alcanzar los niveles más altos desde la espiral de precios provocada por las crisis del petróleo de la década de 1970. Pero el BCE tardó más que la Fed o el Banco de Inglaterra en empezar a subir las tasas o en retirar el enorme estímulo monetario que desplegó durante gran parte de la década pasada, lo que lo dejó más expuesto a las críticas.
“El jurado todavía está deliberando: el juicio final puede depender de si el BCE tendrá que diseñar una recesión para bajar la inflación”, menciona Spyros Andreopoulos, economista del banco francés BNP Paribas.
Algunos analistas creen que hay sexismo detrás de las críticas, especialmente por parte de los inversores. La pregunta ahora es si la autodenominada solucionadora de problemas de Europa se enfrenta a un incendio imposible de extinguir con rapidez.
Ponerse al día
En el BCE, personas cercanas a Lagarde dicen que está decidida a demostrar a los escépticos que se equivocan, controlando la inflación y volviendo a situar la economía de la eurozona en una posición estable.
Lagarde puede parecer insatisfecha en el banco. Le cuesta trabajo dominar el alemán desde que llegó a Frankfurt y suele pasar su tiempo libre con su familia en Francia. También extraña Washington. Disfrutaba más de su trabajo de trotamundos en el FMI que de su nuevo cargo en el BCE, y considera la capital estadunidense como un segundo hogar.
Según fuentes internas, Lagarde lamenta haber confiado demasiado tiempo en los modelos de pronósticos del BCE, que mostraban que la inflación era “transitoria” y que pronto volvería a su objetivo. También desearía que el BCE se hubiera desprendido de las limitaciones de la “forward guidance” (indicaciones sobre la orientación futura de su política monetaria, basadas en su evaluación de las perspectivas para la estabilidad de precios) que implantó su predecesor Mario Draghi, que retrasó las alzas de las tasas hasta que el banco central dejó de comprar bonos en junio de 2022.
Como resultado de estos errores, el BCE decidió confiar menos en sus previsiones, que sistemáticamente subestimaron el aumento de la inflación, y descartar gran parte de las orientaciones formales que daba sobre futuros movimientos de políticas.
En su lugar, se comprometió a dar más importancia a si los precios subyacentes, que excluyen a la energía y los alimentos, se están desacelerando y hasta qué punto el aumento de los costos de endeudamiento presionan a los préstamos bancarios y la actividad económica, para determinar sus próximos movimientos de las tasas.
Estos cambios significan que el BCE pasó de ser uno de los bancos centrales más moderados del mundo, a ser uno de los más agresivos: se espera que siga subiendo las tasas durante más tiempo que la Fed o el Banco de Inglaterra.
“El BCE cometió uno de los peores errores de pronósticos de la historia en materia de inflación”, dice Otmar Issing, el primer economista jefe de la institución cuando se creó en 1998. “Fue una llamada de atención brutal, pero desde entonces dieron un giro de 180 grados y se pusieron al día rápidamente. Hay que reconocerlo”.
Lagarde, que a finales de 2021 minimizó el aumento de los precios al consumidor en la eurozona, calificándolos como una “joroba” que pasaría pronto sin necesidad de subir las tasas, adoptó una postura más decidida desde que los tanques rusos entraron en Ucrania. Este año calificó a la inflación de “monstruo al que tenemos que golpear en la cabeza”.
El aumento de la tasa de interés el jueves pasado, la séptima consecutiva del BCE, sitúa el tipo que paga por los depósitos bancarios, la referencia para los costes de endeudamiento en los 20 países de la zona del euro, en 3.25 por ciento, frente al 3.0 por ciento anterior. Lagarde señaló que la decisión de aumentar su tasa de depósito de referencia no sería la última medida de este año.
0.25 por ciento
subió la tasa de interés el BCE en la eurozona el jueves pasado.
Los economistas ahora esperan un par de movimientos más de un cuarto de punto porcentual por parte del BCE para elevar su tasa de depósito a 3.75 por ciento en julio, lo que igualaría su nivel más alto en 2001.
Los banqueros centrales observan de cerca el comportamiento de los bancos debido a las recientes turbulencias del sector, que provocaron la quiebra del Silicon Valley Bank en EU y empujaron al Credit Suisse a los brazos de su rival UBS. Hasta ahora, los bancos de la eurozona demostraron ser resilientes al nerviosismo económico.
“Mi preocupación es que si el BCE sigue apretando demasiado al sistema financiero, puede provocar una contracción del crédito”, dice Lorenzo Bini Smaghi, presidente del banco francés Société Générale.
La perspectiva del búho
La frialdad de Lagarde hacia los mercados financieros creó una relación gélida con analistas e inversores que, en privado, se quejan de su falta de formación en economía.
Consciente de que no podría dominar los debates sobre política monetaria, Lagarde optó por un estilo de liderazgo diferente al de Draghi. Evitando las etiquetas de “halcón” (línea dura) o “paloma” (línea moderada), se describe a sí misma como un “búho” que se sienta por encima de la refriega para reunir a los responsables de la fijación de las tasas con posiciones divergentes en torno a una decisión política común y luego explicarla.
Los miembros del Consejo elogian la capacidad de Lagarde para conseguir un amplio apoyo a compromisos cuidadosamente elaborados, incluso cuando no siempre están de acuerdo con todos los elementos.
Sin embargo, algunos miembros del consejo creen que su afán de unidad está ocultando cambios sutiles en su debate.
Los analistas dicen que esto explica en parte por qué Lagarde a veces sorprende al mercado. “Es más difícil comunicarse con una sola voz cuando hay todo un abanico de opiniones”, dice Jens Eisenschmidt, de Morgan Stanley.
Saber cuándo parar
Cuanto más se acerque el BCE a una pausa en sus incrementos de las tasas, más difícil le resultará a Lagarde mantener la unidad. En marzo, hubo un puñado de disidentes que temían que subir las tasas fuera arriesgado, debido a las turbulencias bancarias. Su decisión final fue criticada tanto por políticos italianos de derecha como por sindicalistas europeos de izquierda.
La economía de la eurozona creció 0.1 por ciento en el primer trimestre del año, menos de lo previsto, pero mejor con respecto al estancamiento de finales de 2022. Los economistas dicen que este repunte, a pesar de la crisis energética del año pasado y el fuerte incremento de los costos de endeudamiento, refleja la acumulación de un exceso de ahorro durante la pandemia, el impulso de los generosos subsidios del gobierno y la recuperación del comercio mundial.
La inflación de la eurozona se mantiene muy por encima del objetivo de 2 por ciento del BCE, después de subir por primera vez en seis meses a 7 por ciento en abril, frente al 6.9 por ciento de marzo. Lagarde señaló el jueves que algunos de los que fijan las tasas del BCE habían respaldado un aumento mayor de medio punto porcentual y dijo que “las perspectivas de inflación continúan siendo demasiado altas”.
Los banqueros veteranos se compadecen del reto del BCE de decidir cuándo dejar de subir las tasas, algo que esperan que pondrá a prueba la capacidad de liderazgo de Lagarde. “Es una situación de gran incertidumbre. Existe el riesgo de exagerar, pero es más importante el riesgo de dejar escapar la inflación”, dice Issing, execonomista del BCE.
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