El cuidado del medio ambiente está en manos de China

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Sus compromisos ambientales son clave para combatir el cambio climático, ya que genera 29%de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo.

“Por su adicción al carbón y su sistema autoritario, China tendrá dificultades para ser un líder global sobre el clima”.
GIDEON RACHMAN
Ciudad de México /

Donald Trump se ha convertido en el villano de pantomima en la historia del cambio climático. Durante el Foro Económico Mundial 2020 en Davos, el presidente de Estados Unidos (EU) representó el papel a la perfección, denunciando a los activistas del clima como “profetas de la perdición”, mientras que Greta Thunberg, la activista adolescente, observaba desde la audiencia.

Sin embargo, si ves los números —al contrario que en el teatro— está claro que la batalla para controlar el cambio climático ahora depende mucho más de China que de EU. De acuerdo con la Union of Concerned Scientists, el país asiático genera 29% de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo, en comparación con 16% de EU y 7% de India. Incluso sobre una base per cápita, los chinos emiten más gases de efecto invernadero que los europeos, y lo han hecho desde 2014.

Como le gusta señalar a la administración Trump, las emisiones de efecto invernadero de EU cayeron el año pasado, aunque solo 2.1%. Esto se debe, en gran medida, a que la generación de electricidad alimentada por carbón cayó marcadamente y ahora regresa al nivel que tenía en 1975. China, por el contrario, sigue abriendo nuevas plantas alimentadas por carbón.


No obstante, el escepticismo climático de la administración Trump (la negación, si así prefieres llamarlo) sigue siendo importante. EU encabezó la construcción de la mayoría de las instituciones y acuerdos internacionales importantes que conforman el orden mundial actual. Si opta por abandonar el esfuerzo para combatir el cambio climático, otros tendrán que asumir el liderazgo para lograr un acuerdo internacional.

La adicción al carbón y el sistema autoritario de China significan que tendrá dificultades para ofrecer un liderazgo global sobre el clima. Los europeos son apasionados en el tema, pero probablemente carecen de la organización y el peso internacional para hacerse cargo.

 El debate de la Unión Europea sobre la aplicación de un “impuesto fronterizo sobre las emisiones de carbono” —que esencialmente grava las importaciones procedentes de países muy contaminantes— también podría conducir a amargas disputas comerciales que van a dificultar aún más la consecución de un acuerdo internacional.

Pero alguien va a tener que proporcionar liderazgo rápidamente, porque el próximo año será vital para los esfuerzos internacionales sobre el clima. En noviembre, el Reino Unido recibirá la COP26, la última cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. 

Esta será una reunión especialmente importante, porque se espera que los países reconozcan que sus compromisos bajo el Acuerdo Climático de París no son suficientes para contener el calentamiento global. En la Cumbre de Glasgow de noviembre, se espera que se comprometan a cumplir objetivos más ambiciosos y detallados para la reducción de los gases de efecto invernadero.

Pero la COP26 va a iniciar solo seis días después de las elecciones presidenciales de EU. Si reeligen a Trump, confirmará que su país esencialmente optó por no participar en los esfuerzos mundiales para combatir el cambio climático. 

El 4 de noviembre, un día después de las elecciones, EU también tiene previsto retirarse formalmente del Acuerdo de París. Eso, a su vez, aumentará la presión sobre la Unión Europea, China, India y el Reino Unido (como anfitrión) para mantener vivo el esfuerzo de combatir el cambio climático a través de una acción global coordinada. 


Adam Tooze, profesor de la Universidad de Columbia y quien escribe una historia sobre la política climática internacional, dice que noviembre de 2020 será un “momento clave en la historia mundial”.

La mala noticia para el planeta es que el crecimiento continuo de las clases medias en China y en India incrementará la demanda de automóviles, electricidad, carne y viajes al extranjero, lo cual generará gases de efecto invernadero en cantidades cada vez mayores.

La buena noticia es que el gobierno chino ha dicho repetidamente que entiende que el cambio climático y la contaminación son amenazas directas para el futuro de China, causando sequías, escasez de agua y aumentos en el nivel del mar que amenazan a sus principales ciudades, como Shanghái. 

Asimismo, el presidente Xi Jinping ha mostrado cierto compromiso con la acción ambiental, a través de sus esfuerzos para mejorar la calidad del aire en las urbes más importantes del país, como Beijing. El gobierno chino también invierte dinero y experiencia en el desarrollo de fuentes de energía renovable.

En los próximos meses, los chinos y los europeos intentarán trabajar juntos para desarrollar nuevos objetivos internacionales que permitan reducir los gases de efecto invernadero.

 Si tienen éxito, la próxima conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático preservaría la esperanza de que la comunidad internacional todavía puede unirse y hacerle frente a una amenaza común para la humanidad, pase lo que pase en las elecciones de Estados Unidos en noviembre.


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