El estilo de Peter Hennessy

FT MERCADOS

Peter Hennessy observa la política del Reino Unido desde 1970, pero nunca había estado tan furioso por un primer ministro hasta que llegó Boris Johnson.

Peter Hennessy, profesor de historia en la Universidad Queen Mary de Londres.
Henry Mance
Ciudad de México /

La política británica da tantos bandazos que es difícil recordar lo que pasó hace unas semanas, y mucho menos unas décadas. Pero en un rincón de Londres, Peter Hennessy sí lo recuerda. Cita a Walter Bagehot e imita a Enoch Powell; tiene una estatua de Clement Attlee en un almacén.

Hennessy, que en su día fue descrito como el columnista de chismes de la clase dirigente británica, ahora es considerado uno de los mejores historiadores contemporáneos del país, y le da seguimiento a Westminster como nadie más desde la década de 1970. Ha escrito libros sobre los primeros ministros, la constitución, la administración pública y las agencias de inteligencia del Reino Unido. Ahora, como casi todo el mundo, se pregunta en dónde se estropeó todo, y cómo podría corregirse el camino.

El Reino Unido, me dice cuando nos reunimos en su casa, tiene elementos del malestar económico de finales de la década de 1970 y del malestar político de mediados de la década de 1990. “No es una combinación ganadora, ¿verdad?”. Una de las interpretaciones es que se avecina una ruptura, como ocurrió en 1979, con Margaret Thatcher, y en 1997, con Tony Blair.

En primer lugar, el malestar político, personificado por las multas policiales y los delitos sexuales. El marco de Hennessy es la “teoría del buen tipo”: a falta de una constitución codificada, el sistema político británico depende de la aceptación de que “los buenos tipos de ambos sexos no hacen ciertas cosas”.

Pero el primer ministro Boris Johnson no acepta los límites. Hace caso omiso de los consejos de su asesor de ética y de la comisión de nombramientos de la Cámara de los Lores; se ha negado a dimitir a pesar de las acusaciones de haber engañado al Parlamento. “Si el primer ministro es el número uno de los que no hacen lo correcto, estás en un problema muy grande. Nos muestra la fragilidad de la constitución”, dice Hennessy.

Johnson parece ser el único tema que enfada visiblemente a Hennessy. “Es el mayor problema para el sistema de los buenos tipos de todos los primeros ministros que he observado”, dice. “Anthony Eden mintió al Parlamento sobre la colusión con Israel (en la crisis de Suez de 1956), pero en su defensa sintió que tenía que hacerlo porque era de enorme importancia para el Estado. Pero Boris lo hace casi a diario”. Ha provocado “una hoguera de la decencia”.

En segundo lugar, el malestar económico: la estanflación, y la escasez de formulación de políticas. En su decimoséptimo libro, Duty of Care, publicado en marzo, Hennessy esbozó una agenda para una política posterior al covid, centrada en cinco prioridades como la vivienda social y el cambio climático. Pero la pandemia no ha resultado ser el punto de inflexión que él esperaba: el consenso entre partidos nunca llegó y la política posterior al covid-19 ha resultado ser una administración de la crisis.

Después de cumplir 75 años este año, la paciencia de Hennessy es menor. “Ya no tenemos tiempo para hacer tonterías en este país. Hay muchos problemas profundos. Necesitan la mejor atención y el esfuerzo de lo mejor de la clase política y administrativa todo el tiempo, y no lo tenemos”.

El historiador británico ya no se conforma con ser la memoria de nuestro sistema político; quiere ser también su conciencia. En Gran Bretaña, la historia pública es un ejercicio de nostalgia. ¿Puede ser también un estímulo para mejorar?

Peter Hennessy alcanzó la mayoría de edad a principios de la década de 1960, una época optimista aunque ansiosa en la que incluso las autopistas parecían emocionantes. Se interesó por la política después de escuchar a sus familiares quejarse del Partido Laborista. Empezó como periodista en Westminster, incluso en el Financial Times, y pensó que tal vez le gustaría ser político “hasta que vi lo que era, beber toda la noche”.

“Si el primer ministro es el número uno de los que no hacen lo correcto, estás en un problema muy grande. Nos muestra la fragilidad de la constitución”
Peter Hennessy, PROFESOR DE HISTORIA EN LA UNIVERSIDAD QUEEN MARY DE LONDRES.


Lo que Hennessy tenía era la perspectiva de un externo: su familia era católica y su padre a veces estaba en bancarrota. Desde 1992, es un académico. Fue su campaña la que ayudó a hacer público lo que ahora se llama el código ministerial, las normas para los ministros del gobierno.

Los últimos cinco primeros ministros de Gran Bretaña —John Major, Tony Blair, Gordon Brown, David Cameron y Theresa May— han estado marcados por el fracaso. Para Peter Hennessy, gran parte del problema reside en la clase política. Los políticos de la posguerra “eran, con todos sus defectos, personas de talla grande”. Harold Macmillan, primer ministro de 1957 a 1963, era un etoniano (estudió en Eton) y un clasista, pero había luchado en el Somme y había visto el desempleo masivo. “Articuló una solidaridad social de una experiencia compartida de un modo que a Boris Johnson, incluso cuando lo intenta, no convence”.

En 1976, los candidatos para ser líder laborista y, por tanto, primer ministro, eran “Denis (Healey), Michael Foot, Jim Callaghan, Tony Crosland, Roy Jenkins y Tony Benn. Ese campo te dice una historia sobre la amplitud de la clase política”. Mientras tanto, los políticos de hoy en día luchan por conseguir un lenguaje entusiasta.

En estos momentos, reformar el funcionamiento de la política británica parecería una distracción. Pero Hennessy sostiene que está llegando el momento en que el sistema no puede limitarse a salir del paso. Una de las ideas es que los primeros ministros puedan jurar defender ciertas normas: eso podría hacer más difícil que Johnson ignore las normas. Sin embargo, se resiste a la idea de una Cámara de los Lores por elección, después de que lo nombraron para la Cámara en 2010.

Mientras tanto, la política británica se reduce a la psicología de un hombre. Para Boris Johnson, el Estado es “un patio de aventuras”. “Es uno de esos políticos que parecen escribir su autobiografía política sobre la marcha, que han inhalado su propia leyenda antes de crearla”.

¿Johnson no está simplemente imitando a Thatcher, que se lanzó a criticar a los funcionarios, a la BBC e incluso al arzobispo de Canterbury? “La señora T respetaba mucho las instituciones. Era muy al viejo estilo en lo que respecta al Parlamento, respetaba a los funcionarios que trabajaban estrechamente con ella (aunque) estaba muy enfadada con ellos como institución”.

¿Qué opina de la promesa del líder laborista Keir Starmer de dimitir si lo multan por infringir las normas sobre el covid-19 mientras hace campaña? “Creo que es exactamente lo correcto. Es un hombre honorable. La historia lo registrará muy favorablemente. ¿Por qué lo sé? Porque estoy escribiendo la historia, por eso”, dice.

El estilo de historia de Peter Hennessy, centrado en entrevistas amistosas con los principales jugadores, paso de moda. Sus referencias a la época de la posguerra pueden ocultar lo que cambió: la demografía y la posición global de Gran Bretaña no permiten la misma formulación de políticas radicales. Su esperanza es que pueda inspirar a los políticos a hacer algo más que administrar el continuo declive.

“De la única cosa que estoy seguro es que quien sustituya a Boris, sean cuales sean las circunstancias, hará un gran esfuerzo por ser cualquier cosa menos Boris en términos de debido proceso y cuidado y atención”.

GAF

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